Algunos venezolanos probablemente animados de los mejores propósitos, continúan pidiendo un diálogo con el régimen. Creo que pedir un diálogo, una reconciliación, una negociación con esta pandilla de malhechores que estrangula al país contribuye al adormecimiento de nuestro espíritu de lucha, reblandece nuestra determinación de enfrentar con entereza la gran tragedia nacional.
Como decía Winston Churchill:
“Un apaciguador es alguien que alimenta a un cocodrilo con la esperanza de que será el último en ser comido por él”.
Es necesario preguntarles a los conciliadores:
· ¿Qué tipo de diálogo puede tenerse sobre el desastre y la corrupción de PDVSA?
· ¿Cuál sería el diálogo que tendríamos sobre los apagones y la falta de agua, productos de la ineptitud y desidia de los burócratas del régimen?
· ¿Cuáles convenios podríamos llegar a tener con los miembros del Tribunal Supremo de Justicia, ilegítimos de origen y de proceder indigno?
· ¿Recitaremos con Luisa Ortega Díaz los poemas del “Nicaragüense” Víctor Hugo?
· ¿Propondríamos algunos ajustes a la situación carcelaria que maneja Iris Varela con alguna esperanza de ser atendidos?
· ¿Que podríamos convenir con el régimen sobre el control de cambios? ¿Sobre las medicinas que no se consiguen? ¿Sobre la compañía de servicios mineros y petroleros en manos de los militares?
¿Les pediríamos que dejaran de endeudar a la Nación, que cancelaran el control de cambios, que liberen a los presos políticos?
En fin, ¿les pediríamos que dejaran de ser ineptos, corruptos, resentidos y anti-patriotas?
Suena absurdo, ¿verdad? Y suena absurdo porque hasta los niños en las escuelas ya han advertido que esta situación venezolana, esta horrorosa crisis, no se arregla por las buenas con esa pandilla de malhechores. Hay que rebelarse en su contra y sacarla del poder.
A los conciliadores y apaciguadores les preguntamos: ¿Oyeron ustedes lo que dijo el Papa ayer en México? : “con el diablo no hay diálogo posible”.