Un mochilero venezolano cuenta sus vivencias en India (entrevista)

Un mochilero venezolano cuenta sus vivencias en India (entrevista)

JuanMiguelLuces

 

El marabino Juan Miguel Luces Rincón, 26 años, dejó su trabajo de vendedor en una tienda de telefonía para aventurarse en un viaje de transformación espiritual. Él le cuenta a PANORAMA, en primera persona, sus primeros dos meses en India.





Por Luis Aguirre | Panorama

“Salí el  15 de julio desde Madrid vía Mumbai, tengo 26 años y trabajaba en una tienda de telefonía. Lo dejé todo porque India es el viaje de mi vida. Creo que aunque quisiera negarme a esta aventura, era una propuesta que no podía rechazar.

La oportunidad de montarme en un avión en mi zona de confort (Madrid) y bajarme en lo que parece un universo paralelo es motivo suficiente para un curioso y amante de lo desconocido como yo —sobre todo si tomamos en cuenta que es un viaje que se puede lograr con un presupuesto muy bajo—.

 

 

Sigo aquí, en India y el tiempo no cuenta. Desde que llegué  el tiempo básicamente ha dejado de existir, ¿qué día es hoy por cierto? Hasta ahora mi ruta ha sido la llegada a Mumbai, luego de unos días me fui a Pune a trabajar en una granja orgánica durante una semana, luego me trasladé a la ciudad de Nashik donde hay un festival llamado el kumbh mela que ocurre una vez cada 12 años, de ahí subí al estado de Rajasthan (frontera con Pakistán) quedándome primero en Jaipur, luego a Pushkar ( es una ciudad increíble construida en un oasis en el desierto y considerada una ciudad sagrada). Pasé casi un mes ahí, me enamoré de la ciudad,  pero ahora me encuentro en Jaisalmer.

 

 

Jaisalmer es una ciudad amurallada dentro del desierto Rajasthaní y aquí estoy pensando en cual es el próximo destino, tengo como un mes y tres semanas por este rincón de Asia. No sé  cuánto tiempo estaré por aquí, tengo muchas opciones y cuesta elegir… Vamos a ver qué pasa, pero seguro que estaré por lo menos unos meses más. Mi visa caduca en el 2016 y sería una pena irme teniendo aun visado.

 

Antes de venir me vi muchos documentales, películas y leí libros sobre India pero no puedes saber realmente lo que es hasta que estás aquí.  India te cambia la vida, creo que cualquier viaje te cambia la vida, pero la cuestión es en qué sentido te la cambia ¿no?

 

 

India es un territorio gigantesco y sobre poblado. Es un sitio que, quieras o no, te abre los ojos, es inevitable sentir una bofetada de realidad y conciencia. En las calles de Mumbai hay barrios donde literalmente vi a más familias durmiendo en la calle que perros. Pero cuando conoces a estas familias de pobreza extrema y ves lo feliz que son; la importancia que le dan a la unión, al amor y lo agradecido que son con lo poco que tienen, entiendes  que en India es ‘no es más rico el que mas tiene sino el que menos necesita’.

Entonces decidí aventurarme a conocer la India profunda, los  pueblos del interior, los menos turísticos donde puedes ver y vivir la verdadera esencia de este país.

En Pune, estado de Maharastra, visité un pueblo cercano para trabajar en una granja y viví en un pueblo de granjeros donde no había ido un hombre blanco antes.  Son tan pobre, tan pobre,  que las familias no podían comprar frutas para los niños, a tomar en cuenta que un kilo de plátanos cuesta menos de un dólar y no se lo pueden permitir. Eso es la india profunda para mí.

 

 

En India  la vida es muy social, no se vive pegado al teléfono ni a la tele ni con millones de cosas por hacer y cuando no tienes tantas distracciones resulta natural hablar con la persona que tienes al lado, y si es un forastero resulta más interesante. Al tener menos distracciones uno se vuelve más social y conecta con las personas que tengas al rededor.

Aquí no me he sentido inseguro, es extremadamente raro que te roben algo aquí o que te sientas amenazado, supongo que las raíces espirituales que están muy presentes en toda India jugará un papel fundamental en la ‘no-violencia’ que unifica a  los hindúes, musulmanes, budistas y cristianos en India.

Estuve viajando  solo 20 horas en un tren y no me pasó nada malo. Todo lo contrario. Tengo que explicar que la teoría de relatividad de Einstein aplica exageradamente aquí, el tiempo nunca había sido tan relativo para mí, ¿20 horas en tren?  ¡Ojalá hubieran sido 30! La pasé genial en los trenes, son entrecomillas cómodos, muy baratos y pude pasar las 20 horas asomado en las puertas abiertas del vagón mirando el paisaje pasar.

 

 

Los indios suelen ser muy amistosos y si te aburres no cuesta conseguir alguien con quien hablar, incluso si no tienes comida es muy normal que la persona sentada a tu lado te ofrezca arroz y lentejas con chapati (como el casabe) que tiene en su tupper. En el tren reflexioné que la vida siempre pasa pero hay que estar atentos para vivirla plenamente y no dejar que no pase en vano.

Lo que me ha parecido más curioso en india la gente pide que les hagan foto y no les importa a donde van a parar ni siquiera la ven… No hay mucho misterio detrás, aquí viven el día a día, y hacen lo que les haga feliz sin pensarlo mucho, cuando le tomas una foto y se la muestras se alegran muchísimo y eso ya les da un ‘boom’ de felicidad por un par de horas por lo menos.

 

No sé si India me ha hecho más observador, siempre he sido muy observador, pero si dejo claro que India despierta todos los sentidos. Aquí se acostumbra a mirar fijamente (casi intensamente) a los ojos de la persona a la que le hablas. Durante conversaciones casi puedes sentir las emociones que vive la otra persona, se crea una conexión. Es lo que algunos llaman una transformación espiritual que, a mi juicio, eso  la hace uno, no hace falta venir a India para experimentarlo.  Pero  si sientes que estas al borde de un cambio profundo en tu ser  o estás en busca de uno y no logras conseguirlo. Si vienes a la India está 100% garantizado que tendrás lo que buscas.

En mi caso, cuando coges tu vida y la metes en una mochila y te vas a ver qué te encuentras por el mundo hay momentos buenos y momentos malos, noches de lujo y de comodidad,  noches duras pero ricas en experiencia y gloria; es un equilibrio entre placer y sufrimiento, si está en equilibrio es una sensación mágica.

Yo siempre voy con la filosofía de: ‘Todo cambia en esta vida y si estas en un momento bueno disfrútalo porque no sera así siempre, pero si estas en un momento malo tranquilo porque no sera así siempre’, con eso puedo disfrutar plenamente de lo bueno y vivir en paz y paciente los momentos malos. India está llena de colores vibrantes, siempre hay un color que te vibra más según tu estado de ánimo, últimamente hago conexión con  el púrpura intenso”.