WSJ: La sátira política ya no causa risa en Venezuela

WSJ: La sátira política ya no causa risa en Venezuela

El gobierno de Nicolás Maduro persigue a los humoristas que hacen bromas a partir de la situación del país, publica The Wall Street Journal, en un reportaje realizado por JOHN OTIS.

 Emilio Lovera y Laureano Márquez se presentaron recientemente en Caracas (El Nacional/Zuma Press)
Emilio Lovera y Laureano Márquez se presentaron recientemente en Caracas (El Nacional/Zuma Press)

 

Los humoristas venezolanos dicen que tienen material de sobra: el presidente asegura haber hablado con un pájaro, un candidato político dijo que el Tylenol (acetaminofén) crece en los árboles y, en medio de la escasez de productos básicos de aseo, la Guardia Nacional ocupó una fábrica de papel higiénico.





Pero el uso de estos absurdos en las improvisaciones de los cómicos se está volviendo cada vez más difícil en medio de una campaña del gobierno contra los satiristas políticos.

Algunos humoristas han sido incluidos en listas negras de teatros y hoteles propiedad del estado, y en varias localidades las autoridades no les permiten presentarse. Los programas de comedia que se burlan del gobierno han desaparecido de la televisión venezolana. Unos pocos humoristas han tirado la toalla y se han ido del país.

“Las cosas se ponen peor cada día”, dijo Emilio Lovera, cuyo programa de sátira

Misión Emilio fue cancelado de repente el año pasado. “Ya no puedo trabajar en televisión”.

Los comediantes no están llamando a un levantamiento contra el gobierno. Pero sus pullas sobre el aumento de la delincuencia, la inflación desenfrenada y la corrupción presentan invariablemente al presidente Nicolás Maduro como un inepto y corrupto justo cuando su gobierno socialista muestra una menor tolerancia con la disidencia. Su administración ha encarcelado a opositores políticos, ha sofocado violentamente manifestaciones callejeras y ha presionado a medios independientes con juicios y multas.

Ahora está monitoreando de cerca a los humoristas políticos. Laureano Márquez, por ejemplo, se enfoca en las rarezas de la vida diaria en un país rico en petróleo pero donde con frecuencia la gente no encuentra leche o pañales. Durante una reciente presentación ante un auditorio lleno en Maracay, dijo que la escasez se ha vuelto tan aguda que ahora cuando va por la calle en lugar de mirar a las mujeres bellas se fija en sus bolsas de compras.

Pero a los funcionarios esas bromas no les causan gracia. Cua

ndo en febrero Márquez y Lovera programaron presentaciones conjuntas en las ciudades de Barquisimeto, Valencia y San Antonio de Los Altos, los tres auditorios fueron clausurados temporalmente tras ser acusados de evasión tributaria. Las presentaciones fueron canceladas, dijeron los comediantes.

Luis Chataing, derecha, dijo que su programa de comedia fue cancelado debido a presiones del gobierno (El Nacional/Zuma Press)
Luis Chataing, derecha, dijo que su programa de comedia fue cancelado debido a presiones del gobierno (El Nacional/Zuma Press)

En su programa de sátiras de noticias, Luis Chataing se burlaba de las incesantes denuncias del gobierno de supuestos planes de golpe de estado de la oposición. En un segmento del año pasado, interpretó a un burócrata que fabricaba torpemente con papel, tijeras y pegamento la evidencia de una conspiración. El canal privado Televen canceló el programa al día siguiente, decisión que Chataing atribuyó a la presión del gobierno.

La oficina de Maduro, el Ministerio de Comunicaciones y Televen no respondieron a varias llamadas y correos pidiendo comentarios. Pero en referencia a la cancelación del programa de Chataing, Maduro dijo en un discurso que él no tenía la culpa.

Sin embargo, los comediantes señalan que muchos teatros y hoteles operados por Venetur, la agencia de turismo estatal, se niegan a contratarlos. Jorgita Rodríguez, una productora de Caracas que representa a algunos de los principales talentos del país, dice que los humoristas no pueden actuar en muchas ciudades porque alcaldes leales al gobierno se rehúsan a dar los permisos pertinentes. “Así es como funciona el sistema de la censura”, dijo Rodríguez.

Incluso cuando reciben permiso, las cosas pueden salir mal. Cuando Alex Goncalves contó algunos chistes políticos durante una presentación en octubre en un bastión oficialista, las luces de la sala fueron apagadas, según él, por el consternado gerente del teatro. La audiencia respondió iluminando al comediante con las luces de sus teléfonos. Goncalves aseguró que luego fue expulsado del pueblo por militantes leales al gobierno.

“Tuvimos que correr al auto e irnos, como criminales”, dijo Goncalves, quien en julio se mudó a Panamá.

La sátira política en todas sus variantes se está volviendo difícil de encontrar en Venezuela. El año pasado, Rayma Suprani, el caricaturista editorial del diario El Universal, fue despedido por representar al sistema de salud nacional como un moribundo. Su salida se produjo poco después de que el periódico, que había criticado fuertemente a Maduro, fuera vendido a un grupo empresarial que según organizaciones de libertad de prensa y periodistas del propio diario tiene lazos estrechos con el gobierno.

De todas formas, este país tiene una de las tradiciones cómicas más ricas de América Latina. Por décadas, los humoristas tuvieron programas de radio y se presentaban en los cabarets de Caracas. El popular Radio Rochela se emitió por Radio Caracas Televisión por casi 50 años, pero fue cancelado cuando en 2006 el entonces presidente Hugo Chávez, quien impulsó una revolución socialista en Venezuela, se rehusó a renovar la licencia del canal. Como Sábados Felices en Colombia o El Mañanero en México, Radio Rochela engendró a algunos de los humoristas más queridos del país.

El bombástico Chávez fue con frecuencia su principal blanco. El mandatario sugirió alguna vez que el capitalismo había acabado con la vida en Marte y argumentó que el gobierno estadounidense podía provocar terremotos. Chávez tenía su propio programa, Aló Presidente, en el que, dependiendo de su estado de ánimo, empezaba a cantar, hablaba de sus problemas estomacales o anunciaba la expropiación de una empresa.

Durante la segunda vuelta en las elecciones de 2012, Chávez trato de despejar los rumores de que estaba enfermo al protagonizar un video de ejercicio en el que aleteó sus brazos, estiró su cuello y caminó en círculos. Fue reelegido con amplio margen, pero falleció de cáncer tres meses después. Ahora, Maduro y sus aliados proporcionan una fuente estable de material, dicen los humoristas.

En mayo, un candidato a legislador del Partido Socialista del gobierno sugirió que los venezolanos hicieran frente a la escasez de medicamentos plantando árboles de acetaminofén, la droga básica del analgésico de marca Tylenol, que en realidad es sintética.

Quinto Día, un diario favorable al gobierno, cita algunas veces a un vocero de la Casa Blanca extrañamente simpatizante con Caracas llamado Jim Luers, que resulta, no existe.

En el que hubiera sido el cumpleaños 60 de Chávez, Maduro dijo en un discurso que se había comunicado con el fallecido líder a través de un pajarito que según él, contenía su espíritu.

Las excentricidades de Maduro también son explotadas en una serie animada llamada Isla Presidencial en la que Lovera aporta todas las voces. La serie muestra a los líderes latinoamericanos de náufragos en una isla y obligados a cooperar para sobrevivir. Ninguna estación de televisión de Venezuela transmite la serie, que puede ser vista por YouTube.

Otros comediantes se mantienen ocupados con presentaciones en eventos empresariales o en teatros privados en ciudades donde los alcaldes son de la oposición.

Márquez a menudo sale del país para actuar en lugares donde hay un número creciente de exiliados venezolanos. Pero independientemente del recinto, quiere que su audiencia piense profundamente sobre la situación actual de país. “No me interesa ser una válvula de escape”, dijo Márquez. “Quiero que la gente deje mis presentaciones preocupada y molesta”.