Armando Martini Pietri: Malandros y sinvergüenzas

Armando Martini Pietri: Malandros y sinvergüenzas

ThumbnailArmandoMartiniPietriAgo2015No son palabras de moda, son conceptos que empeoran, graves sustantivos que califican a un pueblo que se acostumbra a ellos. Porque no se trata sólo de que en Venezuela haya muchos malandros y sinvergüenzas y de que los medios y las personas se acostumbren a ellos, se trata de que alcanzaron el Gobierno de la Nación. Vale la pena recordar cuántos venezolanos se han ido del país en los últimos tres lustros en busca de evadir causas delictivas; arrepentidos, negociantes de culpas internas del Gobierno para salvaguardar libertades, asilos o depósitos bancarios. Una fuga que ya parece masiva, diaria, huyen no sólo los perseguidos políticos, huyen con sus familias incluidas y dejando claro que, si no culpables, se van corriendo porque han sido responsables de actos vergonzosos cada vez más miembros del poder.

En coloquial venezolano malandro significa: delincuente. Y sinvergüenza encarna: al pícaro, al bribón, al desfachatado, falto de vergüenza y al que comete actos ilegales en provecho propio, o que incurre en inmoralidades.

Fíjense en las declaraciones del Fiscal Nieves que acaba de escaparse. ¿Es un sinvergüenza en fuga? En mi opinión sí. Se va después de participar activamente en todo lo injusto y bárbaro de la persecución y los abusos contra Leopoldo López. ¿Qué lo asustó? Quizás entender que este Gobierno se acerca a su final; o quizás alguien lo hizo reflexionar y comprendió que lo de “obedecer órdenes” no lo libera de la falta ni del castigo en ninguna parte del mundo, ni siquiera en el ámbito militar. No importa, lo que cuenta es que fue cobarde en defender lo justo frente a los caprichos de gobernantes para quienes la Fiscalía y la Justicia en general no son más que implementos disponibles en sus manos. Y uno de los requisitos de la honestidad es el valor de ser honesto.





¿Cómo es posible el ensordecedor silencio cómplice ante las denuncias de una mujer, madre y esposa que ha sido vejada y humillada por sinvergüenzas y malandros cuando visita a su esposo injustamente preso? Que no vengan después aquellos que están violando descaradamente derechos humanos fundamentales a pedir perdón porque no sabían lo que hacían. Ni tampoco algunos partidos políticos a aceptarlos en sus filas con la estúpida e infeliz excusa ´de que hay que reconciliar y atraer al chavismo´. No me jodan.

El crecimiento desmesurado de la delincuencia, de la violencia, del abuso social, del homicidio no sólo se trata de un efecto socioeconómico ni político; es un problema, una falla social en desarrollo, aunque reconociendo que la falta de vergüenza, el desmoronamiento de los frenos sociales, la ferocidad, el robo, el comisionismo abierto, han encontrado en los últimos 20 ó 30 años sus ejemplos a seguir en gobiernos, políticos y empresarios de ocasión.

Hay muchos otros malandros y sinvergüenzas que en el tiempo han hecho mucho daño al país y a la familia venezolana, y que están disfrutando de riquezas mal habidas y de protección externa de otros países a cuenta de que han saltado a millonarios inmorales y algo aún más grave, a la aceptación social, pero todavía más lamentable, triste y sin justificación es que también disfruten de la impunidad interna disfrazándose de opositores y bajo la protección grosera de partidos políticos; o de la que les genera la hipocresía cómplice de quienes en el Estado deberían ser los primeros salvaguardas de los recursos económicos y de los principios morales y de legitimidad del Estado.

Y es allí, en los Poderes Constitucionales, donde están los primeros responsables, civiles y militares.

Nuestro país está atiborrado y repleto de estos especímenes que merecen –nada menos- que el repudio de los ciudadanos decentes, con principios morales y éticos. Afortunadamente son la minoría; pero una minoría que parece mayoría, son los que mandan, los que disponen de nuestras vidas, los que comenten felonías y fechorías con total impunidad, se dan la gran vida con lo que se roban y lo hacen público, sin esconderlo, sin pudor ni rubor y se la restriegan en la cara a todo un país que está en crisis social, económica, política, de principios y valores.

Hay que rechazar con contundencia la sinvergüenzura y malandrines que no merecen sino enfrentarse a la justicia y pagar por sus delitos. Y lo que nunca podemos permitir es la protección y colaboración social, tan dañina que ha consentido que algunos descarados e insolentes tengan el cinismo de postularse para diputados a la Asamblea Nacional.

Venezuela no merece que su destino actual y futuro esté depositado en malandros y sinvergüenzas. Venezuela merece mejor y tendrá mejor.

@ArmandoMartini