Vladimiro Mujica: Los sepultureros de la revolución

 

thumbnailvladimiromujicaEl último paso en la peligrosa escalada de confrontación de la oligarquía chavista contra la decisión del pueblo venezolano, expresada de manera inequívoca a través del sufragio, y que se traduce en una mayoría de la resistencia democrática en la AN, es verdaderamente vergonzoso para cualquier persona de talante democrático, chavista o no. El mandato contenido en la Constitución no deja lugar a dudas:

Artículo 5. La soberanía reside intransferiblemente en el pueblo, quien la ejerce directamente en la forma prevista en esta Constitución y en la ley, e indirectamente, mediante el sufragio, por los órganos que ejercen el Poder Público.





Los órganos del Estado emanan de la soberanía popular y a ella están sometidos.

El ciclo de burla, engaño y traición al pueblo que se iniciara hace cerca de 20 años está llegando a su etapa terminal y más trágica para Venezuela. Enfrentados al rechazo del pueblo al que pretenden interpretar; por quien dicen soñar; y al cual pretenden dirigir, la oligarquía enquistada en el poder pretende cometer el atropello último: minar y desconocer el mandato popular, origen único e indiscutible de cualquier pretensión sobre los destinos de Venezuela a los que se crea con derecho la revolución chavista.

La corrupción moral e intelectual que se esconde detrás de la maniobra politiquera de pretender vaciar de poder a la AN que entra en funciones en enero de 2016, no puede entenderse sino por el temor cerval que habita en Miraflores a perder el poder. Como si no fuera suficiente la apropiación del nombre de Bolívar, la distorsión de nuestra historia, el empobrecimiento de la nación, y el enfrentamiento entre venezolanos que ha producido este dislate histórico de proporciones épicas, hay que ahora sumarle la usurpación de la soberanía popular. No se trata por supuesto de que el grupo encabezado por Maduro y Cabello sean los responsables exclusivos del desastre en que se ha convertido Venezuela. La expresión “el legado de Chávez” tiene al menos dos interpretaciones. Para sus seguidores, Chávez dejó la semilla del sueño revolucionario y el grupo actualmente en el poder está destruyendo ese legado y arruinando el considerable capital político que construyera el Comandante. Para la resistencia democrática una parte importante de ese legado es, precisamente, haber dejado a Venezuela en manos de Maduro. Más aún, en cada uno de los pasos que da, o deja de dar, el gobierno venezolano en relación a la economía, el control social y de los poderes públicos, y la represión de la disidencia, se puede evidenciar con claridad el legado de Chávez. Es por eso una tarea de gimnasia mental y política muy compleja la que los antiguos ministros del gabinete de Chávez, como Héctor Navarro, Jorge Giordani, o Víctor Alvarez, por sólo mencionar a algunos que se han convertido en letales críticos del gobierno, pretenden afrontar cuando intentan separar las aguas primigenias de la revolución de los actuales lodos de la destrucción de la nación.

Pero en rigor, debo admitir que pienso que gente como Navarro, Giordani y Alvarez, aunque profundamente equivocados, creyeron en algo, y que para ellos es moral y éticamente válido plantearse la salvación de su versión del legado de Chávez. Nada de esto es válido para quienes pretender desconocer la soberanía última, que descansa en el pueblo, para salvar su propio pellejo y arrastrar a Venezuela a una hecatombe de enfrentamiento y parálisis en la cual el espectro de la violencia gravita cada vez con más fuerza. Su conducta convierte a los cabecillas de este despropósito en los verdaderos sepultureros de la revolución, y así debería ser reconocido por propios y extraños. Otra sería la realidad si Maduro y Cabello asumieran el mandato popular, actuaran como estadistas y le tendieran la mano al otro país. El pueblo venezolano votó por un cambio, por la reconstrucción y reunificación del país y los usurpadores de la soberanía popular pretenden impedirlo. De eso se trata, ni más ni menos, lo que intenta hacer la oligarquía chavista gobernante.

Ante esta pretensión no queda sino enfrentarla. La pregunta importante es ¿Cómo? En primer lugar hay que reconocer que la FAN no se prestó al fraude contra el pueblo ni a la violencia que se pretendió avanzar cuando se conocieron las resultados de la elección. Esto es una variable muy importante a tener en cuenta en el proceso que sigue, porque a pesar de las declaraciones insolentes y belicosas contra la voluntad popular que emanan del Presidente de la República y el Presidente de la Asamblea Nacional, quienes le deben su autoridad a la soberanía del pueblo que pretender desconocer, ellos no las tienen todas consigo y avanzar lo del Poder Comunal exige una base política que ya no tienen. Por otro lado, todo el poder de chantaje de una potencia imperialista petrolera del que Venezuela gozaba se ha venido a menos y los ojos del mundo están puestos sobre nuestro país para exigirle al gobierno que respete no solamente los resultados de la elección, sino que asuma las consecuencias políticas de su derrota. Todo esto indica que si la resistencia democrática mantiene su curso de acción y el nivel de contacto con la gente, que fueron claves para la victoria, y se le explica con claridad a nuestro pueblo la naturaleza de sus actos, al tiempo que se trabaja para adelantar propuestas y soluciones a la tragedia nacional, la acción de la camarilla en el poder se revelará como una gran bravuconada.

Resta por saber lo que hará lo que queda de chavismo honorable, democrático y con sentido de la ética política frente a la acción de usurpación de la soberanía popular que pretende el gobierno y un sector del movimiento político chavista. De su respuesta y la de la resistencia democrática, tanto la agrupada en la MUD como en la sociedad civil, dependerá que los sepultureros de la revolución no terminen por arrastrar a Venezuela a una tragedia. El pueblo ya habló. ¿Por qué es tan difícil escuchar el estruendo cívico y pacífico de esa voz?

Vladimiro Mujica