David Morán Bohórquez: Bienvenido a la calle, Nicolás

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A donde debiste estar desde el año 2014, cuando le anunciaste al país que harías un “gobierno de calle“. Desde entonces, y con un par de leyes habilitantes en tus manos, la situación pasó de mala a crítica. Pero ni te acuerdas que lo ofreciste.





Antier vociferabas por televisión que “Si se diera una hipótesis trasmutada (¿?), rechazada y negada, (de la derrota en la AN) yo estoy seguro espiritualmente, moralmente, políticamente y militarmente preparado para asumir la derrota y me lanzaré a la calle

Pues que bueno que aceptes “asumir” la derrota y aterrices en la calle, que no pisas en mas de 15 años de estar pegado a las mieles del poder. Solo en este año has estado pisando las calles de China, Rusia, Catar o Cuba más que las de Catia o el 23 de enero. Y mucho menos las del Saladillo o el Sur de Valencia. O las de El Valle, tu supuesto terruño.

Ninguno de los candidatos del Psuv te quería en sus campañas. Ellos se abrazan a la imagen del galáctico, pero tu te empeñaste en hacer de sus candidaturas la tuya también. Un error que lo pagarán caro. ¿Y por qué Nicolás? Porque la gente no te quiere, o te quiere poco. Desde tu muy oscuros manejos de la muerte de Hugo Chávez, que causó suspicacia en todo el planeta, pasando porque te negaste a “abrir todas las cajas” para demostrar la limpieza de tu pírrica victoria sobre Capriles, como lo ofreciste por televisión, hasta tu actual silencio ante la captura en Haití, traslado y acusación de dos familiares cercanos de Cilia por narcotráfico en Estados Unidos. Muchas veces el hablar de más como el callar ante lo obvio indican la intención de mentir y de ocultar. Y eso, desde el poder, es inaceptable.

Sal a la calle y móntate en un metrobús. Escucha los relatos de horror de la gente común sobre la inseguridad, la delincuencia, el narcotráfico, donde la maldad queda impune. Pide que te hablen sobre los secuestros.

Camina, y entra a un Bicentenario, de esos que juras que están full. Mira las caras de las personas, de rabia y resignación ante la poca oferta. Detalla la calidad de lo que venden. Trata de comprar huevos, leche, carne de res. De comprar jabón de olor, o cloro o algún champú. Intenta adquirir pañales desechables o papel tualé.

Desde que asumiste el 19 de abril de 2013, has hecho la obra de tu gobierno el que no “te tumben”. La única. Te ufanas que te has “garrapatizado” en el poder, como cualquier tirano, llamando “golpista” a cualquiera que proteste por cualquier cosa. Eso es intolerancia. Tienes una cantidad apreciable de presos políticos, a quienes les has adulterado sus procedimientos judiciales.

Reúnete con los alumnos más humildes de la UCV y pregúntales a quién califican de esbirro. O de cualquier otra universidad. Pregúntales cómo harán para casarse siendo ambos profesionales y dónde conseguirán empleo de calidad, cómo van a comprar un “nido”, o aún algo más básico: un teléfono celular.

Tratas de presentarte como un “hijo” humilde de la calle, como un “avispado” que se las sabe todas. Para ello te vistes con un mono gigantesco, o un chalecón. Tocas congas con los codos (¡váyalo!) y bailas salsa o tambor con Cilia (¡urrpia!). Si fueses avispado sabrías lo que pasa en la calle, en los cuarteles, en las universidades, en tu entorno y en las pocas fábricas que quedan. Con lo del “tumbao”, no gracias, prefiero ver bailar y tocar al negro Oscar D’León.

No estás preparado militarmente Nicolás. Tienes militarizados y en “estado de excepción” a 23 municipios de tres estados, el 7% de todos los municpios del país, desde que se iniciaron las medidas en agosto. Con eso no bajó ni la escasez (la excusa) ni la inseguridad. Desde el año 2010, todo el sistema eléctrico nacional se encuentra militarizado. Los apagones continúan y en aumento. Pero prefieres engañar y culpar a otros. Las OLP tienen meses desplegadas, y la matazón de venezolanos continúa. Los militares controlan las empresas de Guayana, pero todas están en pérdidas.

Entra al stadium universitario a un juego cualquiera de pelota y pregunta a los “panas” qué opinan de la inflación o de la “guerra económica”. Pregunta por los refuerzos importados.

Ve a Margarita por ferry y trata de comprar whisky “banda roja” en la zona franca. O algún chocolate.

Visita a una de esas familias “amigas de siempre”. Trata de aparecerte con una “carnita pa’la parrillita” y diles que vas a estacionar el “carrito” en la calle. Escucha lo que te dicen.

Escarba la moral del “pueblo”, del ciudadano venezolano, a ver qué opinan de las “Misiones”, de cómo no resuelven sino el bolsillo de unos pocos. De las otras “obras” de tu gobierno. Oye con cuidado lo que opinan sobre la obscena e injustificable riqueza de funcionarios públicos, de las camionetas, las nuevas casas y apartamentos, de los escoltas. De sus viajes.

Trata de llenar una carpeta Cadivi. Comprarte un carro, una batería, unos amortiguadores. La medicina de la vieja. Un laptop para el chamo. Un balón de fútbol. La “pinta” del año nuevo. Un par de zapatos.

Bienvenido Nicolás, ya habrás entendido la ironía. Porque no quieres volver a ella. No estás espiritualmente preparado. Tu alma de “revolucionario” te impide comprender que el poder no te pertenece. Que es temporal. Que lo vas a entregar y que tendrás que rendir cuentas, como todo funcionario público.

En estas elecciones parlamentarias, son otros lo que tienen fecha de vencimiento, no tu Nicolás. Y lo sabes.

Pero ocultas ese miedo al avance de otros “alardeando”. Amenazando con el trabalenguas “como sea”, que no significa nada. Porque si de verdad conocieras la calle, ya sabrías cómo reacciona el venezolano ante un mandatario que se pasa de abusador y sabrosón.

 

P.D. El término correcto de nombrar a un mandatario en ejercicio es el de “señor”, calificativo de cortesía por excelencia. En este caso no aplica, a quien desde el poder vilipendia, menosprecia, calumnia, insulta, ofende a todo aquel que no esté de acuerdo con él.