William Anseume: Segregados

William Anseume: Segregados

thumbnailWilliamAnseumePara ninguno, dentro y fuera del país, es secreto que Hugo Chávez se planteó, desde el inicio de su visión gubernamental, el principio divisionista, maquiavélico, para vencer. Así, hubo empresas paralelas, generalmente expropiadas, sindicatos paralelos, universidades alternas: un país sombra. Así le fue bien para afianzarse. Dos mundos venezolanos bien definidos, constituidos por aquel que lo respaldaba (la mayoría de entonces) y los demás: el enemigo a vencer, a doblegar, a arrimar hasta la frontera, al exilio y más allá, a encarcelar (más reciente), a anular del modo que fuera.

Esta situación la profundizó hasta el hartazgo maléfico el des-gobierno de Nicolás Maduro, el que padecemos, con las muertes, prisiones, torturas, ya conocidas, y reiteradas recientemente, de los disidentes en esa necesidad irrefrenable para sostenerse en el poder por la vía que le queda: la de la represión.

El otro sector venezolano (ahora, finalmente, mayoría irreversible) ha padecido la segregación más absoluta y absurda; se evidenciaba antes casi sólo en el color de la vestimenta roja contra cualquier otra no roja. Se demuestra, todavía hoy, en la comida regulada (¿regalada?) esparcida a los Consejos Comunales que están con el, al parecer y sólo para ellos, interminable “proceso”. Los no rojos carecemos de ese modo del derecho a comer ni a nada (sobre todo a pensar y transmitir ese pensamiento); mucho menos a manifestar en “sus” territorios, como ha dicho en repetidas oportunidades el alcalde de Caracas, chavista él, desde luego, Jorge Rodríguez. De marchar allí, con ánimos de manifestación, de desacuerdo o de reclamo de alguna falta, caían los “colectivos” armados a impedir la osadía.





Los universitarios padecemos la segregación de otros diversos modos: hoy, en casi todas las universidades, el seguro que protege la vida y la salud de los profesores es dispar con respecto a los trabajadores y obreros, especialmente en los montos para la cobertura del HCM de los docentes está aún muy por debajo de la de los obreros y trabajadores (ilegalidad e inhumanidad). Parte así el gobierno de  la suposición boba respecto a que, por problemas de “clase”, trabajadores y obreros son de ellos, rojos. Y todos, trabajadores, obreros y docentes somos, a la vez, segregados, en cuanto a que un alto porcentaje ingresa a cobrar, desde el primero de mayo, algo así como un sueldo marginal, por debajo del salario mínimo (impensable, pero así). No ha habido manera de que se produzca el ajuste en las tablas ni en el bono de alimentación.

En los medios de comunicación oficiales sólo existe la realidad roja. No hay una mirada siquiera leve al otro mundo, el de la reciente mayoría. Y una protesta como la de ayer no pudo llegar una vez más a su destino para oficializar una petición de unos ciudadanos, porque esos que poblaban la marcha son considerados, por el gobierno y los militares que impidieron el paso, unos “apátridas” (término cuestionado por el Secretario General de la OEA recientemente), unos no-ciudadanos, por tanto indeseables en su accionar y en su existencia. Para el gobierno, con un respaldo minoritario, los demás no rojos somos considerados no venezolanos.

La segregación como política de estado (inconstitucional, por demás) debe ser erradicada de la concepción de los políticos ya, para nuestro mejor entendimiento y el mejor desempeño de ese país que queremos, de emprendimiento, de producción; sobre todo, de paz.

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