Y es que, no de otra manera puede interpretarse la pretensión de Padrino de que la oposición, y toda Venezuela, se olviden de la crisis terminal que amenaza con desaparecer al país, para defender una supuesta paz que no toma en cuenta la hambruna generalizada, el colapso hospitalario y la inseguridad que acaba de dar cuenta de la vida de 28 mineros en Tumeremo, Estado Bolívar.
“!Paz, paz, paz!” parecía gritar Padrino, pero para que Maduro y los forajidos y facinerosos que lo secundan continúen despellejando a Venezuela, y no solo en un abierto desafío de la racionalidad política, sino de la ética elemental que profibe que una minoría de lunáticos no puede destruir a una mayoría por un simple capricho.
Y entre los cuales está Padrino, definitivamente, una estafa militar y patriótica, pues hasta ahora no ha dado otras muestras que ser mandadero de tiranos que lo tratan sin el más mínimo respeto y le encomienda tareas sucias como las de ayer, para que no existan dudas de que jamás podrá atreverse a otra cosa que obedecer.
Al respecto no habría sino recomendarle al lector que recuerde la foto del año pasado–si tal repugnancia es posible-en que Padrino López aparece arrodillado en un besamanos al esperpéntico y nonagenario dictador de Cuba, Fidel Castro.
Pero nada de extrañar en la degradación a que Chávez y Maduro han arrastrado a la FAN, pues, es lo que hubieran podido hacer todos y cada uno de los generaletes que ayer acompañaron a Padrino.
Todos acusados de violaciones de los derechos humanos, de ser miembros o cómplices del Cártel de los Soles y de estar comprometidos en la comisión de delitos de lesa humanidad como el terrorismo.
Y por eso estaban ayer secundando a Maduro, hijo, sobrino y nieto de los dictadores Chávez, Raúl y Fidel Castro.