De San Cristóbal a Táriba, fieles acompañan a la Virgen de la Consolación (Fotos)

De San Cristóbal a Táriba, fieles acompañan a la Virgen de la Consolación (Fotos)

Virgen-de-La-Consolacion-

415 años han transcurrido desde aquel esplendoroso milagro y, aún hoy, la virgen María de la Consolación sigue atrayendo hasta su casa a miles y miles de feligreses que a pie o en vehículos, en familia, solitarios o en procesiones se acercan cada 15 de agosto a rendirle honores a quien, según la fe cristiana, es la madre de Jesucristo –Dios hecho hombre–. La Nación

¡Se incendia la despensa! Debió gritar uno de los jóvenes que momentos antes intentaban convertir la tabla desdibujada de la virgen María en una paleta para jugar. Todos corrieron con la intención de apagar el fuego. Nunca hubo fuego. En aquella despensa estaba ocurriendo un milagro extraordinario, documentado tiempo después por cronistas de la época.





Hoy, como en aquellos años, el día se torna bastante especial para la feligresía católica de la región. Aquel asombroso portento derivó en la fiesta de la madre del hijo de Dios: María, bajo la advocación de Nuestra Señora de la Consolación, venerada en Táriba.

La Iglesia del Táchira, desde que inició agosto, se fue preparando para festejar los 454 años que han transcurrido desde la llegada de la tablita traída por los Agustinos en 1561 y los 415 años de la restauración prodigiosa de la sagrada imagen de la Virgen ocurrida en el año 1600.

Ese era el milagro que aquellos jóvenes estaban observando. Sucedió que luego de la llegada de los padres Agustinos –quienes trajeron a estas tierras la imagen de Nuestra Señora– para evangelizar a los indios Táribas, las tribus de los Guásimos y los Capachos atacaron la Perla del Torbes y los Táribas debieron huir de sus tierras. En medio del conflicto, los padres Agustinos regresaron a su convento en San Cristóbal y la imagen de la Virgen fue guardada por una india cristiana en su casa. Pasado el tiempo, la imagen terminó en una despensa.

El pequeño cuadro sufrió las inclemencias del tiempo y la figura de la Virgen se fue borrando. Así pues, el día en que estos jóvenes intentaron romperla –para hacer de ella una paleta de juego, y no lograr su cometido gracias a la madre de uno de los muchachos que reconocía la tabla como objeto sagrado– observaron, por la tarde, que el cuarto que hacía de despensa resplandecía como si se estuviera incendiando. Al correr para apagar el fuego, quedaron asombrados debido a que la imagen con la figura de Nuestra Señora de la Consolación estaba totalmente restaurada y de ella brotaba un resplandor.

 

Más información en La Nación