Norberto José Olivar: Instrucciones para antes de votar

Norberto José Olivar: Instrucciones para antes de votar

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Para @LennisRojas

 





Acabo de leer un relato de Jhumpa Lahiri, «Una medida temporal», en el que un joven matrimonio se entera de que el servicio eléctrico será suspendido una hora, cada noche, por una semana. Y durante esas jornadas de oscuridad, deciden jugar a decirse la verdad sobre cualquier cosa que se les ocurra. Inevitable no acordarme de «El juego del Apocalipsis», de Jorge Volpi, que va de lo mismo, pero en Patmos; en fin, la tensión sube con cada noche que pasa. No obstante, la chica se guarda la confesión más grave para la última, y justo cuando llega su turno, la luz regresa de improvisto —bueno, creo que estoy alterando, ligeramente, el orden de los hechos—, como sea, ella ya ha decidido —esto sí que sucedió— decirle a su compañero que debían separarse. Pero ahora recuerdo mejor el relato, y esa última ocasión dedicada al peligroso juego, mientras aún tenían luz, ellos optan por apagar todo y retomar la sesión de sinceridad radical a falta de algo mejor, y sortear así, una vez más, el tedio conyugal que venían acumulando desde hacía un tiempo. Y la chica dijo lo que ya dije. Lo cierto es que la oscuridad abrió la posibilidad de ser honestos el uno con el otro. Y con esa rara sensación que te dejan algunas lecturas, todavía sosteniendo el libro Intérprete de emociones, de la señora Lahiri, que incluye el relato que les mencioné, pienso en que la oscuridad no es tan maligna como la pintan, más bien es un instante único para ver mejor en nuestros adentros y decirnos lo que sea que tengamos que decirnos. Lástima que no aprovechamos las largas horas de oscuridad que nos regaló el irrenunciable Jesse Alonso Chacón Escamillo. Un país a oscuras puede resultar una gran terapia para pensarnos y decirnos muchas cosas que tenemos bien guardadas, y recuperar de esta forma la salud ciudadana, aunque para la clase política podría significar un verdadero desastre.

Por eso el ocio reflexivo no es recomendable en revolución. Es mejor salir a regalar artefactos para enchufar y no permitir que nadie, que el pueblo, se quede a solas consigo mismo. Quizás esto explique por qué la oscuridad sea sinónimo de miedo. No sería muy descabellado, entonces, proponer que antes de pararnos frente a la máquina de votación, pasemos unos minutos en un cubículo a oscuras. Así entenderíamos que la culpa de toda esta calamidad republicana y personal que padecemos es solo nuestra y de nadie más.

@EldoctorNo