Entrevista de Carolina Jaimes Branger a Leocenis García, el hombre que salió de la nada

Entrevista de Carolina Jaimes Branger a Leocenis García, el hombre que salió de la nada

leocenis garcia

Ha estado preso cinco veces, ha hecho tres huelgas de hambre y esta última lo llevó al filo de la muerte. Rebajó treinta y ocho kilos en ochenta y ocho días de huelga y estaba decidido a llegar hasta el final. ¿Qué hace que un hombre pueda llegar hasta el extremo de dejarse morir?

Leocenis García luce extremadamente delgado, pero el ayuno le cayó bien: parece un muchacho de veinticinco años y aunque aún está débil, la fuerza interior que transmite es avasallante.





¿Qué ha cambiado desde la primera vez que estuviste preso?

“En el 2008 los medios tenían un poder inmenso. Cualquier denuncia de violación de derechos humanos preocupaba al Ministerio Público y a la Defensoría del Pueblo. En 2010 había una suerte de hipocresía. El Estado tenía un poder que usaba, podía violar derechos humanos, y aunque aparecieran la Defensoría y el Ministerio Público, uno como preso sentía que eran parte del gobierno. Cuando estuve detenido por la protesta cuando cerraron Atel TV -que tratamos de comprar Atel- ya era una transición entre la toma absoluta de los medios por parte del Estado y la resistencia de algunos periodistas. Lo primero que me asombró fue que las voces que se levantaban para protestar y defender no eran venezolanas, venían de afuera. Algo extraño ya estaba pasando. Cuando fui preso a la división de Contrainteligencia Militar los medios de comunicación tradicional no estuvieron para gritar la denuncias a los derechos humanos, pero había voces más poderosas, las de los ciudadanos empoderados. Mientras los medios no nombraban a Leocenis García, había miles de personas que por Twitter y Facebook clamaban justicia. El Estado todavía tenía miedo de lo que se dijera y de lo que se le acusara. Cuando llego a esta nueva detención, me impresiona encontrar a un Sebin que ya no es el mismo. Me metieron en una zona en donde precariamente cabrían treinta personas y éramos como setenta. Abrían la puerta a las 6 de la mañana para que fuéramos al baño y no la volvían a abrir hasta las 6 de la tarde. Si querías ir al baño entre esas horas usabas potes de plástico. Si la necesidad era de otro tipo, tenías que golpear el candado, golpearlo, golpearlo y golpearlo hasta que alguien finalmente viniera. Ahí me di cuenta de que al Estado venezolano le sabía a bola lo que pasara. Cuando empiezo la huelga de hambre, no se cumplieron las formalidades de las huelgas de hambre que están respaldadas por el Acuerdo de Malta. Por ejemplo, permitir la toma de muestras de sangre y el no permitir la alimentación –consciente o inconsciente- por vía parenteral. Es un proceso legal, por si se produce la muerte del huelguista. Pues bien, los primeros cinco días de mi huelga no apareció nadie.

¿Hiciste algo al respecto?

Le escribí una carta al Ministro del Interior y Justicia y al Jefe de Investigaciones. Nunca vinieron, nunca me tomaron la sangre. Al séptimo día me trasladaron al Hospital Militar sin orden médica. Yo estaba vomitando bilis y por tanto vomitar tuve un desgarramiento que produjo que me saliera sangre. Un funcionario vio eso y minutos después ya yo estaba en el hospital. Distinto a las veces anteriores que estuve detenido y que también hice huelgas de hambre. Yo podía sentir en los funcionarios un temor a que yo muriera bajo su guardia. Lo que vi ahora es que les daba igual si me moría o no. Uno de los “más solidarios” me dijo cuando llevaba más de un mes en huelga “deja la huelga, Leocenis… ahí tienes al aviador que se murió y ninguno de nosotros está preso, ni siquiera investigado…”. Por la ley vigente, los funcionarios que estaban de guardia la noche que él murió han debido ser puestos a la orden de un tribunal de control y estar detenidas hasta tanto no se esclarecieran los hechos. Nada de eso pasó. No les importaba que yo me muriera, que nadie se muriera. Estamos en la etapa más peligrosa del gobierno venezolano en lo que se refiere a derechos de la gente: el gobierno no le tiene miedo a la propia ley ni a la propia constitución redactada por ellos.

¿Qué viste que te hace pensar eso?

Las cosas que yo vi con los estudiantes, aquella ola de jóvenes que vi… La gente no tiene idea de la cantidad de jóvenes que hay detenidos. Yo vi entre sesenta o setenta muchachos que no pasan de 23 años. La mayoría de los casos no llega a la prensa. Llevan su lucha por Twitter. La mayoría son de estratos muy populares que no tienen abogados y sus casos son invisibilizados. Como el caso de uno que tenía tuberculosis, a quien le fue negada la medida humanitaria. Su caso fue publicado en la última edición de 6to. Poder, “Se muere en el Sebin”. El muchacho salió libre tres días después. En síntesis, el Estado venezolano en 2008 le tenía miedo a los ciudadanos, a los medios y a la opinión internacional. En 2010 le temía a los ciudadanos y a los medios internacionales. Hoy, en 2015, ya no le tiene miedo a los medios internacionales. La única fuerza que contrarresta el poder del gobierno es la protesta ciudadana. Lo que generó la presión para que yo saliera fueron las señoras que desde donde estuvieran mandaban mensajes pidiendo mi libertad. La fuerza del ciudadano común empoderado es increíble. Por eso hay presos tuiteros. Yo vi a Inesita Terrible y al que llamaban la Negra Hipólita. El Estado venezolano le teme a las redes sociales. Gasta en investigarlas. Sobre todo para descubrir las verdaderas identidades de quienes se amparan en seudónimos”.

Hay quienes dicen que eres inocente, pero para otros resultas una paradoja…

Yo estoy consciente de que para la opinión pública venezolana yo soy un personaje algo confuso… La gente no termina de entender que yo no soy un militante de la oposición, ni soy dirigente ni me interesa eso. Tampoco soy chavista: creo en la libre empresa y en la libertad de expresión y el gobierno no cree en nada de eso. Tengo amigos dentro del chavismo. Son públicos. Cuando estaba preso y en huelga de hambre pensé que una parte del gobierno me tenía preso pero que otro sector que pensaba que yo no debería estar preso y que era igualmente poderoso, no podía salir en esa foto defendiéndome. Mi hermana se reunió con muchos de ellos. No tienes idea de con quiénes se reunió mi hermana. Y después de esas reuniones no se explicaba cómo yo seguía preso. Mientras ella más se esperanzaba, yo me preocupaba más. Se iba fortaleciendo la idea de que me tenía preso un grupo de personas en el gobierno y que el otro grupo no podía hacer nada…
Hace años aprendí a no ver ni lo bueno ni lo malo que sobre mí se dice. Estoy claro sobre lo que se dice de mí, pero no me afecta.

¿Qué pasó con 6to. Poder?

A 6to. Poder y a Leocenis García nos metieron en una guerra que no era nuestra. Nadie comprendió nuestra manera de hacer periodismo. Yo he estudiado muchísimo los procesos chileno y argentino previos a los golpes. En ambos surgió un hombre de reconciliación que no le hablaba ni a los que estaban a favor o en contra. El proceso chileno es el que más se me parece al de Venezuela. A Allende le reventó una línea radical dentro del propio partido, que lo acusaba de estar negociando con la burguesía. A Maduro le reventó Marea Socialista. Cuando el Cardenal de Santiago le sugirió a Allende que convocara a la oposición y a los empresarios, Allende le respondió “es lo que quiero hacer, pero el partido no me lo permite”. Creo que Maduro está en la misma situación. Maduro quiere hacer muchas cosas, pero hay fuerzas debajo que se lo impiden. Él ha hecho ciertos amagos… Incluso en la Asamblea Nacional dijo que él sabía que tenía que liberar el dólar, pero que en este momento no se podía… Él ha estado escuchando sectores, pero no lo dejan.

¿Quién manda en Venezuela?

La MUD existe, pero no existirá. Así como Alfonsín terminó siendo la consecuencia de muchos hechos, el líder que será la consecuencia de muchos hechos, no va a salir de la MUD. Ese liderazgo ya está en la calle. Leopoldo López y María Corina tienen liderazgos respetables, pero no en el futuro inmediato. Antes hay otro proceso y en ese proceso la MUD va a desaparecer, porque es un proceso interno del chavismo.

Tengo la dicha de conocer a la oposición y al chavismo por dentro y de cerca. La guerra hoy –y así se pueden explicar la salida del General Hebert García Plaza, la detención de Leocenis García y el cierre de 6to. Poder, la salida de Rodríguez Torres del MIJ y el empeño de ciertos sectores de presentarlo como un presunto conspirador- es dentro del chavismo.

¿Cuáles son los factores del chavismo que están en guerra, los civiles contra los militares?

No es tan simple como eso. Hay quienes dicen que los militares están todos con Diosdado Cabello. Eso no es verdad. Cuando Hugo Carvajal fue detenido en Aruba, Maduro dijo cosas más contundentes que Cabello, a pesar de que el vínculo entre él y Carvajal es más fuerte que el de Carvajal y Maduro. Maduro dijo: “me la juego por él”. Prácticamente le declaró la guerra a Aruba para defender a Carvajal. Pero ese mensaje no era por y para él. Era para la oficialidad que los últimos diez años habían ascendido a generales bajo los informes de Carvajal. Si lo que decían en Aruba era verdad, iba a salpicar a muchos, y Maduro se la jugó. Maduro tiene una gran fuerza en el mundo militar (lo que no quiere decir que no debe entenderse con Cabello para manejar ese mundo).

Yo no creo que en Venezuela pueda haber un golpe porque la fuerza armada es chavista. La guerra no es entre militares y civiles. Te voy a profetizar algo: si el chavismo gana las parlamentarias, el próximo presidente de la Asamblea será Elías Jaua. Creo que a Diosdado varias veces se le ha propuesto ser vicepresidente. La guerra del chavismo va a estallar por razones pragmáticas. Maduro ya no es el Maduro débil que tomó el poder hace dos años. Muchos irán cayendo en el camino…”

Hablemos de la huelga. Perdiste 36 kilos en 88 días. Estabas dispuesto a llegar hasta “el final”. Tenías el antecedente de Brito y lo que pasó con el Aviador. Tienes dos hijas pequeñas… ¿qué te movió?

Cuando uno recurre a la propia vida por las cosas en las que cree, eso es lo que te mantiene. Brito creía fervientemente en la propiedad privada. Él no podía creer que una tierra que él había trabajado toda la vida pudiera llegar un funcionario del gobierno y quitársela. Él no aceptaba eso. Era un bien importantísimo.

En Venezuela ha habido muchas huelgas de hambre. Después de la de Brito, creo que tengo el récord. Recuerdo que un funcionario del Sebin me preguntó por Ceballos y guardé silencio. Me preguntó por las huelgas de los estudiantes y también guardé silencio. Me preguntó por Leopoldo y le dije “Leopoldo se va a morir. Él no va a levantar la huelga hasta que el gobierno no llame a elecciones. El gobierno ha estudiado mucho a Leopoldo desde todo punto de vista. Ellos saben que Leopoldo cree que él va a ser presidente y que tiene una misión muy importante en este país. Él se deja morir… la gente dice que si los hijos, la familia… pero eso pasa a un segundo plano; cuando la gente tiene esa convicción, esos valores lo mueven.

¿En qué crees?

Creo en la divinidad. En algo que existe, que nos creó y que no podemos ver. Creo en la libertad.

¿Crees que la divinidad interviene en nuestras vidas de todos los días?

Sí.

¿Crees que la divinidad premia a los buenos y castiga a los malos?

No. Te lo voy a explicar con una frase de Nelson Mandela. En el libro “Conversaciones conmigo mismo”, el periodista le pregunta a Mandela “¿Usted cree en Dios?” y Mandela le responde: “Creo en la fe… La fe es como un monte muy alto desde donde miras al vacío. La fe es saltar al vacío y casi siempre se consigue un milagro, pero hay que saltar”. Cuando yo hice la huelga de hambre había pensado en todo esto. Era un salto al vacío, pero tenía que tomar el riesgo.

Te faltaban pocos días para morirte… ¿qué sentiste? ¿tuviste miedo?

Sí, tuve miedo. La mamá de mi primera hija me fue a visitar. Mi hija no sabía que yo estaba en huelga de hambre. Su mamá me vio en un estado tan crítico que pensó que me iba a morir. Pero la fe me movió. La gente no comprende eso. Es un estado de locura. Desde la lógica no se puede entender. Por eso no entendimos a Franklin Brito.

¿Cuál es tu valor supremo, qué era superior a dejar a tus hijas?

Yo hubiera preferido morirme a que les dijeran a mis hijas que su papá era un cobarde. Si yo hubiera levantado la huelga, eso lo hubieran dicho. El gobierno sabía que yo me iba a dejar morir, como sabía que Leopoldo se iba a dejar morir.

¿Quién te mandó a soltar?

Fue el Presidente de la República. No le estoy dando las gracias. Tal vez se conmovió, o simplemente pensó que no le convenía que yo me muriera en estos momentos. Pero la decisión la tomó él.

Eso te demuestra que en Venezuela no hay separación de poderes…

En Venezuela no hay separación de poderes desde hace muchos años: problemas políticos tienen soluciones políticas. Yo sabía que cuando me metieron preso no iba a estar tres días. Sabía que eso había sido consultado al más alto nivel. Fue una decisión política.

¿Qué hay de las acusaciones que te hace el Ministerio Público de que estás legitimando capitales?

Yo no pude demostrar de dónde venían mis fondos, pero el Ministerio Público tampoco. Te voy a responder con una historia: mi hermana María Lucía le escribió una carta a Roberta Jacobson, subsecretaria de Estado para América Latina, con un resumen de mi caso y pidiéndole ayuda. A los tres días le respondió. Un adjunto de la embajada americana la citó en la embajada. La recibieron muy bien y me ofrecieron apoyo –no económico- ojo. Los Estados Unidos es quizás el país más preocupado en el mundo por acabar con la legitimación de capitales. Cuando María Lucía entró por esa puerta, era porque ya sabían que yo no estaba legitimando capitales.

El Defensor del Pueblo viajó conmigo varias veces en el mismo avión. Presentó libros que publicamos en 6to. Poder. Su posición pública frente a mi caso en el programa de Fernando del Rincón fue muy hipócrita. Porque si él sabía que yo legitimaba capitales, ¿por qué aceptó las invitaciones? Yo decido con quién aparezco y con quién no. Cuando Fernando del Rincón le preguntó por mi salud, no sabía nada. La Defensoría aparentemente funciona mejor que las anteriores, pero no tiene ni autonomía ni poder. A los defensores que mandaron a verificar mi estado de salud, no los dejaron entrar. Yo a estas alturas no he sido notificado. Una medida de libertad o de casa por cárcel debe estar argumentada y no lo fue.

¿Cómo fue la liberación?

El día viernes, una amiga de mis tiempos de izquierdoso, que tiene altas fuentes, estaba presente cuando se decide la medida humanitaria de libertad y me lo dijo. Yo siempre manifesté que no iba a aceptar la medida de casa por cárcel. El funcionario que estaba a cargo me dijo el sábado: “Leocenis, tienes una medida de libertad con presentación. Danos la dirección de dónde te vamos a llevar”. Yo le dije “me tienen que llevar a una clínica”, y él me respondió: “nada de eso. Te vamos a dar la custodia y te vamos a llevar a tu casa. Después tú te vas para tu clínica”. El comisario del Sebin me enseñó un papel que decía “medida sustitutiva de libertad”, pero no me lo entregó. “Es casa por cárcel”, me dijo. “Y te vamos a entregar a la policía nacional”. Ahí se armó el zaperoco. María Lucía lloraba, hasta la empujaron. A mí me agarraron unos funcionarios porque empecé a discutir y me montaron en la camilla y me amarraron para inmovilizarme. Fue cuando me trajeron para acá.

¿Cuál es tu situación hoy?

Hoy supuestamente tengo casa por cárcel, pero a mí no me han notificado de nada. Hay funcionarios cuidándome, en un momento dado hubo como treinta patrullas y querían estar en la puerta, pero los vecinos los sacaron a cacerolazos. Quedó una sola. Tú misma viste la situación extraña que hay allá abajo con los policías. El Ministerio Público debería sacar una nota y no lo ha hecho. No sé si puedo declarar. Desde el 2010 me han impuesto reiterativamente medidas cautelares de no participar en manifestaciones públicas y no dar declaraciones a medios, pero jamás les he hecho caso. Hay derechos que no se pueden violar y el derecho a la libertad de expresión es uno de ellos.

¿Por qué eres tan incómodo?

Venezuela vive tiempos complejos. No es tiempo de libertad de expresión y tampoco es el tiempo para franquezas políticas. Yo no me reúno con gente del chavismo en una taguara. Lo hago públicamente. Pero ellos saben que yo no soy comunista y me sienten como un personaje peligroso. Que cuando estas cosas tengan que defenderse, saben que yo estaré del lado que defenderá la libertad de expresión y la propiedad privada. Tampoco me reúno con la oposición en una taguara. También lo hago públicamente. Pero yo soy de centro izquierda. No soy militante ni de AD ni de Copei, ni de la Mesa de la Unidad. Tengo que mantener mi independencia para que no me miren con desconfianza. Cada vez que yo tengo un problema, unos y otros se apartan. Pero aparecen. En estos días han venido muchos a visitarme. Tengo libertad de conciencia.

¿Cómo ves al país?

El país está enfermo. Y cuando uno está enfermo hay que prestarle atención a los síntomas. Los síntomas que veo son preocupantes. Y hay que formar equipos de expertos para que diagnostiquen y curen. Yo le escribí una carta a Maduro. Le dije que yo, por mi posición, he tenido la oportunidad de escuchar a mucha gente. Por eso le recomiendo que haga lo que no hizo Allende: que llame a un acuerdo nacional. ¿Por qué pasar a la historia como el presidente a quien le reventó un estallido social?… Las medidas que hay que tomar son muy simples, pero todas tienen que ver con el empresariado y la propiedad privada. Y no las va a tomar, porque Maduro, como Allende, es un rehén de su propio partido.

¿Quién es Leocenis García?

Leocenis es alguien a quien le costó mucho meterse en este mar de tiburones que es Caracas. Desde el punto de vista periodístico y desde el punto de vista empresarial. Desde el punto de vista periodístico, esto es Caracas y yo venía de la región. Y no solo de la región, sino de una región donde los carajos caen tan mal como es Maracaibo. Y no solo de Maracaibo, sino de un barrio al sur de Maracaibo, llamado El Silencio. Tuve mucha resistencia. Cuando empecé a hacer las denuncias sobre PDVSA, nadie podía creerlas, solo porque no sabían quién era mi papá, ni mi mamá, ni dónde había vivido… decían que yo era un agente cubano, porque yo venía de la nada. Y después en el mundo empresarial, este es el único país del mundo donde no se necesita plata para hacer plata, sino amigos. Este es un país de amigos, hasta que te metes en un problema.

Ese hombre que salió de la nada es inteligente. Está lúcido y sabe para dónde va. Es valiente y decidido… y tiene apenas treinta y cuatro años. Leocenis García seguirá dando de qué hablar, de eso no me queda la menor duda.