¿El alza de los precios del petróleo, salvará a Maduro?, por Henry Jiménez

¿El alza de los precios del petróleo, salvará a Maduro?, por Henry Jiménez

La respuesta a la pregunta habría que dividirla en dos partes. Primero analizar si realmente el precio del petróleo continuará su ciclo ascendente y en segundo lugar, si ese fuere el caso, hasta cuanto tendría que llegar para que los ingresos permitieran a Maduro y su gobierno superar la crisis que padece la economía venezolana y como consecuencia de ello, intentar permanecer en el poder.

Si algo caracteriza al mercado petrolero es su volatilidad. Desde que se inició su explotación a mediados del siglo XIX hasta nuestros días, los ciclos de alzas y caídas han sido permanentes.

Las causas de esos ciclos son de diversa índole, pero con un elemento común: han sido capaces de afectar la confianza, la estabilidad del mercado de oferta y demanda y el precio. Por otro lado, se puede afirmar que el crecimiento económico o las crisis y recesiones económicas se encuentran entre los principales detonantes de los vaivenes de los precios del petróleo.

Sin embargo, no es tan sencillo como parece. La subida y caída de los precios cada vez está más bajo la influencia de poderosos sectores financieros, quienes jugando a la especulación y manipulación de los mercados energéticos, han metido su mano para obtener ganancias extraordinarias: comprando y almacenando cuando está barato, para venderlo al doble o al triple cuando está más caro, es decir, que existen unos bachaqueros del petróleo que nadie persigue ni los mete en cintura.

Otra razón que impulsa el petróleo al alza o a la baja es la inestabilidad política, religiosa o de otra índole presente en la mayoría de los países productores. De hecho, la primera gran crisis del petróleo se produjo en 1973 como consecuencia del conflicto armado entre Egipto y Siria contra Israel el día del Yom Kippurg. La segunda en 1979, como consecuencia de la revolución iraní y de la guerra entre Irán e Irak. En ambos casos los precios se elevaron drásticamente.

De allí en adelante una vez que el precio tocó fondo en 1998 por la crisis económica de los países asiáticos, sobrevino una tendencia alcista con sus propios vaivenes, que impulsó los precios hasta casi los 150 dólares el barril en 2008, premiando a los productores, pero castigando a las economías importadoras de crudo.

Pocos analistas o agencias especializadas vaticinaron que en 2014 se desplomarían los precios del crudo. Sin embargo, el triunfo de Rouhaní en las presidenciales de la República Islámica de Irán en 2013, de corte moderado, prudente y con objetivos dirigidos a “salvar la economía, reavivar la ética y la interacción con el mundo”, provocaron un giro inesperado.

La firma del acuerdo para controlar el programa nuclear de su país (su logro más importante), firmado con Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Alemania, Rusia y China, y como consecuencia de ello, el levantamiento de las sanciones internacionales que entre otros efectos habían cerrado el grifo de la producción petrolera, cambiaron radicalmente el mercado petrolero.

Este acontecimiento, sumado a la desaceleración de la economía de China,la caída en la demanda de Europa, el incremento de la generación eléctrica con energías renovables, el aumento de la producción de petróleo de esquisto en Estados Unidos, la reacción de Arabia Saudita para contener este fenómeno y la venta barata de crudo por parte de ISIS, abarrotaron el mercado petrolero, forzando los precios a la baja.

De acuerdo con las estimaciones de las principales agencias, empresas y organizaciones como la OPEC, BP, la IEA, entre otras, el exceso de oferta alcanza actualmente más de 2 millones de barriles por día.

Esta ha sido consensualmente aceptada como la principal causa de la caída de los precios del petróleo. De ser así, solo cuando las cantidades de crudo almacenados por los bachaqueros del petróleo comiencen a mermar, por un aumento en la demanda o por la recuperación de potentes economías como la China, India o Brasil, los precios retomarán su ciclo “normal” buscando ahora el alza.

Sin embargo no se visualiza que en el corto plazo cesen las causas mencionadas, aunque otras podrían aparecer en el horizonte volviendo a poner en duda muchas de las estimaciones de los expertos.

Por ejemplo, el voraz e intempestivo incendio en Canadá redujo la producción de ese país en 1 millón de barriles y pudo llegar a más si hubiera penetrado los campos de producción. Si esto hubiera sucedido, hoy estaríamos lamentando la tragedia, pero además observando como el petróleo almacenado era succionado por la demanda aun deprimida.

Los precios del crudo se alzaron también en los mercados globales en las últimas semanas por los reportes que muestran un descenso en la producción en Estados Unidos y el conflicto en Nigeria. Estos tres elementos están ayudando a reequilibrar el mercado, empujando al alza los precios del crudopara las entregas de junio en la Bolsa Mercantil de Nueva York.

Sin embargo, las dudas continúan respecto al aumento de la demanda por vía de la recuperación económica. Eventos como el inesperado incendio en Canadá o más y nuevos conflictos como esperanza para que los precios escalen, es una expectativa no imposible. Quizás Maduro y sus aliados internacionales quieran jugar a esa carta. Para los bachaqueros del petróleo no es descartable. En este mercado los escrúpulos no existen.

Si bien Venezuela ha estado alejada del epicentro donde los precios del petróleo de alguna manera se configuran, no es exagerado pensar que agregando más conflictividad a la que existe, por ejemplo en: Irak, Libia, Nigeria, la provocada por la guerra en Siria, las tensiones con Rusia, sin duda algún efecto pueden tener. De hecho, en los noticieros internacionales de todo el mundo, Venezuela ya es noticia ante la aparente e inminente explosión social que se aproxima y que podría paralizar mucho más su débil y enferma industria petrolera.

Por vía de lo que hemos dicho, Venezuela necesitaría precios mucho más altos que simplemente sobrepasar la barrera de los 50 dólares por barril. Esto en virtud de que la crisis económica del país no se resuelve simplemente con la entrada de más dólares. Es una crisis estructural que haría invisible nuevos ingresos, desaparecerían nada más al entrar. Las razones para llegar a esta conclusión son por demás conocidas:

1. El pago del servicio de la deuda externa de este año, sobrepasa los 5 mil millones de dólares,
2. La corrupción se ha apoderado del Estado, se ha incrustado donde se produce algo o donde algo importante se decide,
3. La industria petrolera, en particular PDVSA, está a punto de paralizarse, siniestrada, abarrotada de empleados que no producen (sobrepasan los 170 mil),
4. La industria eléctrica ha colapsado, genera menos del 50% de su capacidad, fruto de la incapacidad instalada,
5. La deuda externa sobrepasa los 300 mil millones de dólares,
6. La contracción del PIB para 2016 se estima en más del 8%,
7. La inflación se consolidó como la más alta del mundo. Según el FMI este año será de 720%.
8. Las reservas internacionales se han encogido a 12.700 millones,
9. El cierre diario de más y más empresas, puede llegar a paralizar a la POLAR,
10. El inexistente estado de derecho y el cada vez más autoritario gobierno que amenaza con la suspensión de las garantías constitucionales y,
11. El desabastecimiento creciente de alimentos y medicinas, solo por mencionar las más sentidas necesidades del país, no podrán ni siquiera mitigarse con la actual tendencia de aumento del precio del petróleo, que por cierto no ha sido poco.
Hay que recordar que en el primer trimestre del año el precio tocó los 20$ por barril y ahora supera los 40$ por barril, es decir que se ha duplicado.

Puede ser que la conflictividad y otros eventos inesperados sigan empujando los precios al alza, sin embargo el gobierno de Maduro seguirá su ciclo a la baja y aunque llegasen a superar los 100$, lo que es muy improbable en el mediano plazo, esto no le alcanzaría, por el contrario lo devorarían creando más miseria.
En cambio si los precios llegasen a 60 dólares por barril, en un escenario de un gobierno de salvación nacional, que luche contra la corrupción y recupere los robado, Venezuela tendría una nueva oportunidad de reconstruirse y emprender nuevos proyectos para su desarrollo. Si la historia juega a favor de Venezuela, miraremos el pasado como una pesadilla, y diremos como el poeta Antonio Machado, “…al volver la vista atrásse ve la senda que nunca se ha de volver a pisar”.

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