Oswaldo Páez-Pumar: Hoy como ayer

Oswaldo Páez-Pumar: Hoy como ayer

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Un magnífico artículo de Enrique Krause que llegó a mi correo ayer y

que inadvertidamente borré me dio el material para lo que me propongo

trabajar en estos párrafos. Lamento que mi descuido me impida hoy

referirme textualmente a lo expresado por Krause; y espero que mi versión

no desvirtúe lo que él expresó, aunque siempre todo lector añade su propia

subjetividad cuando comenta.

 

El grito solidario de Krause en relación con lo que ocurre en Venezuela

y su llamado a la comunidad internacional, tan presta para la condena de los

regímenes dictatoriales en Iberoamérica; y tan renuente al menos para tomar

distancia con idénticos o peores regímenes que adoptan el calificativo

“revolucionario”, compromete mi agradecimiento.

 

Que hoy, ya cumplidos 57 años de la llegada de Castro al poder en

Cuba, todavía se argumente que la causa de la miseria que vive el pueblo

cubano la origina “el embargo americano”, no solamente es falso ya que el

embargo no se aplica a Cuba, sino a los americanos para que no comercien

con ella, sino contradictorio puesto que el fin de la revolución es “acabar con

el imperio”, y no sería medio adecuado al fin comerciar con el enemigo.

 

Por una auténtica casualidad en los días del asueto de carnaval que

precedieron al artículo de Krause leía de George Orwell su prólogo a

“Rebelión en la Granja”, en el cual hace 73 años denunciaba en la

intelectualidad y en el funcionariado británico la misma actitud de

condescendencia para con el totalitarismo soviético, que se observa hoy en

los gobiernos democráticos con los regímenes “revolucionarios” como lo

denuncia Krause. Desde luego, en plena guerra mundial contra Hitler y el

nazismo, que la razón de estado de evitar roces con el aliado se priorizara

sobre la libertad de expresión, resulta entendible. ¿O no?

 

A mí no me resulta. Menos hoy que no hay guerra. ¿O sí la hay? La

guerra que enfrentamos tiene su campo de batalla en el lenguaje.

Revolucionario o reaccionario. Los términos se repiten machaconamente y

pareciera que quienes luchamos por la libertad y la democracia estamos más

preocupados porque no se nos llame reaccionarios que por defender la

libertad. Somos prisioneros de ese eufemismo extendido y que se llama a sí

mismo “políticamente correcto”. Nos enfrentamos a los esclavistas

modernos, quieren ponernos cadenas, no en los pies, sino en los labios.

 

Caracas, 11 de febrero de 2016

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