Max Suárez: A la velocidad de la indiferencia

Max Suárez: A la velocidad de la indiferencia

thumbnailmaxsuarezEl cambio no es aún una apuesta segura, lo estamos trabajando, pero, tiene varias amenazas que atentan contra su posibilidad. El gobierno está haciendo esfuerzos para atornillarse en el poder, aunque eso signifique una imposición muy difícil de legitimar, sin embargo, el gobierno no teme arriesgar la democracia de Venezuela en su cruzada particular del  todo por el todo, lo que significa, desde la lógica más simple, que sus esfuerzos no están guiados por una ideología, si así fuera, la prioridad sería rescatar el nombre de Chávez, el mismo que le da identidad a la tendencia que dicen representar, aunque eso significará apartarse del poder, entonces, es evidente que algo más guía las acciones del gobierno ¿Pudiera ser la brújula de la corrupción, la que motiva la moral del poder en Venezuela? Parece evidente que en la economía venezolana ya no se lo deberían permitir, aunque, los escrúpulos de nuestros políticos siempre nos pueden sorprender, entonces ¿Cuál es el objetivo oculto en el plan del gobierno? ¿Por qué, a pesar de la presión internacional, el gobierno no sede? ¿Por qué los principitos rojos de Maquiavelo están tan cómodos en los escenarios que intensifican la violencia? No es secreto para nadie la baja popularidad y credibilidad de cualquier funcionario que represente al gobierno, por lo que, conviene respondernos estas preguntas considerando ¿Los pocos saltos de talanquera desde el gobierno? La pieza lógica que no estamos contemplando abiertamente en este ajedrez político es el temor del gobierno: Al pueblo, a un castigo sin fronteras directamente proporcional a todo lo que aún está oculto. Entre muchos, este motivo para permanecer en el poder, a costa de torcer la constitución, es lo mismo que podría justificar su salida: Llegamos a un punto de no retorno, si el gobierno se logra imponer, lo hará en un escenario internacional en el que tendrán que convivir o no con nuestros gobernantes; pero, si el pueblo venezolano exige su libertad, la magnitud del castigo podría estar por encima de cualquier fallo de la sala constitucional del TSJ.

Así de grave estamos, entonces ¿Qué se está contemplando desde el gobierno? Pudiera ser que nos ven condenados a repetir la historia de otras latitudes, en las que, la indiferencia se alzó como un denominador común que no permitió la organización del pueblo y antes de referirme directamente al caso venezolano, me permitiré citar a Martin Niemöller, (Cuando los nazis vinieron por los comunistas, 1946)

“Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas,





guardé silencio,

porque yo no era comunista.

Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,

guardé silencio,

porque yo no era socialdemócrata.

Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,

no protesté,

porque yo no era sindicalista.

Cuando vinieron a llevarse a los judíos,

no protesté,

porque yo no era judío.

Cuando vinieron a buscarme,

no había nadie más que pudiera protestar.”

Martin Niemöller

Ahora bien, en Venezuela ya hemos vivido: Expropiaciones, persecuciones políticas, exilios, antisemitismo, xenofobia, homofobia y muchas otras persecuciones dirigidas desde la tendencia que se mantiene en el gobierno; al punto de poder reeditar varias veces el discurso de Niemöller en el que la acumulación de indiferencias de la población garantiza la permanencia de quien ostenta el poder.

Sin la intención de responsabilizar a nadie: Venezolanos en el extranjero, partidos políticos, instituciones, dirigentes políticos, representantes del gobierno (solo algunos), los venezolanos que hacen colas y los que esperan que por fin les llegue la bolsa de comida; todos, absolutamente todos, parecemos agobiados. Las noticias, incluso las censuradas, se acumulan junto a los rumores, cadenas y otras terribles comunicaciones, pero también se incrementa el drama por no tomar decisiones definitivas y es allí cuando la indiferencia pareciera hacerse natural, son tantas las cosas que nos afectan, que cada quien se ve obligado a tratar de defender su entorno más próximo, pero lamentablemente haciendo esto, perdemos la posibilidad de convertirnos en una verdadera unidad, no solo la electoral, mientras tanto: De reprimir para dispersar protestas, pasamos a asesinatos durante la dispersión de las protestas; de hacer largas colas por alimentos, pasamos a la exclusión política de los beneficiarios; de protestas e intentos de saqueos, pasamos a saqueos generalizados y  todavía puede estar por venir lo peor desde las tinieblas de  una indiferencia obligada.

Si también consideras que el gobierno perdió todo su talante democrático, conviene que nuestros esfuerzos no se pierdan en la indiferencia de los entornos más próximos, entonces, empecemos a cambiar nuestra forma de hacer las cosas, pensemos en lo colectivo, ayudemos desde donde estemos y organicemos la protesta. El plan del gobierno es uno y parecen obligados a empujarnos para que abandonemos cualquier mecanismo constitucional de cambio, pero, nosotros también estamos obligados a lograr el cambio y exigir justicia y libertad ¿Al final quién podrá más: El gobierno y su temor o el pueblo y su justicia? La indiferencia podría definirlo todo.