Leonardo Morales: Adiós glamour

Leonardo Morales: Adiós glamour

thumbnailleonardomoralesEl tiempo transcurre y no lo hace en vano, va marcando el curso que tendrá el futuro pero no por obra del azar ni de la inercia. El futuro está marcado por las acciones que individuos o colectivos desarrollan en búsqueda de algún objetivo que pretenden acceder u obtener.

El tiempo del ejercicio presidencial de Maduro es finito no porque así lo dicte la Constitución sino porque sus (in)acciones dictan un rumbo que hace posible que el lapso que reza en la Carta Magna pueda reducirse.

El chavismo llegó al país a consecuencia de diversas razones: corrupción, desencantamiento hacia los partidos políticos, acentuación de las desigualdades, crisis de representación y un largo etcétera. Todas esas circunstancias estimulan la aparición de los cíclicamente criticados populismos, el outsider como alternativa, la antipolítica…, en fin, sobre un discurso que surfeó en la lucha contra la corrupción y la reivindicación de una vida digna para los sectores más vulnerables del país. El outsider Chávez se hizo del poder.





El gobierno de Maduro –en referencia a las políticas públicas- ha hecho que los atributos iniciales del chavismo se pierdan y se esfumen como un perfume barato adquirido a muy alto costo; el país se ha empobrecido aumentando la franja más sensible de la sociedad y la corrupción es un hecho notable no combatido por la jerarquía roja.

El futuro de Maduro es su salida del ejercicio de la presidencia como un evento natural de la misma manera que la muerte lo es para aquel que se niega a alimentarse. El regente cree como su homónimo, IlMachia, que una vez conquistado el poder su mantenimiento puede adelantarse por el uso exclusivo de la fuerza y la coacción olvidando que el glamour discursivo de su antecesor era otro, aun sin despreciar el uso de la fuerza.

La potencia que ha adquirido el revocatorio tiene sustento en la inacción del gobierno en la instrumentación de políticas que supere la profunda crisis nacional por lo que la base social que ayer fungía como columna hoy le es esquiva. No basta la fuerza y la coacción para mantenerse en el poder. La legitimación del ejercicio del poder tiene un fundamento medular en la aceptación y suma de apoyo popular que en estos tiempos no observa el gobierno.

Maduro deberá ser revocado porque en su gobierno reina una tenebrosa oscuridad que hace padecer penurias al pueblo, ahora dispuesto a sacudirse de un futuro que nos devuelve al pasado.

El entonces presidente de Ecuador, Abdalá Bucaram, fue depuesto del cargo por excéntrico, o por  “Incapacidad Mental para Gobernar”; en el caso que nos compete a los venezolanos deberá ser revocado, cuando sea, mientras más rápido mejor, pero cuando se pueda, por ausencia de luces y competencia para el ejercicio de unas funciones cuyas cualidades le fueron negadas por la naturaleza.

“La prisa es plebeya, la puntualidad es de reyes y el tiempo de los Dioses.”

@leomoralesP