Nelson Ramírez: 23 de Enero: ¿Júbilo o luto nacional?

Nelson Ramírez: 23 de Enero: ¿Júbilo o luto nacional?

thumbnailnelsonramirezLos procesos políticos que ha vivido nuestro país han sido en suma bastante traumáticos, en los que su repercusión en la vida y desarrollo de Venezuela han jugado un elemento determinante para fraguar y consolidar la miseria, pobreza y  el retroceso que hoy arropa a todo el país.

Si hacemos una retrospección histórica podemos encontrar indicios que nos pueden ayudar a comprender nuestra situación, y es que, con toda la concatenación de hechos  ocurridos en el país luego del 23 de enero de 1958, no es casual  el deterioro económico, social, político y cultural en que se encuentra Venezuela, justamente de aquí parte la complejidad del problema actual.

El período del Nuevo Ideal Nacional estuvo signado por aciertos que condujeron al país por un camino de desarrollo y de prosperidad tangible en la calidad de vida de los ciudadanos, nunca vividos después de dicho período. El objeto no es reivindicarlo, se trata de volver a nuestros referentes, incluso los más inmediatos en virtud de la corta memoria histórica colectiva, no para revivirlos o copiarlos de manera nostálgica, sino para su estudio y revisión, a fin de cuestionarlo, entender y  comprender en que nos hemos equivocado y sobre todo porqué a pesar de todos los incesantes fracasos continuamos repitiendo los mismos errores como ciudadanos, como sociedad  y como país.





Nos referimos a esta fecha como luto para nuestro país, pues, lo que verdaderamente derrocaron fue el camino de un pujante desarrollo que comenzaba a transitar Venezuela. Sustentamos esta afirmación a la luz de los hechos tangibles producidos por la gestión  de gobierno durante el Nuevo Ideal Nacional, en contraste con el mal llamado periodo democrático que ha imperado con los nefastos resultados para el país en todas sus dimensiones. Burlonamente cada año celebran la instalación de una democracia que solo sirvió de fachada para satisfacer los intereses y apetitos más egoístas, en perjuicio del grueso nacional, en el que se forjaron los cinturones de miseria y marginalidad en todas sus expresiones al filo de promesas que nunca cumplieron ni jamás cumplirán.

No podemos olvidar que durante el período virtualmente  democrático, en el que mientras la pobreza en todos sus órdenes crecía, el bipartidismo se alternaba y se repartía para si los recursos del país, creando prebendas y privilegios a la mediocridad, la adulación y al tráfico de influencia, en el que paulatinamente gestarían el odio, el resentimiento, la lucha de clases y pugnas entre ciudadanos que originó el nacimiento de lo que hoy conocemos como el chavismo. En una sola frase: Fue esa aparente democracia que engendró el trágico régimen que hoy humilla y ultraja la dignidad de los venezolanos.

Es momento para que los venezolanos entendamos la importancia y trascendencia de los procesos históricos en la vida de la nación. Los acontecimientos y resultados políticos no son producto de una espontánea casualidad, es una ilación de hechos que le dan justificación. Su revisión histórica significa lo que no podemos volver a repetir. Significa en los tiempos actuales que la democracia no son palabras bonitas, lindos discursos, falsas promesas, circos electorales y todas las formas posibles de populismo, que solo sirvió de caldo de cultivo para la consolidación de la nociva doctrina socialista.

Los demócratas de esa fallida democracia, solo demostraron elegancia para el saqueo de la Nación, y alta disposición de sus acciones para trabajar por el lucro y ventajismo individual, en el que acrecentaba la brecha que pudieran resaltar logros  en pro del Bien Nacional.

Hicieron de la democracia una retórica tanto más bonita en palabras como más vacía en contenido y en hechos concretos. La obra de gobierno, de aquellos quienes asuman el poder político, no se mide en función de intenciones,  acuerdos  o diálogos como en la práctica han doblegado al país bajo esos falsos postulados, o por el mero fetiche que desde niños nos ensañaron como lo fue la sostenibilidad de un sistema democrático que lejos de formar ciudadanos multiplico seres desahuciados esperando dadivas y panaceas  de los gobiernos de turno.

La obra de gobierno se mide y se exalta en relación a resultados concretos que traigan beneficios tangibles en la calidad de vida de los venezolanos y en la preservación de los más altos intereses de la nación venezolana, donde la educación en todos sus niveles sea la primacía de la gestión gubernativa, donde el resguardo de la integridad física, la vida, los bienes materiales de los ciudadanos y el desarrollo humano sean prioridad en la ocupación del gobierno, donde el ascenso sociales se basen en función a los méritos y esfuerzos de sus ciudadanos, y no por la afiliación a un partido político o por la relación de compadrazgo con los dirigentes que ocupan puestos en la administración pública, o por una hipócrita filantropía con obras caritativas, ni mucho menos dadivas gobierneras que hacen del ciudadano un ser menguado en facultades mentales y dependiente de quienes históricamente lo defraudan.

Al albor de todos los acontecimientos que hemos vivido, en virtud y a razón de los debilitados niveles educativos que presentamos, el atraso tecnológico, la miseria económica, el perpetuo y sistemático deterioro del sistema de salud pública, el incremento de la inseguridad que todos los días cobra la vida de más venezolanos también acompañada de la infame impunidad,  el sistemático despojo territorial del Esequibo del cual somos objeto, y en este particular tenemos que puntualizar la vital importancia que reviste para los intereses geopolíticos y de recursos naturales para el desarrollo de la nación.

La ruina ética de quienes tomaron los escenarios políticos, hoy constituyen el antivalor y el modelo que no podemos seguir ni mucho menos permitir que sea el ejemplo que vean las generaciones que vienen detrás de nosotros. Ante estos factores cabe preguntarse si esto que tenemos, herencia de 58 años de supuesta democracia, ¿Es esto lo que queremos? ¿Es esto lo que merecemos? ¿Qué democracia es esta? ¿Qué democracia permitimos que nos impusieran? Hoy tenemos que reflexionar si realmente está justificado ese 23 de enero de 1958. Venezuela, si quiere marchar por el sendero del desarrollo no puede permitirse crisis cíclicas  como en la práctica nuestro país está padeciendo.

Podemos sentirnos a gusto o congraciados con una supuesta democracia que vocifera la palabra tolerancia pero aniquila la disidencia, vilipendia el pensamiento crítico y coarta la posibilidad de nuevos liderazgos? Casos como estos no estaban ausentes en la llamada vida democrática de Venezuela. No podemos olvidar jamás, como extrañamente y en circunstancias nunca aclaradas el 16 marzo de 1978, aquel gran independiente, crítico del sistema partidista, murió en un accidente aéreo. Hablamos de Renny Ottolina, quien en la década de los 70’ se planteaba como una alternativa plausible para materializar los altos intereses de la nación denunciando lo que hoy estamos viviendo a carne viva, desnudando la corrupción y los vicios reinantes para esa época, que aún vigentes.

Esos artífices sabían que teniendo los vicios y corrupciones como expresión típica de nuestra cultura, los venezolanos no exigirían gobernantes con más preparación, más facultades y mejores condiciones para el ejercicio de las acciones de gobierno. Como consecuencia, nos han usurpado srs que con sus credenciales, preparación y reputación solo emanan deshonra y vergüenza nacional y deshonra, descalabrando el gentilicio del venezolano a nivel mundial.

Este escenario, a la luz de los hechos concretos sirvió para el atornillamiento en el poder de quienes sin escrúpulos toman la libertad de expresión como antifaz para expresar las ideas caducas y atrasadas como el socialismo, con dirigentes que se valieron del populismo para inocularlo de manera subrepticia, asegurando de esta forma el autoritarismo partidista que ha traído a Venezuela la más deplorable realidad vivida. Y es que es cínico, decirle a un ciudadano que es prisionero del miedo, mal alimentado, que muere de mengua por falta asistencial, que ahora es libre o que es el hombre nuevo en un contexto de debacle educativa, cultural y ética.

Esa libertad que no trascendió de los discursos, en donde por supuesto el ciudadano es libre de morirse de penuria, libre de encerrarse en su casa por miedo a la delincuencia, es libre de mal nutrirse, y en la que irónicamente también es libre de moverse, siempre y cuando su accionar no lo desprenda de los hilos que lo atan a su opresor. Esta pseuda libertad no la queremos, queremos una libertad con plena conciencia del entorno y plena conciencia de crear un porvenir promisorio para los venezolanos y para el país, puesto que, al ser la libertad y la grandeza el fin último de las naciones, constituye un privilegio que se conquista con los más altos sacrificios, lo que acrisola su defensa imperecedera con celo y desvelo.

Partiendo entonces de la libertad como valor ultimo de grandeza, destaca la gestación desde entonces, de una sociedad de antivalores en la que se convirtió el país como producto del ejemplo que hemos visto desde hace 58 años de personajes que se sirven de los beneficios de sus cargos, que se sirven de los haberes públicos, y por tal motivo les fue más útil enseñar facilismo y despojar a los venezolanos de su esencia de ciudadanos.

Fue ese acomodado y falso sistema democrático gestado bajo el denominado Pacto de Punto Fijo, que una vez truncado el Nuevo Ideal Nacional y derrocada la nación, dieran apoyo de manera excepcional a la revolución cubana, revolución que extendió sus tentáculos a nuestra tierra. Fue esa supuesta democracia la que recibió de manera triunfal al tirano comunista Fidel Castro abriéndole las puertas de nuestro congreso. Fue esa misma democracia que una vez realizada la invasión a Machurucuto por hordas comunistas cubanas,  fue incapaz de ejecutar una operación militar de envergadura contra la isla que violó nuestra soberanía, profano nuestra tierra y cobro la vida de ciudadanos y soldados patriotas, solo se limitó a escuetas instancias internacionales.

No conformes y olvidando el ultraje, tras el escudo de la democracia y la hermandad de los pueblos, se le hicieron odas al tirano Fidel Castro invitándolo a la toma de posesión de gobierno de Carlos Andrés Pérez, donde dirigentes políticos e intelectuales de aquel momento, hoy denominados líderes de la oposición venezolana al régimen tutelado desde la habana, dieron la bienvenida rimbombante al que hoy es ídolo del régimen. Son estas contradicciones que nos impiden confiarles nuevamente el destino del país a esos señores.

No estamos encerrados en meras críticas, pero es necesario despertar la conciencia de los venezolanos en razón de los acontecimientos que engendraron esta situación, es imperativo reconocer la realidad política con toda su crudeza para poder establecer el rumbo más adecuado para la nueva política en Venezuela, y por esta razón ofrecemos una alternativa propositiva para el país, pues como afirmara el gran escritor e historiador Mario Briceño Iragorry  en su obra Mensaje Sin Destino: “Desgraciado el joven que se limite a alabar servilmente las ideas y las formas que le legaron sus inmediatos antecesores”. No podemos ser los sucesores de la miseria del país.

Es imposible poder construir un país sólido y desarrollado con habitantes que le dan la espalda a la realidad, desconocen su rol societal y su rol histórico, con habitantes de corta o inexistente memoria histórica y sin  educar. Es imposible asegurar un destino nacional con habitantes dados a las migajas del populismo. Con estas constantes jamás, ningún régimen o sistema de gobierno dará libertad, grandeza y desarrollo a sus conciudadanos porque es contraindicado para la existencia misma de quien domina y esclaviza. Es imperativo crear ciudadanos sobre la base de la educación, la identidad nacional y los valores cívicos, objetivos trazados por este movimiento para la consecución del poder político para lograr las transformaciones que nos proponemos para la nación.

Lo mejor que puede ofrecer una élite política a la nación y a sus ciudadanos es educación, trabajo y esfuerzo para materializar la prosperidad del país. En esta fecha de luto para Venezuela, nosotros el Movimiento Nacionalista ORDEN asumimos el reto histórico que sobre nuestros hombres se posa para constituirnos como la estirpe política que necesita el país. Venezuela no quiere y no necesita politiqueros que se sirvan, que sean lindas figuras de portadas de revistas o mártires dignos de la lástima. Venezuela quiere y necesita de políticos y mayor aún: estadistas que estén  exclusivamente al servicio de la nación, al servicio y preservación de los altos intereses del país, al servicio  eficiente de los ciudadanos.

Abogamos por una democracia en la que el ciudadano, lejos de los conceptos socialistas de participación y empoderamiento con los que tan acostumbradamente confunden y engañan con falsas expectativas, abrace una concepción real de existencia como la responsabilidad y el deber, en la que el sentido de pertenencia y la defensa de lo público no sea cuestión de clases sino de formación cívica, una concepción pública en la que individuo y colectivo sean el binomio perfecto para el desarrollo y prosperidad del ciudadano venezolano y en consecuencia del país entero.

La lucha es larga, su transitar angosto y truncado, lleno de sacrificios pero Venezuela llama a sus hijos para su auxilio, nuestra responsabilidad histórica es acudir a su llamado. No permitamos que nos arrebaten un porvenir brillante y esplendoroso. Seguir el ejemplo de pasividad y confort que caracterizó a la generación que apoltronada en lo frívolo y superfluo nos heredó este debacle es condenarnos para siempre. Venezuela mereces todos nuestros desvelos y sacrificios. VENEZUELA QUIERE ORDEN

@OrdenVenezuela

@NelsonRZ33