Dámaso Jiménez: En la mitad de la nada

Dámaso Jiménez: En la mitad de la nada

thumbnaildamasojimenezSe hunde el barco mi querido capitán y sin embargo en estas horas aciagas no hay voluntad para acercar la nave a ningún puerto seguro. Lo más grave de la situación es que los responsables de este desastre ni se inmutan, ni rectifican, ni organizan un plan de salvamento, desprecian cualquier tipo de tregua o alianza y no parecen dispuestos a bajar la intensidad del conflicto que hace aguas hasta el cuello, con un país que se desgarra por un pollo en las interminables colas o que se mata en la calle por una bolsa de comida, una batería o un caucho.

Nadie se tragó ese cuento mal echado de un decreto de emergencia económica sacado del sombrero sorpresa del chavismo rentista, para eliminar justamente el rentismo del que se han beneficiado como nunca mientras dure la revolución.

Dicen que en la Cuba de Fidel ya los habrían mandado a fusilar por la ineptitud demostrada con un decreto de emergencia que nunca los ocupó cuando tenían la Asamblea a su favor, a pesar que según los expertos es la continuación del plan que ya fue rechazado por el pueblo pero implementado por Chávez y ahora por Maduro a fuerza de habilitantes.





Irónicamente todos estos polvos de la esquizofrenia revolucionaria fueron los que trajeron estos lodos del desastre. Ninguna guerra económica más cruel que las ocho devaluaciones en menos de 16 años, o un control de cambio que les ha permitido secuestrar la economía a través de un sistema basado en la corrupción. Son dueños de los dólares que se otorgan a 6:30 y que convierten a su antojo en el mercado negro, para otorgar dádivas, sostener un costoso gasto público y mantener amarrado un extenso clientelismo de pobres, obligados a hacer lo que les pidan por un triste subsidio, una bolsa de comida, una moto, un arma o un apartamentico sin título de propiedad, para asegurar lealtades y que no se vuelvan escuálidos.

Lo que queda ahora a Maduro y su torpe gabinete es acelerar la radicalización con las mismas mentiras huecas del sacrificio de los pueblos en su lucha contra el imperialismo: las mismas dos pastillitas con vasito de agua de dudosa procedencia que insisten en aplicar para mantenernos en este estado de catatónico.

El Banco Central de Venezuela admite una inflación del 145 % para el año 2015 que luce contenida y poco realista ante la metástasis del colapso económico.

Le leemos a la periodista Ligia Perdomo en un trabajo publicado en la sección El Interés del portal @Elestímulo, que de acuerdo con informaciones que se han filtrado a la opinión pública, la inflación para todo 2015 fue de 270%, aunque no existe confirmación oficial. Si no es, se le parece bastante al monstruo que se traga en una bolsita con dos pendejadas todo nuestro salario. Alejandro Werner, director del Departamento Occidental del FMI, en un artículo sobre nuevas proyecciones para algunos países de América Latina, prevé que la inflación este año podría llegar a 720%, lo que colorea con creyones muy oscuros la hecatombe que ya comenzó sin que febrero se haya asomado.

La imposibilidad del Ejecutivo nacional de tomar medidas distintas a las que nos llevaron directo al fracaso económico, como las expropiaciones, los controles y la persecución intimidatoria y de trato criminal contra todo aquel que realmente produzca, va a terminar estrellándonos contra un escenario indeseable para todos. Lo peor es que pareciera que fuera el propio gobierno el principal interesado en que se genere ese estallido social que nadie imagina en sus repercusiones, pero cuya aparición se considera inevitable en cualquier momento.

Mientras tanto Miraflores delira: Arreaza quiere pelear con el Papa para que conviertan a Chávez en un Santo, aunque por ahora solo sale pintado en murales con pranes. El jefe de la fracción roja en la AN, Héctor Rodríguez, le hace “fo” al mismo pueblo que le permitió una vida de celebridad multimillonaria en nombre de una falsa revolución: ahora los llama analfabetos y los responsabiliza de la nula productividad que no le permite seguir pagando sus costosos relojes. Ricardo Molina, ministro de Vivienda y hábitat, apuesta por un manual “anticonsumo” no aplicable para los enchufados funcionarios chavistas que gustan ostentar una vida similar a las Kardashians. La ministra de salud, Luisana Melo, culpa de la escasez a los venezolanos por ingerir muchas medicinas y generar tantas colas desesperadas en las farmacias, también por comer y cepillarse la boca tres veces al día.

Al final del 2015 la Federación Médica Venezolana de la Industria Farmaceutica refirió 70 % de escasez de medicamentos, una situación alarmante que sobrepasa cualquier medida de crisis humanitaria que el gobierno aún niega reconocer.

De todas las declaraciones esquizofrénicas respondidas por funcionarios ante la crisis, ninguna tiene ese extraño tinte barato de locura envuelta en lástima como las palabras de Lorena Freitez, la sustituta de la señora de las maticas en el Ministerio de Agricultura urbana. La cito textualmente para indicar que lo que menos uno puede pensar es que se traten de venezolanos que lidian a diario con la escasez, las colas y una inflación que no permitirá nunca más tener algo lleno en nuestras casas, mientras gobierne esta extirpe de militantes entrenados en una isla comunista, capaces de repetir una mentira descabellada miles de veces sin arrugar la cara: “Antes teníamos supermercados llenos y neveras vacías y hoy tenemos supermercados que se desabastecen muy rápidamente y las neveras y despensas de la ciudadanía llenos de comida. La gente se tendría que preguntar por qué en Venezuela no se ha producido la anunciada explosión social”.

Yo creo que Freitez no solo se equivoca sino que transpira la real incertidumbre del gobierno por tan abominable respuesta. No veo a la gente preguntándose por la hora en la que comenzará un fenómeno tan desgarrador como una explosión social, porque la rabia cuando explota no piensa.

Lo que si se pregunta sobre todo en el tiempo que pierden en una cola es: ¿A dónde fueron a parar las reservas que los países “normalitos” deben resguardar para momentos de emergencia como este? ¿Quién las regaló? ¿Si nadie las regaló, entonces quien las dilapidó? ¿Dónde están los reales por renta petrolera que el gobierno administró durante 17 largos años de una histórica bonanza petrolera? ¿A las cuentas de quienes fueron a parar tantos miles de millones de dólares? ¿Hay alguna ley que ampare el lavado de capitales en Venezuela? y de no ser así ¿Por qué no seguimos la ruta de los dineros saqueados al tesoro nacional? ¿Hay alguna pena por esto? ¿O estamos en un país donde se permite la fuga de los verdugos corruptos para que disfruten su exilio dorado?

¿De qué forma vamos a sacar el país de este atolladero? Nadie tiene esa respuesta. El decreto de emergencia de Maduro evitó contestarla, los ministros que abruman con su lenguaje penitenciario tampoco se atrevieron y por eso no asistieron a la convocatoria para debatir y defender su decreto en la Asamblea Nacional. La espalda al país se la dieron esos revolucionarios que se negaron a comparecer sobre la ruina que ellos mismos provocaron.

Con su decreto Maduro y Cabello apuntaban a la expropiación de empresas como La Polar, que es la única que realmente produce lo poco que comemos, luego de la destrucción del parque industrial que alguna vez existió.

Solo el sur del lago bastaba para producir todos los productos que requeríamos para cubrir el 70 % de la seguridad alimentaria nacional, para entonces era denominada la despensa de Venezuela, eso desapareció. Los políticos verde oliva que se apoderaron de las fincas expropiadas terminaron destruyendo el aparato productivo, porque producir lleva trabajo. ¿Dónde quedó Parmalat, harina Juana, pollos Vilva, Monaca, Agroisleña, Owen Illinois, Cargill y tantas otras consideradas por Chávez en su momento como enemigas de la Patria? Esas empresas eran el país y las quebraron con su fundamentalismo ignorante.

Ahora Cabello anuncia un golpe de Estado al mismo parlamento que presidió con métodos oscurantistas hasta hace solo unas semanas, solo porque se niega a explicar este desastre voraz. Existe el terror a ser investigados y el desespero los lleva a amenazar hasta con un pueblo que no fue mayoría el 6D, uno armado, que recién hizo alarde de su poder de fuego desde el techo del penal de Margarita. Maduro no toma la iniciativa de nada. Está paralizado. ¿Qué cable cortamos? ¿Será el negro? ¿El rojo? ¿El amarillo? No queda mucho tiempo.

@damasojimenez