Carlos Tablante: La caída

Carlos Tablante: La caída

thumbnailcarlostablanteHace unos días volví a ver el largometraje La Caída con el magnífico actor Bruno Ganz en el papel de un Adolf Hitler en sus últimas horas, cuando asediado por el fracaso, se negaba a reconocer la derrota. En su desesperación por mantenerse en el poder, acusaba a sus más íntimos colaboradores y a todo el pueblo alemán de “traidores”. Sin querer ver la realidad de su mermada fuerza y de la ruina en la que había convertido a su país, amenazaba con mantenerse en el poder “como sea” y que “jamás se entregaría”.

Venezuela quiere cambio. Por todos lados la gente clama por un cambio de rumbo que signifique el reencuentro entre venezolanos, un auténtico diálogo nacional para resolver los graves problemas que nos afectan a todos en lo económico y en lo social. Hay que sacar al país de la peleadera destructiva y unir los esfuerzos de todos, sin exclusión. Ahora mas que nunca es el momento de la fuerza de la serenidad. La única rebelión posible para expresar nuestro descontento por lo que estamos padeciendo es la rebelión de los votos, la rebelión electoral. El próximo 6 de diciembre se inicia un cambio en paz y democracia para darle plena vigencia a nuestra Constitución.

Los señalamientos del intelectual progresista estadounidense Noam Chomsky y del dirigente político español Pablo Iglesias -que antes apoyaron al chavismo- sobre la violación de los derechos humanos y la corrupción en sus críticas al gobierno de Maduro, se hacen más evidentes con las declaraciones del fiscal Franklin Nieves que ha denunciado el entramado de mentiras basadas en falsos positivos del régimen para condenar a Leopoldo López y mantener en prisión a Antonio Ledezma, Daniel Ceballos y Manuel Rosales, entre otros presos políticos.





Se judicializa la política para criminalizar a quienes piensan distinto y al mismo tiempo se le da licencia a los corruptos que han saqueado el país. Los cuerpos policiales concentran su actividad represiva contra todos aquellos que no tienen el poder del dinero para comprar impunidad. Las revelaciones de los ex magistrados del TSJ Eladio Aponte Aponte y  Luis Velasquez Alvaray, confirmaron esta criminalización de la política para perseguir a los opositores y favorecer a corruptos y narcotraficantes.

La presidencia bicéfala ejercida por Maduro y Cabello, ha demostrado que no tiene la capacidad para enfrentar la gravísima situación socio-económica que vivimos los venezolanos. En lugar de buscar acuerdos con los trabajadores y empresarios, se descalifica a los dirigentes sindicales y gremiales que reclaman reivindicaciones laborales y se ataca a los empresarios grandes, medianos y pequeños. Frente a la emergencia social y económica, la respuesta es intervencionista y destructiva a través de un Estado delincuente, ineficiente y corrupto.

Cuando Maduro dice que “no entregará a la revolución”, le respondemos categóricamente que el país no necesita, no quiere ya, esa “revolución”, que se la puede llevar a donde quiera pero que Venezuela marcha unida e  imparable hacia un cambio profundo a partir de diciembre. Ni las amenazas, ni el ventajismo, ni el abuso de poder podrán detener la gran victoria del cambio. Quienes tratan de sembrar miedo diciendo que una derrota del Psuv representaría el caos, tratan de ocultar  que, precisamente, lo que está padeciendo el país ya es el caos, el caos  de la inseguridad y violencia, el caos de  la mayor inflación y escasez de alimentos y medicinas del mundo. El país no quiere el continuismo de este modelo fracasado. Todos, incluso muchos de aquellos que apoyaron anteriormente a Chávez, saben que ha llegado la hora de cambiar. La etapa que se inicia el 6 de diciembre debe ser de respeto y tolerancia, lo cual pasa por la inmediata liberación de los presos políticos, en un ambiente plural y democrático que debe focalizarnos en la necesidad urgente de cambiar este régimen autoritario, militarista y corrupto.

La caída del régimen es indetenible. Es tiempo de sustituir el estado delincuente por el Estado de Derecho donde, insistimos, se le otorgue plena vigencia a la constitución y las leyes. Para ello es indispensable tener una mayoría calificada en la próxima Asamblea Nacional que facilite una salida pacífica y democrática a la emergencia institucional que padece el país.