Sebastiana Barráez: Unas horas en la Emergencia de Rubio

Sebastiana Barráez: Unas horas en la Emergencia de Rubio

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Esta semana la periodista de investigación Sebastiana Barráez publica en su columna en el semanario Quinto Día una crónica sobre la terrible situación que padecen los que asisten a la Emergencia del Hospital Padre Justo de Rubio, Táchira.





 

HOSPITAL. Ocurre en el Padre Justo de Rubio, Táchira. El único hospital de los municipios Junín y Urdaneta. El fin de semana no hubo ningún médico en la emergencia. Un portero poco amable le decía a los pacientes, que llegaban buscando alivio a su dolor: “Vaya al ambulatorio más cercano a donde usted vive. Aquí no hay médicos”. Una jovencita con un bebé en brazos y con un hilo de voz le dice: “El bebé no ha dejado de toser”. El portero permanece indiferente. El domingo en la mañana los pacientes de la emergencia son dados de alta, uno tras otro, sin ningún chequeo previo. Eso lo hace el director del hospital, Monrroy. “No hay médicos”, es el comentario general.

DIÁLOGO. Esto fue con Nancy, una dama funcionaria del Hospital Padre Justo:

-¿Disculpe, hay algún médico?

-No, no hay ninguno.

-¿Por qué?

-Por orden del Ministerio, los médicos fueron enviados a los ambulatorios. Váyase al de Bramón, Vega de La Pipa, etc.

-¿Cómo envían a la gente a los ambulatorios si ahí no hay nada?

-Pero están los médicos.

-¿Quién atiende las emergencias en el hospital?

-No hay médicos tiene que ir a los ambulatorios. Solamente quedamos con 13 médicos de las universidades tradicionales y hay que rotarlos. Yo le he dicho a los vecinos que hagan un documento, recojan firmas y las lleven a la Corporación de Salud, porque sacando a los médicos para los ambulatorios, el hospital se queda sin médicos en la emergencia. Hoy día del trabajador estamos tratando de solventar la situación.

MONRROY. Es el director del hospital Padre Justo.

-¿Cómo es eso que no hay médicos en la emergencia? ¿Cómo es que usted le da de alta a una jovencita sin revisarla?

-No, no, no se va a dar de alta, ya viene el doctor a valorarla.

-¿Es que no hay médicos en el hospital?

-Estoy yo y ya vienen los muchachos que están en una campaña de vacunación.

-Pero la funcionaria me dice que a los médicos los enviaron a los ambulatorios. ¿Quién dice la verdad? ¿Sólo hay médicos integrales?

-No, aquí también hay médicos de la ULA, lo que pasa es que a ellos les tocaba la guardia hoy, el ministerio les había dicho que no vinieran pero ya van a venir.

-Dr. hay un ancianito con ataque de asma que lo mandaron por su casa, hay una joven con “Ella” que necesita oxígeno, la jovencita con la infección del oído necesita antibióticos y usted los envió a todos para la casa.

-Yo ya he visto como a seis pacientes.

INTEGRALES. Los médicos que estaban “en jornada de vacunación” nunca llegaron. Aparecieron un par de integrales, que nadie les puede negar los méritos, pero no están preparados para atender ningún tipo de emergencia. En las horas en emergencia entendimos por qué los están enviando a los ambulatorios, es decir a atención muy básica. En la madrugada la jovencita enferma del oído necesitaba atención que nadie le prestó. Se hinchó, el cuello se le paralizó, se le profundizó el dolor y se desmayó. Fue sacada en ambulancia para el hospital Central de San Cristóbal; la llevó la médico integral Nelly Granados. En la emergencia del Central sólo hay una doctora haciendo maromas para poder atender a la gran cantidad de casos, varios de los cuales terminaron falleciendo. La médico Granados se quedó un ratico y en cuanto pudo se escabulló y regresó a Rubio en la ambulancia, dejando a la jovencita a la deriva y sin atención. La doctora del Central manifestó su asombro y molestia por la actitud de Granados: “¿Qué le pasa a esa médico? ella sabe que aquí no hay especialistas para atender un caso como el suyo y si usted es su paciente ella debió constatar que fuera atendida”. La doctora no pudo hacer nada por la jovencita que debió regresar en buseta al hospital de Rubio en horas de la madrugada.

VÍCTIMA. Es el pueblo de Rubio y sus alrededores que debe recibir atención en el hospital Padre Justo. Es un secreto a voces que los médicos integrales no tienen la preparación de los médicos de las universidades tradicionales. Los integrales no saben actuar ante un infartado, ante una herida de bala o ante un hueso partido. Hay anécdotas por miles de lo que ha sucedido con los integrales. Los doctores preparados con muchos años de estudio en las universidades mantienen una rivalidad creada desde el Ministerio de Salud. Empieza por el salario. “Los integrales ganan el doble y no tienen ni la mitad de la preparación de los doctores”. Las autoridades han pretendido obligar a los especialistas a tener encima, como abejas revoloteando, a los integrales “para que aprendan” en el momento en que los doctores están operando o atendiendo pacientes. “Ni siquiera cuidan las formas de la contaminación”. Es por esa razón por la cual mucho médico renunció y se fue del hospital. Los pocos que quedan se niegan a trabajar en emergencia por la mitad del sueldo que reciben. Cuando me fui de la emergencia del hospital entraba una pareja de ancianos. “Gracias a Dios que ya llegamos; tranquilo que aquí te van a atender mijo”, murmura la anciana. Ellos están lejos de saber que los integrales no saben de emergencias, que le van a solicitar que lleve todo, incluyendo el suero y los medicamentos. Ellos son las víctimas.

 

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