Estado de derecho Vs. Estado judicial por María Auxiliadora Dubuc

Estado de derecho Vs. Estado judicial por María Auxiliadora Dubuc

thumbnailMariaAuxiliadoraDubucPara nadie es un secreto que en Venezuela estamos viviendo una situación muy delicada, nos encontramos enfrentando una crisis social de connotaciones históricas, debido a su gravedad. Al problema de la falta de servicios, energía eléctrica y el agua, agregamos la falta de comida, de medicinas y en general de cualquier producto o insumo de primera necesidad. Problemática que dicho sea de paso, los venezolanos encaran estoicamente, haciendo colas interminables para conseguir los requerimientos de su familia, a eso se suma, por si fuera poco, otro flagelo aun más grave: la inseguridad.

Las razones del porque vivimos esta situación de inseguridad tan atroz, son múltiples, entre ellas la crisis económica que nos apremia, invita a muchos a delinquir, pero más allá de eso, nada justifica el estado de inseguridad galopante en el que vivimos. La ausencia absoluta de una política de estado coherente, que imponga un orden jurídico en el país, es una razón fundamental. El hecho de que no existen políticas de prevención del delito, la deficiencia en la aplicación de la norma y la inexistencia de un estado de derecho, todo ello aunado a la impunidad galopante porque los crímenes no son castigados, ponen de manifiesto la incapacidad de las autoridades de resolver el problema de la criminalidad, lo que conlleva al absoluto deterioro de la institucionalidad en el país. 24 planes de seguridad en 17 años demuestran el fracaso más contundente del gobierno en este sentido, porque estos planes o programas no cumplen las expectativas, no atacan el problema de raíz,  por lo que el hampa desbordada campea y va poco a poco ganando la batalla.

Adicionalmente, la realidad es que el Poder Judicial en Venezuela no funciona. Tenemos un sistema de administración de justicia que es lento, caro, corrupto políticamente influenciable, lo que lo hace poco confiable ya que está muy lejos de estar enmarcado dentro de los principios constitucionales que lo regulan y que consagran expresamente que el sistema de administración de justicia debe ser gratuito, accesible, oportuno, equitativo e independiente. Ante el desprestigio del Poder Judicial, el cual es completamente responsable de la impunidad, culpable como es de la crisis judicial que vivimos, aunado al incumplimiento reiterado del Gobierno en sus obligaciones para con los ciudadanos, surgen en la población como sistemas alternativos de resolución de conflictos de manera inmediata sin procedimientos ni formalismos: la violencia y la intolerancia.





Los venezolanos sentimos miedo todos los días, de salir a la calle, de ser atracados con suerte en cualquier esquina o viviendo el terror de ser asesinados, mas aun cuando las estadísticas internacionales apuntan a Venezuela como el segundo país más peligroso del mundo. Es así como, ante la total desidia e inacción la cual genera impunidad que en consecuencia aumenta el índice delictivo, la gente sola, desprovista de instituciones probas y honestas que le garanticen o le provean la protección y la justicia que requieren y ante el desamparo más atroz, la humillación, la impotencia y la frustración, surge una rabia colectiva que se convierte en una mezcla explosiva, dado el estado de desesperación y acumulación de sufrimiento que vivimos se hace insoportable e insostenible, convirtiéndonos de esta manera en una sociedad en estado de frustración, que conlleva a una descarga emocional sin precedentes que llama al pueblo a accionar y hacer justicia por sus propias manos.

La cruda realidad es que los ciudadanos ejecutan acciones tendentes a garantizar lo que el Gobierno no hace y para lograr un poco de paz, comienza a tomar medidas contra personas que considera sospechosas, en acciones colectivas que provocan la muerte de seres humanos en una suerte de violencia legítima, linchamientos y ajusticiamientos por doquier, digamos una especie de pena de muerte, asumiendo una actitud primitiva al estilo lejano oeste, que refleja una sociedad en regresión que únicamente conduce al caos y la barbarie. De este modo, los antisociales resultan agredidos con palos, piedras, puños y patadas, quemados vivos o amarrados a un poste, por vecinos, muchedumbres enardecidas que buscan hacer justicia con el solo y único placer de verificar que el delincuente finalmente sea castigado por sus crímenes y fechorías.

Se trata de la más completa degradación de la sociedad, así entrampados como estamos, en un callejón sin salida se desmiembra el cuerpo social, como dirían los entendidos en el tema,  porque a estas alturas se ha perdido la esencia del ser humano, la misericordia, la empatía y la compasión ya que solo se impone la supervivencia. Todo no es más que un síntoma inequívoco que estamos muy mal, que aquí no hay derechos humanos que valgan, porque estamos en presencia de la deblacle y el desastre total, lo cual me recuerda Sodoma y Gomorra. Las ejecuciones extrajudiciales, ajusticiamientos y linchamientos van en aumento y el Gobierno continua sin fijar posición al respecto, se escuchan a los voceros hablar de planes, programas y motores….puro cuento pero nada de hechos. Nadie toma el sarten por el mango, no se toman acciones contundentes de manera urgente y eficaz para enfrentar la situación; adicionalmente tampoco contamos con estadísticas o registros de estos ajusticiamientos o linchamientos,  aunque dadas las noticias en redes y medios de comunicación la cifra asciende vertiginosamente y corremos el peligro de que pueda tornarse una actividad rutinaria y hasta normal.

Los venezolanos somos un pueblo pacífico en esencia, por lo que a pesar de las piedras en el camino, estamos en el deber de no desmayar, de trabajar en construir una propuesta que le brinde una solución a los ciudadanos de bien y que garantice la protección de los derechos humanos de todos, el derecho a la vida, a la seguridad, a la paz social. Debemos defender como venezolanos nuestros principios y rescatar nuestros valores, restaurar el estado de derecho y construir una sociedad más justa y fraterna lejos de la violencia y la intolerancia que se desborda indefectiblemente y sembrar la paz en nuestro entorno, a eso estamos llamados los venezolanos, nuestro reto está en luchar por generar los cambios y superar las dificultades del momento.

@mauxi1