Aseguran que gobierno de Rousseff comete irregularidades en manejo de cuentas públicas

Aseguran que gobierno de Rousseff comete irregularidades en manejo de cuentas públicas

Foto EFE
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El Gobierno de la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, ha cometido y comete “irregularidades graves” en el manejo de las cuentas públicas, dijo hoy a Efe el fiscal a cargo de la investigación en que se basa la oposición para intentar un juicio político contra la mandataria.

EFE/Eduardo Davis

El procurador del Ministerio Público de Cuentas Julio Marcelo de Oliveira detectó el año pasado las maniobras fiscales realizadas por el Gobierno para maquillar sus resultados, que finalmente han sido reprobados por ese órgano de contraloría, que recomendó al Congreso que haga lo mismo, aunque la cámara aún no se ha pronunciado.





“Hay una multiplicidad de conductas irregulares”, dijo el fiscal en una entrevista con Efe, y resumió el asunto en que “el Gobierno generó gastos sin tener el dinero suficiente, sin sustentación financiera” y se valió de la banca pública para financiarlos.

Según la oposición, eso configura un “delito de responsabilidad”, contemplado en la Constitución como un posible motivo para un juicio con miras a la destitución de un mandatario, tesis rechazada por el Ejecutivo, que pretende consultar sobre el caso a la Corte Suprema.

La investigación realizada por el fiscal constató que en 2014 el Gobierno dejó de depositar en la banca pública, usada como agente de pagos, parte de los montos previstos para seguros de desempleo, subsidios a las familias más pobres y créditos para campesinos, entre otras obligaciones.

Eso llevó a los bancos a cubrir esos compromisos con sus propios recursos y le generó al Estado una deuda que el año pasado cerró en unos 40.000 millones de reales (hoy 10.530 millones de dólares).

Algo más del 50 % de esa deuda fue generada con el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES) y los montos restantes se reparten sobre todo entre la Caixa Económica y el Banco do Brasil.

De Oliveira explicó que esas irregularidades comenzaron en 2013, pero aclaró que al día 31 de diciembre de ese año el Gobierno llegó a cubrir sus deudas con la banca pública.

Sin embargo, las maniobras fueron retomadas a inicios de 2014 y se acentuaron en el segundo semestre de ese año, cuando Rousseff fue reelegida para el segundo mandato que comenzó el 1 de enero pasado.

A diferencia de 2013, esas obligaciones no se cubrieron y, aunque las deudas fueron reducidas por el Gobierno a inicios de este año, han vuelto a subir y al día de hoy se sitúan en la misma cifra en que cerró 2014, aseguró De Oliveira.

En opinión del fiscal, eso comprueba que ha habido “continuidad” en lo que calificó de “abuso” en el manejo del dinero público.

El Tribunal de Cuentas reprobó los balances del Gobierno de 2014 y ahora, con los nuevos datos aportados por el procurador, ha iniciado un proceso para examinar los correspondientes al actual ejercicio fiscal.

La oposición, apoyada en los datos de 2014, solicitó al Congreso el inicio de un juicio con miras a la destitución de Rousseff, pero lo dejó en suspenso después de que muchos especialistas del área jurídica consideraron que un delito cometido en el mandato anterior no puede servir como base para juzgar a la actual gestión.

No obstante, la investigación realizada por De Oliveira sobre la continuidad de las irregularidades durante los últimos meses le han dado nuevos bríos a la oposición, que este jueves presentó ante un notario público otro pedido de juicio político, fundamentado ahora en las maniobras fiscales de 2014, pero también en las de 2015.

Esa nueva solicitud será formalizada ante el Congreso el próximo martes y deberá ser analizada por el presidente de la Cámara baja, Eduardo Cunha, que hasta ahora ha rechazado once iniciativas de esa naturaleza porque no cubrían los necesarios requisitos jurídicos.

El fiscal De Oliveira declinó comentar si esas irregularidades suponen un “delito de responsabilidad”, como sostiene la oposición.

Explicó que el Tribunal de Cuentas solo examina los resultados del Gobierno y da un “parecer técnico”, que luego debe ser analizado por el Congreso, al que le corresponde la última palabra con relación al manejo de las cuentas públicas y sobre cómo debe ser tipificado el caso.