El gobierno es el único culpable del desabastecimiento y la escasez

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“La escasez vino para quedarse en Venezuela, si no se reorienta el actual modelo en base a la producción nacional; y la producción nacional no regresará si no le ofrecemos seguridad jurídica ni seguridad personal al inversor, es decir, si no se gana su confianza. Y el consumidor no dejará de comprar en forma nerviosa y desbordada, si tampoco siente que siempre va a tener los productos en la calle”. El aserto sobre este “círculo vicioso” corresponde a Rodrigo Agudo, coordinador del área agroalimentaria de la Unidad Democrática, al ofrecer su perspectiva en torno a uno de los principales problemas que afectan al país, consecuencia, en su criterio, del esquema económico equivocado que adoptó en la materia el Gobierno Nacional, cuyo peor rostro lo muestra la inseguridad agroalimentaria.





María Suárez / Unidad Venezuela

“Nosotros hemos perdido la soberanía agroalimentaria en términos reales. Hace 15 años nuestras exportaciones agrícolas – arroz, café, etc. -, financiaban el 30 %, 35 % de las importaciones agroalimentarias. Hoy, solo el 0,5 %. Es decir, un Gobierno que cacareó tanto el rescate de la soberanía, lo que ha hecho es hundirla”, manifiesta el experto, informando que en la actualidad el país depende 100 % de las importaciones para garantizar el abastecimiento de los repuestos agrícolas, de los insumos y de las semillas.

Especialista en Gerencia y Planificación, Agudo enfatiza que esta crisis implica una actitud irresponsable por parte del Ejecutivo, dada la circunstancia de no reconocer la gravedad del problema. “La primera señal de que pretendemos rescatar la confianza es cambiar un equipo de gerencia pública que ha demostrado totalmente su fracaso. El problema es de tal magnitud que nosotros hablamos en términos de rescate de la producción nacional como la única vía sustentable para garantizar el abastecimiento. Y no me refiero a autarquía, sino a una producción nacional que pueda generar excedentes agrícolas exportables para, con esas divisas, financiar o adquirir los bienes que no podemos producir en el país”, dijo el diplomado, completando que cada día que pasa las autoridades no rectifican con lo cual se torna más arduo reinstaurar la normalidad.

Producción hay… pero de problemas!

escasez2Antes de proseguir con su análisis, el declarante, ingeniero químico de profesión, ilustra la diferencia entre desabastecimiento y escasez. “El desabastecimiento es cuando el producto se consigue en una sola presentación o en una sola marca, y no como estuvimos acostumbrados que podíamos escoger marcas, presentaciones, de bajo pesaje o volumen alto dependiendo de los niveles numerosos que pudiera tener la familia. Y escasez, es cuando el producto no está – escasez absoluta no existe -, entonces, lo que tenemos es que el producto aparece y desaparece tres semanas”, apuntó, agregando que resulta difícil identificar una zona de Venezuela que presente más dificultades por encima de otra, toda vez que el desabastecimiento es general.

“Ahora, los esfuerzos que hace el Ejecutivo Nacional los centra un poco en las zonas más pobladas, abandonando al campo venezolano, partiendo de una falsa premisa hoy de que ‘el campo siempre votó más favorablemente al Gobierno’”, asevera Rodrigo Agudo, acotando que al caos descrito se le suma un alto índice de desempleo. “En este 2015 pudiéramos estar en presencia o ya casi hay indicios del peor año agrícola en las últimas siete décadas”, sentencia.

Aduce el representante de una de las principales mesas técnicas con las cuales cuenta la plataforma opositora, que, a diferencia del interior del país, como Caracas es el centro donde se genera la opinión, “es la ciudad donde el Gobierno trata de abastecer en mayor cuantía para poder bajar presión”.

A actualizar los documentos… hasta del perro

“Sea escasez, sea desabastecimiento, el único culpable es el Gobierno, porque el Gobierno controla cualquier movimiento de lo que es mercancía”, enfatiza.

El ingeniero, quien también presta asesorías privadas, no olvida, entre los efectos de mecanismos anómalos, el surgimiento de economías secundarias como el bachaqueo. “Hemos llegado hasta el colmo de que casi tienen que pedirle la cédula de identidad al perro para poderle comprar la comida”, ironiza.

bachaqueros3“¿El bachaqueo? Sí, yo creo que el bachaqueo le está haciendo un daño a la sociedad en términos de que le está vendiendo mucho más caros los productos y parte de esa sociedad no los puede comprar. Pero no digamos que los bachaqueros son los culpables del problema. El único culpable del problema es un Gobierno que no cumple con la Constitución que le exige y le demanda la seguridad alimentaria”, insiste el ingeniero Agudo.

Y vuelve a preguntarse, “¿qué es seguridad alimentaria? Disponibilidad del producto. Hoy no tenemos disponibilidad porque hay que hacer cola; accesibilidad del producto, hoy muchos venezolanos no tienen accesibilidad porque, a pesar de que hacen cola, cuando llegan no pueden pagar el precio del producto porque no tienen los recursos; y no hablemos de calidad, porque en este momento lo más importante es ver si consigues algo aunque sea parecido a lo que andas buscando; y, por último, variedad, porque yo puedo comer mucho y no necesariamente me estoy alimentando”, puntualiza, en referencia al consumo de calorías y proteínas.

Faltan artículos determinados e indeterminados

El consultor expresa que los artículos que más escasean son los productos más básicos, que son los regulados. “Basta que Ud. regule un producto para que ese producto tenga la sentencia de que va a escasear por una sencilla razón: estamos en una economía inflacionaria. Y estamos en una economía inflacionaria no porque la gente compre más, sino porque el Gobierno ha generado un gasto fiscal”. Es decir, según Agudo, los gastos del Ejecutivo Nacional están por encima de lo que puede soportar la sociedad.

De acuerdo con el ingeniero, aquellos productos que tienen alta dependencia de las importaciones son los que tienen una mayor probabilidad de escasear en forma permanente. “¿Por qué? Porque al Estado se le acabaron los dólares. Entonces, productos que necesitaban una importación tradicional como la leche, las oleaginosas, hoy son los que más escasean. Yo creo que el venezolano para conseguir un kilo de leche en polvo tarda un mes, mes y medio, cuando antes, hace dos o tres años, podía comprarlo en el automercado todos los días”, destaca.

En este gradiente que describe el expositor, continúan los artículos cuyas materias primas son de origen nacional. “El problema es que el Estado también olvidó al productor nacional, el Estado agredió al productor nacional y en los últimos dos años, como producto de la crisis petrolera y de la disminución de los recursos, el Estado ha reducido el abastecimiento para producir nacionalmente”.

“Entonces, empiezan a escasear no solo aquellos productos que hay que traer en términos importados, sino también los que se abastecen nacionalmente: la harina precocida con el maíz blanco; el café, que éramos exportadores, hoy escasea porque ya no se produce y tenemos que importarlo; el trigo, que es un producto netamente importado, está escaseando”, adiciona.

“La inflación no obedece a que los precios están creciendo sino al revés: los precios crecen porque hay inflación y la inflación se da porque tenemos un Estado que gasta más de lo que percibe; el crecimiento del gasto fiscal es la razón de la inflación y la inflación es la razón del incremento de los precios y cuando crecen los precios y los regulamos el producto desaparece”, enuncia el portavoz de la alianza política al presentar tal deducción de la ciencia económica.

Paseo por el campo… de producción a corrupción y depresión

Escrutando la génesis que nos ha conducido a este desastre, Rodrigo Agudo recuerda que las autoridades comenzaron a instrumentar, hace poco más de un decenio, líneas que dimanaban de razonamientos erróneos. “Como nación petrolera se partía del principio de que el país era rico y que siempre iba a tener dólares para importar. Por ende, yo podía sustituir importación nacional con importaciones. Por eso no se dedicó a hacer una labor de apoyo a la producción sino de destrucción, buscando el objetivo de querer cambiar las relaciones de propiedad: empezó a expropiar fincas, a expropiar terrenos, a expropiar empresas”, denuncia, mencionando el tristemente célebre ‘ser rico es malo”, tras de lo cual la propiedad se dirigió a lo social, a lo colectivo y, en últimas instancia, a la propiedad comunal. “ ‘No importa que baje la producción’, pensaron, ‘que se destruya la producción mientras cambiamos esa relación de propiedad porque tenemos dólares para importar’, creyeron”.

“Ud. oye al presidente Nicolás Maduro hablando de las empresas comunales. Pues resulta que aquí fracasaron las cooperativas, las empresas de producción social, las empresas socialistas, las empresas mixtas de sociedad, y ahora estamos inventando. Le cambian el nombre a cualquier cosa pero en aras de buscar un estamento económico que obedece a una ideología fracasada del siglo XIX”, se lamenta.

Agudo considera que bajo los nuevos esquemas de propiedad nació la corrupción, el despilfarro y la inseguridad, con lo cual se perdió la confianza en la inversión nacional, empeorando la situación a finales del 2014, “cuando ya las importaciones no son sustentables porque no tenemos los recursos para poder mantener esa demanda que se transformó de producción nacional en importaciones; comenzaron a escasear los productos, empezó a desabastecerse y después vino la escasez y el consumidor perdió, entonces, también la confianza en el Gobierno”, dictamina.

Problema estructural

“¿Y qué es lo que estamos viviendo hoy? Que el consumidor sale a comprar lo que vea, porque antes tenía un inventario de 4, 5, 6 días promedio, en su casa, porque compraba en forma diaria, semanal o quincenal, y ahora sale a comprar lo que quiera, lo que aparezca, para tratar de hacer un inventario de dos o tres meses. Ese consumidor, mientras tenga incertidumbre, angustia, no va a bajar su presión por la compra”, refiere el adjunto a la alianza partidista, expresando que la presión por la compra, que es mucho mayor que la capacidad de oferta, ha desatado toda esta crisis.

Abandonar el problema “estructural”, tal cual lo llama Agudo, demandará tiempo. “En los ciclos cortos, que en teoría tendría que dar respuesta en un año, año y medio, no tardaremos menos de tres años en restablecer el equilibrio, pues estamos hablando de arroz, cereales. Porque no solo se trata de la semilla y la siembra que es de seis meses: la maquinaría agrícola es insuficiente, está canibalizada y hay que reponerla, hay que rescatar tierras. En el ciclo medio, frutales, caña de azúcar, musáceas – plátanos –, que son producto de exportación, no demoraremos menos de cinco a siete años. Y en el ciclo largo, la ganadería – por razones mismas del ciclo biológico que se repone entre cinco y siete años –, vamos a tardar diez años”.

¿Cómo se soluciona esta crisis?, es la interrogante con la cual coordinador del área agroalimentaria de la Unidad Democrática concluye su diagnóstico, corroborando al restablecimiento de la confianza como el mejor camino. “Es necesario un gran acuerdo nacional en función del beneficio de la población, entre el Estado, el Gobierno, entre los productores y la academia. Y esa confianza se crea si todos los venezolanos nos ponemos a trabajar en función de todos los venezolanos y no un grupo trabajando solo para una parte del país y en detrimento de la otra parte”, sentencia Rodrigo Agudo, vislumbrando una nueva conformación de fuerzas en la Asamblea Nacional como una primera conquista para alcanzar ese objetivo.

Quien a buen árbol se arrima

La propuesta de una Ley de Producción Nacional aglutina la voluntad y la aspiración por el rescate del campo venezolano, en aras de acabar con la escasez y el desabastecimiento, y es izada como enseña por los aspirantes a la Asamblea Nacional en nombre de la Unidad Democrática.

Para el candidato a la reelección Julio César Reyes, postulado por voto lista en el estado Barinas, hay que revertir la actual política agrícola. “Para que el productor tenga siempre incentivos, que haya seguridad jurídica, que donde haya una unidad productiva sienta confianza en invertir, en mejorar sus rebaños, en mejorar sus siembras, y que haya las maquinarias y los insumos para tal fin. Y eso se mejora corrigiendo el presente sistema que impera en el país. Con la mayoría en la Asamblea Nacional impulsaremos la Ley de Producción Nacional, para que comparezcan los ministros a responder por las normativas del sector y podamos desde allí coadyuvar en esfuerzo conjunto, en esfuerzo mutuo, corrigiendo todos los males que han traído como secuela la poca producción, hoy convertida en escasez de alimentos”.

“Tenemos, al igual que el resto del país, problemas en rubros como el maíz blanco y el sorgo, que han disminuido; el algodón ya no se ve, ni tampoco la siembra de girasol. En fin, hemos venido de más a menos, lo cual significa parte de esa tragedia que vive el campo venezolano producto de la desinversión. Tristemente, digo que Barinas pudo haber sido un estado modelo, siendo el presidente Hugo Chávez nativo de allí, y miembros de su familia gobernantes de la entidad, y no es así: no ha sido un estado pujante, un estado potencia”, manifiesta quien actualmente es miembro de la Comisión Permanente de Finanzas y Desarrollo Económico del Parlamento.

Por su parte, Daniel Rangel, optante a una curul por el circuito 4 – Araure, Ospino – de Portuguesa, anhela que su región se convierta en el “granero de Venezuela”.

“¿Cómo lo vamos a lograr? Fomentando el aparato productivo, garantizándole un precio justo a cada agricultor para que tenga rentabilidad, para que no abandone los campos, garantizándole los insumos, los fertilizantes, los repuestos. Cambiando una economía de puerto, una economía de importación que no beneficia en nada al pueblo”.

“Esa es la propuesta que llevamos a la Asamblea Nacional, la que nos va a permitir salir adelante: que en cada abasto, que en cada anaquel se encuentren los productos para acabar con esas colas que tanto le han hecho daño al pueblo venezolano”, subraya el candidato a diputado por la Unidad Democrática, recogiendo la fe, el sentimiento y la esperanza por un país próspero y la inminencia de comenzar a hacerlo realidad a partir del próximo 6 de diciembre.