Gustavo Tovar-Arroyo: El fin del chavismo

thumbnailgustavotovararroyoEl domador de payasos

Será un artículo grave pero sin mucho adorno. Venezuela en esta hora tristísima no admite adornos, por más que me gustaría hacer piruetas y galanterías -adornarme- con mi espada verbal mientras acribillo y les marco la T de Tovar en la frente a Maduro, Cabello, González López y Padrino -esos payasos del circo chavista- por pendejos, por comportarse como los regordetes sargentos García del chavismo; no puedo distraerme.

El domador de leones no debe perder su tiempo con los payasos (aunque también los dome), debe atender a sus fieras o al dueño del circo, y a ése, al que montó este tinglado de perversión, corrupción y ruina, al que convirtió a Venezuela en esta agotadora payasada, ya lo tiene en su tribuna de cera embalsamado, tendido y yerto, frío, friíto (que no frito, que también está), pudriéndose de calor en su calvario como memoria del horror que nos causó.





Ni espada verbal ni látigo metafórico para los payasos, sólo desprecio, el domador de payasos en esta ocasión escribirá sobre el fin del chavismo.

El gabinete del narcotráfico y la corrupción contra el Picure de la poesía

Muchos son los síntomas de la decadencia chavista, no hablo de la decadencia nacional porque ésta no es sólo decadencia sino una estrepitosa ruina visible, hablo de la decadencia de la nomenklatura del chavismo, de sus jefes y oligarquía narcotraficante y corrupta.

Uno de esos síntomas, acaso bastante esclarecedor y determinante, fue observar al gabinete de la dictadura más payasa de todos nuestros tiempos, compuesto por Nicolás Maduro (supuesto “presidente” del circo), Diosdi Cabello (el payaso mafioso y su plumero como “mazo”), Vladimir Padrino (ministro de defensa de los carteles de la droga) y a González López (ministro que lava interiores y limpia pocetas en el circo), dedicarme su cadena nacional de radio y televisión (por cierto, mocosos y llorones, con sus lágrimas negras), para acusarme otra vez con la idiotez aquella de que yo manejaba el twitter de El Picure, además, entre llantos y lamentos, me acusan de “resentido”, malo, maluco, feo, feúcho, que quiere acabar con la “esperanza” del narcotráfico y de la corrupción de apoderarse para siempre de nuestra bella Venezuela.

¡Carajo! ¿Otra vez? ¿Ahora el gabinete de la idiotez en pleno? ¿Pueden creerlo? ¿El picure de la poesía? ¿En serio?
¿Yo?

El amor en tiempos de cólera

Permítanme aplaudirme de pie a mí mismo en un acto desproporcionado de egocentrismo y arrogancia, más bien de soberbia, pero ¡coño!, reconózcanlo, lo merezco. Tener a esos cuatro bobalicones, supuestos jefazos del circo revolucionario chavista, en un redil (¿matadero?), sentaditos y quejosos, llorando porque quiero acabar con su esperanza de mantener en el poder al narcotráfico y la corrupción, cuando menos merece un sonoro y rotundo: ¡Bravo!
Debo confesar que el enfrentamiento personal con Hugo Chávez fue más entretenido y menos burdo. El dueño del circo era mucho más suspicaz e inteligente, manejaba el arte de la intriga y el claroscuro de la perversión con sutileza ladina. Era un zamarro en ataques sutiles, fino en amagos, paciente en el sufrimiento y mordaz en la crueldad.

Yo resistí; él no pudo. Fue una batalla difícil, muy difícil, pero al final igual lo vencí. El amor y la poesía derrotaron a la dictadura y sus balas en los tiempos de cólera chavista. Algún día Venezuela y Latinoamérica se enterará de qué trató aquello. Algún día, no ahora, en este momento nos tenemos que enfocar en librarnos de la peste chavista (ese otro tipo de cólera) y de su circo dictatorial.
Que nuestro amor venza a su cinismo.

El fin del chavismo

Será difícil, pero igual hay que hacerlo. El fin de la devastadora guerra que el chavismo le ha impuesto a Venezuela está cerca. Pero hay que movilizarse y luchar. Insisto, no será fácil, pero hay que hacerlo. Tienen que ser este año. No podemos esperar más. El Revocatorio es la causa republicana perfecta, pero si lo impidieran habrá que tomar el poder igual. Ya no es un tema siquiera político, es un tema moral y ético. Nuestros niños mueren de merma. La situación es peor que trágica, es apocalíptica.

¿Hemos evitado muertos con el repliegue y la desmovilización? No, más bien cada día son más los niños y los ancianos, los venezolanos, que mueren en sus casas por la falta de comida, luz, agua y medicinas.

A diferencia de Argentina y Brasil, o de Bolivia, que no tuvieron al malandro de Chávez como presidente, lo nuestro es una tiranía totalitaria. Todos los poderes están secuestrados por unos feroces payasos, sí, los payasos que esta semana casi lloran en cadena nacional porque los trato mal, porque no los quiero. Basta de mariqueras y espejismos, ¡luchemos en las calles!, es la hora de la acción nación por la libertad. Unos payasos nos están descuartizando como nación.

No sigamos con su circo.

La toma del poder

Una gran voluntad organizada y movilizada podrá lograr la toma del poder político. El país está que arde. Sé que es una decisión difícil, pero habrá que tomarla: hay que pedirle al pueblo que ocupe masivamente el poder, que se rebele a la tiranía.

Si queremos ver al chavismo embalsamado, tendido y yerto, frío, friíto (en este caso también frito), pudriéndose de calor en el museo del horror que ellos mismos levantaron frente a la historia, tenemos que seguir, tener fe de que sí es posible y luchar con los votos pero también en las calles.

Pongámosle una fecha límite a la toma del poder político constituido (gobernaciones, alcaldías, Miraflores, TSJ, Fiscalía). Que el pueblo (el poder constituyente) ocupe masivamente todos los poderes y que comience una nueva Venezuela. Este año, sin piruetas ni galanterías, sin adornos. Como libertadores.

Que la Venezuela de la virtud y el honor ocupe el poder.

¡Basta de narcos y corruptos!
¡Basta de payasos!