Daniel Merchán M.: La democracia no es cosa de juegos

Daniel Merchán M.: La democracia no es cosa de juegos

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En tiempos tan convulsionados como los que vivimos, el referente de la democracia parece diluirse en medio de una serie de avatares que van es desmedro de su importancia, pues al son de intereses particulares se infravalora uno de los mas importantes derechos humanos que posee la sociedad moderna, el derecho a concebir su modelo de desarrollo con base en la participación ciudadana y el respeto a la pluralidad del pensamiento, cimientos inamovibles para la gobernabilidad y la paz en la modernidad.

La primavera árabe, el impeachment en Brasil, el brexit en Gran Bretaña, las cerradas elecciones presidenciales en Argentina y Perú, el referendo en Bolivia, los nuevos comicios en España o el holgado resultado de las elecciones parlamentarias en Venezuela, son muestras claras y fieles de las exigencias, efectos y conquistas de las decisiones soberanas de la ciudadanía en favor de dibujar con pincel propio el bosquejo de su futuro, donde la democracia es finalmente la causa o la consecuencia de expresiones multitudinarias, como si se tratase de aquel poema famoso de William Ernest Henley titulado “Invictus” que el memorable Nelson Mandela se recitaba a si mismo en prisión durante sus peores momentos en el apartheid, “Soy el amo de mi destino, soy el capitán de mi alma”.

El mundo de hoy, la comunidad internacional que hace vida en organismos globales, las ong’s, las empresas, los grandes grupos religiosos, los medios de comunicación, las universidades, gremios, y la sociedad en general no deben dejar de lado el clamor de los pueblos que pasan por momentos difíciles ante la imposición de modelos políticos y económicos totalmente anacrónicos, que subvierten el orden constitucional y se desplazan fácilmente por las practicas del autoritarismo, despótico y dictatorial, que con estrategias de nuevo cuño pretenden disfrazarse con vestigios “democráticos” para justificar desmanes de todo tipo en nombre de una institucionalidad que no existe.

El régimen cubano de los Castro se escondió muchos años en la sombra de una elecciones viciadas, que le han dado una legitimidad inexistente, la ONU y la OEA asistieron sin mayor resistencia a la presentación de gobiernos de facto en Chile, Argentina, Paraguay, Colombia, Ecuador, etc, sin tener una noción clara de los resultados negativos para los derechos humanos en el siglo XX, el continente africano es un tablero incesante de rebeliones que rompen el hilo democrático, y en Asia sus mayores exponentes ni siquiera aceptan reconocer el concepto de democracia con todas sus aristas.

Por tales motivos, no es de extrañar que la preservación de la democracia para algunos no pase de ser un mero acto protocolar, sin efecto real, olvidando tal vez, que las dimensiones que adquiere la critica ciudadana, aliada con sectores de diversa índole, escapa a las paredes de un palacio de gobierno o a una sala de conveniencias diplomáticas, haciéndose fuerza de presión incalculable en redes sociales, protestas publicas, asambleas de ciudadanos de características mundiales, porque finalmente ya somos una aldea global, es por ello, que la democracia no es una cosa de juegos,  que le da la espalda al verdadero sentir de la gente, ya que la factura puede ser cobrada a la vuelta de la esquina, y como sucede en el caso venezolano que es una prueba irrefutable de la vulneración de la calidad de vida, la burla a los derechos mas básicos del hombre en sociedad y  la negación enceguecedora de una realidad catastrófica, solo quedará ser testigos de un nuevo camino de superación ante la adversidad, ejemplificante para organismos internacionales y formaciones políticas nacionales, que deben actuar con mayor hidalguía, pues en un nuevo capitulo de esa Venezuela Heroica de Eduardo Blanco, se debe decirles como señalaba el autor en cuestión, “A grandes propósitos, ejecutores colosales”, convirtiendo el anhelo y la resolución de un pueblo por ser libre, en la mejor sentencia de las victorias democráticas.

Daniel Merchán M

@Daniel_Merchan en Twitter.

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