Edgardo Ricciuti: Ritual Compulsivo

Edgardo Ricciuti: Ritual Compulsivo

thumbnailcolaboradores-190x1301Por @edgardoricciuti de @VFutura

Errare humanum est, sed perseverare diabolicum.

En pocos días estaremos asistiendo a un nuevo pero recurrente ritual compulsivo de la realidad política venezolana: votar sin poder elegir. El automatismo irracional conducirá nuevamente al mismo desenlace que repetidas veces hemos visto. Hasta el momento del anuncio de los resultados, no se razonará, ni se indagará sobre el escenario, mucho menos se examinarán las experiencias pasadas, el miedo hará a la perfección su trabajo y reinará: anular al ser pensante. Después del anuncio de los resultados, para esquivar responsabilidades, todo aquel que acudió hipnotizado a su ritual compulsivo recurrirá a su habitual cucharada de Maalox con sabor a “hice lo que me dijeron que hiciera”, o “hasta en Corea del Norte yo soy demócrata”, con lo que sedará a todo demonio interno.





Lejos de ser racional y voluntario, el votar en Venezuela se ha convertido en una re-acción involuntaria derivada de una excitación inducida y pilotada producto del desespero.

El encauzamiento hacia conductas comportamentales inducidas y predecibles por parte del sistema político, son mucho más frecuentes cuando la capacidad de crítica racional está fuertemente comprometida por la desesperanza, la inseguridad y el miedo.

Ya Le Bon, en su famoso texto Psicología de las Masas, afirmó que las multitudes no se guiaban por la razón, ya que el estado de ánimo del colectivo se caracteriza por el sentimiento y no por el pensamiento. La sindéresis para poder evaluar situaciones y elegir racionalmente, se ve exponencialmente aún más afectada por el aumento de la angustia y la inseguridad. La inducción incremental de factores que inciden en el aumento de la intranquilidad por parte del régimen, acrecentará la obnubilación de la razón, favoreciendo conductas colectivas programadas que refuerzan esa “teatralidad” política actual, muy providencial para la sobrevivencia del establishment.

A sabiendas de que el colectivo necesita ilusiones, el sistema político ofrece gentilmente el espejismo electoral como falsa esperanza y garrote a la vez.

Otra victoria electoral del régimen, no sólo lo legitimará nuevamente ante el mundo, sino que reafirmará su legitimidad “mágica” –weberianamente hablando- frente a sus vasallos y fracturará una vez más la médula espinal de sus “opositores”. Paradójicamente, este último aspecto, lejos de hacerlos reaccionar a los que creen oponerse, los transforma aún más en súcubos del sistema para la próxima farsa electoral. Un ego muy fuerte producto de inseguridades emocionales y temores de ostracismo, difícilmente les permitirá salir de esa espiral de engaño, produciendo nuevamente las condiciones favorables para que sus opresores puedan repetir el artificio fraudulento.

Para aquellos que siguen tomándole la mano a sus progenitores para cruzar la calle y lo único que hacen con diligencia es preguntar, ¿qué propones?, muy respetuosamente les sugiero tirar a la basura ese Maalox que los anestesia y hacerle esa pregunta a su conciencia.