Judith Sukerman: Así no se puede vivir

Judith Sukerman: Así no se puede vivir

thumbnailjudithsukermanLos demoledores testimonios que escuchamos a diario, en nuestras visitas a las distintas comunidades del municipio Valencia, sobre el hambre existente en nuestro país, muestran el lado más doloroso de la crisis de un país inmensamente rico en recursos pero destruido por la mezcla de la incompetencia del gobierno con la corrupción de unos administradores públicos que han alcanzado niveles impensables de desvergüenza y degradación moral.

Empieza a ser habitual la imagen de gente revisando entre las bolsas de basura, a ver si alguien botó algo de comer, y todos los días nos enteramos de nuevos saqueos en centros de distribución de alimentos. Negarlo no soluciona el problema, solo genera más miseria.

No hay peor ciego que el que no quiere ver, ni peor sordo que el que no quiere oír. El gobierno se niega a aceptar la realidad. La crisis en Venezuela ha llegado a niveles dramáticos, toda la sociedad está sumida en un rápido proceso de empobrecimiento.





Quienes ganan salario mínimo apenas pueden cubrir una dieta de pan y agua al mes, pues comprar un pan campesino y una botella de agua al día asciende a 15 mil bolívares mensuales (siendo el salario mínimo de 15.051,15.), pero quienes ganan más del salario mínimo tampoco pueden cubrir sus gastos sin endeudarse, todos hemos visto mermado nuestro poder adquisitivo.

Por si esto no fuera suficiente las cifras de inseguridad sufren aumentos alarmantes semanalmente, la escasez de medicamentos tiene sentenciados a muerte a miles de enfermos crónicos en el país, la paralización por falta de insumos y divisas del sector industrial y comercial es un secreto a voces, los ciudadanos sufrimos al menos cuatro horas de recorte eléctrico al día, con todas las consecuencias que eso genera, las instituciones públicas laboran solo los días lunes y martes, acumulando expedientes, solicitudes, reclamos para los cuales no tienen solución, ni respuesta y nuestros hijos dejan de asistir a las aulas los días Viernes, arriesgando su educación que no es otra cosa que su futuro.

El país se va a pique a un ritmo acelerado, el gobierno solo toma medidas improvisadas, espasmódicas, dejando de lado las soluciones estructurales necesarias para por lo menos detener este proceso de deterioro. El cambio no es capricho, es una necesidad que se nos hace urgente, así no se puede vivir.

@judithsukerman /[email protected]