Carlos M. Egaña: ¿Qué harán los estudiantes?

ThumbnailCarlosMEgañaSe ha convertido en costumbre en Venezuela hablar de una “generación boba” que creció, más o menos, entre 1958 y 1989. Se ha tomado por premisa que esta generación, criada en la relativa estabilidad política y económica de este período, no vio necesidad ni atractivo de involucrarse en la política y que la dejó de lado. Miles de jóvenes recibieron formación escolar, universitaria y de postgrado, beneficiarios de la bonanza o de la Fundación Ayacucho, y aplicaron esos estudios a la empresa privada, a sus vidas personales, a cualquier cosa de orden público. Nosotros no vivimos esta época ni nos consta que esto sea cierto, pero es lo que se dice.

Al final de la década de los 80, y durante toda la de los 90, el modelo que Venezuela llegó a conocer colapsó. Los precios del petróleo bajaron, el bolívar sufrió su primera devaluación. Entre estallidos sociales e intentos de golpe de estado, la antipolítica cobro tracción. El resto es historia. Arresto, condena, indulto, candidatura, victoria, hegemonía, muerte. Una cronología simplista de ya más de 15 años de régimen del antes MVR, ahora PSUV.

Como respuesta a esto y a los repetidos fracasos de la oposición política al régimen surgió, en el 2007, el Movimiento Estudiantil. Una generación de jóvenes que llenó las calles, copó las pantallas, e inflamó los ánimos. Una época llena de tumultos, el 2007 llevó a la oposición venezolana a su primera victoria electoral. La esperanza de un cambio de régimen se hizo factor notorio. Sin tapujos ni inhibiciones, la tal “generación boba” entregó definitivamente la batuta. Ahora le toca a los estudiantes.





Desde entonces, a cada acontecimiento político significativo le ha seguido la pregunta: ¿Qué harán los estudiantes? Incluso los partidos políticos han cedido su liderazgo, y en ocasiones su cuota de responsabilidad. Así ocurrió durante el 2014, cuando el martirio político voluntario de Leopoldo López devino en una falta de poder de movilización de los partidos políticos, a ser suplidos una vez más por el Movimiento Estudiantil.

Todo esto nos lleva, ante la profundidad de la actual crisis, a preguntar: ¿Qué están haciendo los estudiantes?

El Movimiento Estudiantil tiene sus fallas y sus crisis, pero los estudiantes no están inactivos. De muchas propuestas y planteamientos a futuro que salen todos los días de las universidades venezolanas, quiero comentar solo una; los Modelos de Naciones Unidas.

Los Modelos de Naciones Unidas son simulaciones en las cuales estudiantes toman ficticiamente el rol de diplomáticos representando naciones en cuerpos internacionales para resolver conflictos mundiales. En realidad, son competencias de liderazgo.

¿Qué tiene esto que ver con la política? Entre muchas críticas sociales que han surgido en Venezuela en los últimos años, quiero recalcar la crítica a pensar a corto plazo, tener líderes poco formados y tener generaciones apáticas. MUN es una respuesta a esas tres cosas.

Es fácil hacer comparaciones -a veces halagadoras, a veces odiosas- entre los estudiantes actuales y la Generación del 28. Lo que no siempre recordamos es que esa generación tuvo que esperar a la muerte de Gómez en el ’35 y el decreto de Medina en el ’41 para legalizar sus partidos políticos y hacer vida política a gran escala, sin contar que el primero de ellos en asumir la presidencia lo hizo en el ’59, treinta y un años después. La historia nos demuestra que los grandes proyectos, los exitosos, se plantean a largo plazo, y a esto se dedican los Modelos de Naciones Unidas. Sus participantes no buscan un protagonismo inmediato, sino cultivar las herramientas y los valores que les servirán para liderar y llevar a cabo sus proyectos a lo largo de una vida. Por eso se concentran primero en formarse como líderes y personas.

De ello tomo mi segundo argumento. Un gran país debe tener grandes líderes, y grandes líderes deben contar con gran formación. La retórica vacía le ha hecho mucho daño a Venezuela. Por eso, MUN se concentra en formar valores, criterios y herramientas. Un líder cultivado en MUN es un líder íntegro. Tal vez no todos se dediquen a la política, pero todos tendrán una visión global y social de sus proyectos, sin separar nunca la iniciativa privada de la vida pública.

Por último, MUN responde a la apatía de forma contundente. Cada año surgen más jóvenes dispuestos a formarse, a discutir problemas nacionales y globales, a medirse contra los mejores del mundo, y a plantearse proyectos a futuro. Muchos saldrán a las calles cuando sea necesario, pero aún los que no lo hacen están buscando soluciones a sus -nuestros- problemas por otros medios.

Todo esto no es fácil. MetroMun, equipo al que pertenezco, quiere hacer todas estas cosas y más. Para lograrlo, sin embargo, dependemos del apoyo de todos quienes quieran una Venezuela mejor. Nuestro objetivo concreto es viajar a Harvard, medirnos contra los mejores del mundo, y dejar el nombre de Venezuela en alto. Para esto, necesitamos muchas cosas que en Venezuela escasean: dólares, pasajes y demás. Por eso apelo a ustedes.

Si están leyendo esto, es porque les interesa saber de los estudiantes, del futuro, del país. Nosotros ofrecemos una propuesta para ese futuro, y les pedimos su ayuda. Comparto nuestras redes, que les dirán de qué manera pueden ayudar. Cualquier aporte, cualquiera, es valioso. Muchísimas gracias.

En fin, creamos en Venezuela. Creamos en que en esos jóvenes que se forman y plantean proyectos a largo plazo existe un futuro mejor. Creamos que el cambio no es una cuestión de “ya”, sino de cada día y de siempre. Nosotros les ofrecemos nuestro absoluto compromiso, nuestro esfuerzo, nuestra sangre, sudor y lágrimas. A cambio, les pedimos su apoyo. No me queda duda de que así podremos cambiar la historia, y olvidarnos para siempre de las “generaciones bobas”

 

@Carlosegana