Por su parte, los gobiernos dictatoriales o tiránicos que esperan permanecer en el poder por siempre, al sentir que llegan sus últimos momentos, develan su lado más oscuro y arrecian las persecuciones, amenazas y demás mecanismos arbitrarios. Este es un comportamiento que repiten desde las antiguas monarquías hasta las modernas dictaduras.
La semana pasada los venezolanos observamos la verdadera cara de una tiranía que vive su decadencia y que siente el ocaso en sus hombros. Las amenazas a los trabajadores públicos que firmaron, el comportamiento descaradamente sesgado de las rectoras del CNE, quienes pretenden dilatar el Revocatorio, por último el arresto arbitrario y sin sentido de las estudiantes y dirigentes de Primero Justicia: Valentina Martínez y Belén Salas.
Este comportamiento de gorila revela que el gobierno de Nicolás Maduro, pretende reflejar fortaleza y tomar una posición de fuerza que intimide a quien trabaja por una salida pacífica y electoral. Contrariamente, estas acciones del gobierno dejan ver su debilidad y con esas arremetidas autoritarias asume la posición del cobarde cuando está acorralado, atacando de manera errática en su desesperación por salvarse.
Actuar en contra de dos jóvenes inocentes y de los empleados públicos es un acto de cobardía, se desquitan con los más vulnerables porque no tienen la fuerza para detener el cambio que el pueblo de Venezuela viene impulsando de manera indetenible. En lugar de intimidar a los venezolanos con esta conducta el gobierno aumenta el repudio que siente el pueblo en su contra y acrecienta las ganas de luchar por un mejor país.
El gobierno espera poder dilatar su caída. Saben que es inevitable y se escudan en un CNE parcializado, en actos de amenaza y persecución. Ante estos hechos, los venezolanos que deseamos el cambio debemos avanzar en la búsqueda de una salida pacífica y electoral, llenándonos de valor y no claudicar ante las últimas acciones de un gobierno en caída libre.