Gustavo Tovar-Arroyo: El buen ladrón venezolano

Gustavo Tovar-Arroyo: El buen ladrón venezolano

thumbnailgustavotovararroyoEl primer Santo

A diferencia de lo que muchos saben, el primer Santo vinculado con el catolicismo no fue uno de los apóstoles, ni José ni Juan el Bautista o María, tampoco la Magdalena ni el mejor amigo de Jesús, Lázaro, a quien resucitó de la muerte; el primer Santo fue un ladrón.

Sí, un ladrón que habiendo sido crucificado junto a Jesús tuvo la conciencia de reprender al otro ladrón crucificado (al malo) por haberse burlado de Cristo en su lecho mortal.





Según cuenta Lucas en sus memorias de la época, el mal ladrón incriminó a Cristo porque no se salvaba a sí mismo ni los salvaba a ellos (los ladrones). El buen ladrón se irritó con el mal ladrón y en un singular ejercicio de conciencia crítica le recordó que ellos sí eran unos malhechores que merecían ser crucificados, pero que Cristo no merecía semejante castigo: “Él ningún mal hizo”.

Para el buen ladrón, Jesús era un “Dios condenado”, a quien le rogó en un arrebato de fe que se acordara de él -del buen ladrón- “cuando llegase a su reino”.

Cristo lo santificó de inmediato: “Te digo que hoy estarás conmigo en el Paraíso”, es la primera canonización en vivo y directo de la que se guarde memoria.

El buen ladrón fue humilde y coherente, se arrepintió genuinamente de sus pecados y fue santificado, se ganó el cielo.

 

La índolde del chavismo en un párrafo

Para mí el buen chavista no existe, no conozco uno solo que sea “bueno”.

Claro, existe el “chavista” que deja de serlo, que cambia. Cuando lo hace es porque se ha dado cuenta del terrible daño que el chavismo le causa al ser humano y a la sociedad, se da cuenta como destrozaron sin estupor a Venezuela.

Un chavista arrepentido se avergüenza de haberlo sido, lo oculta, lo esquiva, agacha la cabeza. Si su arrepentimiento es genuino se convierte en un antichavista furibundo, abomina su pasado, intenta pisotearlo.

Dime si eres chavista y te diré quién eres.

Es muy fácil, facilito, dilucidarlo. Aquí su índole en un párrafo: promiscuo, resentido, corrupto, intrigante, cínico, déspota, nuevo rico, deshonesto, riesgoso para toda sociedad, fingidor, cobarde, chismoso, caprichoso, irresponsable, frívolo, despreciable y despreciado; hostil, siempre hostil, con un arma o con un micrófono, pero hostil.

Todo de manera encubierta, intentando aparentar lo contrario.

Venezuela es una consecuencia palpable del asomo del chavismo desde el 4 de febrero de 1992: una balacera, una confrontación perenne, una persecución y una tortura “por la paz”.

¡Cínicos! ¡Ellos son la guerra y todas sus muertes!

Su mala calaña es evidente: Diosdado Cabello, Jorge Rodríguez, Nicolás Maduro, Mario Silva, Tareck el Aissami, Pedro Carreño, Luisa Ortega Díaz, Tibisay Lucena, Iris Varela, Cilia Flores, entre otros, la lista es larga. Nunca cambian ni cambiarán. No hay arrepentimiento ni autocrítica.

Son los malos ladrones, están condenados. No rectificarán jamás.

 

La úlcera chavista

El chavismo exacerbó la inmoralidad a niveles escandalosos y penetró en todos los estratos sociales, culturales y económicos de nuestra nación, son una lepra postmoderna que lo ulceró todo.

De allí que la descomposición en Venezuela ya no sea sólo chavista. La encontramos en todas partes, las llagas de inmoralidad en nuestra sociedad son evidentes.

En estos días leí con vergüenza ajena, más bien con lástima, que un grupo de opositores venezolanos forman parte de una cumbre que invita, desde Washington, a “invertir” en Cuba.

Quedé boquiabierto por dos cosas. La primera, porque me sorprende que todavía puedo asombrarme. La segunda, porque los flamantes “opositores” venezolanos pro Cuba no son capaces ni siquiera de darse cuenta -ya que no de su inmoralidad (sería mucho pedir en una tierra arrasada por la peste de indecencia chavista)- de la envergadura de su incoherencia (¿estupidez?). Eso sí que es asombroso.

Nadie puede entender lo acontecido, los únicos que podrían estar contentos con semejante torpeza son los chavistas, después de todo tenían razón: Cuba es un mar de felicidad, hay que invertir en ella.

¿No fue lo que hizo Chávez?

 

Una curiosidad sospechosa

Cualquier inversión económica está basada en la confianza; en la producción de bienes y servicios celosamente protegidos por un marco legal conocido; en la posibilidad de competir con reglas de juego claro; y en el intercambio libre y justo, aceptado por las partes no impuesto con un fúsil en la cabeza.

Eso en los países más o menos normales, no con el chavismo (ni en Cuba).

Con el chavismo la inversión económica es una corruptela, un negocio a trastienda, un sobreprecio y una comisión a escondidas, un control total del intercambio para estrangular y esclavizar a la sociedad, para someterla. La riqueza se acumula en pocas manos: la de los chavistas (los malos ladrones) y la de sus socios (¿los buenos ladrones?), muchas veces opositores.

Los negocios son tan descomunales como descarados.

Es una curiosidad cuando menos sospechosa que los mismos venezolanos que promueven hoy inversión económica en Cuba sean los que en su momento intentaron evitar sanciones diplomáticas contra los chavistas en los Estados Unidos por violadores de los derechos humanos.

No los acuso ni los exculpo, para mí son llagas de la misma peste.

 

¿Quién es el buen ladrón venezolano?

En un país como en Venezuela en el que el chavismo ha robado todo y de todo, es muy difícil determinar quién en realidad es el buen o el mal ladrón. Incluso, en ciertos casos, por su conducta más que por su discurso, es difícil determinar quién es bueno o malo entre los opositores.

Nadie puede tirar la primera piedra. Todos estamos ulcerados, llagados, heridos. Nadie quedó inmune. Todos en mayor o menor medida somos responsables de esta desgracia.

Si partimos del ejemplo cristiano y de la memoria del primer Santo concluiremos que quien rectifica del chavismo se convierte en el buen ladrón -se salva- porque es capaz de autocrítica y de cambio, porque aspira a la renovación moral y la ejerce.

El mal ladrón está identificado, es chavista (u opositor que se comporta como chavista) y nunca cambiará. Pero el buen ladrón, el que rectifica, es la mayoría de los venezolanos. Somos tú y yo, somos todos. Nosotros juntos somos la fuerza movilizada del cambio.

Venezuela es un Paraíso, ganémoslo unidos, votemos, movilicémonos, defendamos el cambio. Mandemos para el carajo, bien mandados, a los malos, para que nuestra nación no sea dividida más nunca entre buenos o malos, para que nuestro país sea identificado por sus fraternales lazos venezolanos.

Se acerca el día. Tu día.

El nuestro.

@tovarr