Manuel Malaver: El castrochavismo es una anacronía incompatible con las redes sociales

Manuel Malaver: El castrochavismo es una anacronía incompatible con las redes sociales

thumbnailmanuelmalaverEl castrochavismo -el último cráter del marxismo-, tardó tres años en enterarse que la comunicación de masas había experimentado en los últimos dos decenios una revolución comparable a la creación del alfabeto y la invención de la imprenta, por lo cual, no solo el conocimiento, sino las noticias que afectan a la historia, la cultura, la economía, y la política había empezado a emitirse y receptarse de una manera raigalmente nueva, distinta.

Pero está en el ADN de los hijos de Marx, pensar que la realidad se comporta de una manera y no de otra (la lucha de clases, o que el socialismo sucederá el capitalismo, o que la distribución de la riqueza precede a la producción), no admitir cambios y actuar como si el mundo se mantuviera congelado en aquella mañana del 14 de marzo de 1883 en que Marx lo dejó.

Sin embargo, casi un siglo después de la muerte de Marx, a comienzos de los 80 del siglo pasado, en Estados Unidos, dos operadores del conocimiento, -ni filósofos, ni políticos, ni historiadores, ni ingenieros, ni biólogos, ni químicos, ni matemáticos-, sino ciudadanos del mundo no más, Steve Jobs y Bill Gates, se preparaban para hacer realidad el paradigma descubierto por los investigadores Harold Innis y Marshall Mc Luhan, en la Universidad de Toronto, en los 60: “Los cambios en las civilizaciones siguen a los cambios en las tecnologías de la comunicación”.





Y ahí precisamente apuntaba su invento de crear el computador personal, que trasladaba la revolución electrónica a la casa, a la oficina, al parque, al carro, a donde usted quisiera llevarla, que es a donde se dirigía este artículo antes de perderse en disgreciones.

Hablamos de la Internet y las redes sociales, realidades que, como consecuencia de la aplicación de la electrónica al comportamiento masivo, fueron desplazando las formas de pensar, escribir, hablar y comunicar que se practicaban desde la invención de los tipos móviles por Johhannes Gutenberg, por allá en la Alemania de 1440.

Básicamente, lo que queremos decir es que, con la Internet y las redes sociales, los paradigmas de la comunicación dieron un salto como jamás los había conocido la humanidad y, brevemente, podríamos resumirlos: 1) Desaparecen los secretos en todos los ámbitos públicos de la actividad humana. 2) Los contenidos mediáticos pasan a formularse en el propio lugar donde ocurren, por sus autores y a una velocidad que los hace instantáneos. 4) Fin del control, la represión y la interferencia de la libertad de expresión que pasa a ser libre.

Anotemos que el castrochavismo, como un movimiento político que, primero, se llamó “bolivariano”, y después “Socialismo del Siglo XXI”, nació y creció en medio del auge y expansión de la revolución en la comunicación, pero que, también, fiel a sus orígenes enraizados en la dogmática marxista, stalinista y neototalitaria se mantuvo sordo y ciego a los resplandores que brillaban frente a sus ojos.

Una vez en el poder, entonces, en 1999, Chávez y los suyos, se trazaron el control y represión progresivo de los medios convencionales, -léase periódicos, revistas, televisoras y emisoras de radio- que ya habían empezado a adversarlos y que, acuerdo a las recetas stalinistas, maoístas y castrista,s eran los enemigos a vencer.

Desde estas líneas podemos establecer los hitos del proceso de la guerra de Chávez y Maduro contra los medios convencionales, y también, del fracaso colosal que han cosechado quienes no existen para la realidad sino para antiguallas que persisten en sus cerebros: 1) Aprobación de la Ley de Contenidos de Radio y Televisión (Ley Resorte) el 7 de diciembre del 2004. 2) Formulación y anuncio de la doctrina o programa de la llamada “Hegemonía Comunicacional 3) Cierre de Radio Caracas Televisión el 27 de mayo del 2007 4) Anuncio de que Globovisión, el último canal de televisión independiente del país, había sido comprado por un empresario cercano al chavismo el 11 de marzo del 2013.

Pero hubo más, mucho más: puede decirse que, desde que tomó el poder, y muy en especial, desde que hizo aprobar la Ley Resorte y el anuncio de la doctrina de “Hegemonía Comunicacional”, el chavismo fue empleando la cuantiosa renta petrolera y creando su propio sistema de medios, una “fuerza mediática” que, según el profesor, experto y colega, Marcelino Bisbal, en su mejor momento, llegó a contar con 120 televisoras, 300 emisoras y 500 medios impresos.

Pero no fue todo, pues, a partir del boom petrolero (2004-2008).Chávez usó la chequera para doblegar al canal 4 de televisión, Venevisión y ponerlo a su servicio, a Televen para que “matizara” sus contenidos, grandes medios impresos nacionales, como “Ultimas Noticias” y “El Universal”, que fueron comprados por testaferros e incorporados al sistema, así como centenares de medios audiovisuales e impresos de provincia.

Para no ir más lejos, el castrochavismo creó su propio canal internacional de noticias, Telesur, el CNN revolucionario, para llevar la ideología y las buenas nuevas del “Socialismo del Siglo XXI” por el continente y por mundo, y, por supuesto, financiado con los petrodólares que todavía a comienzos del 2010 fluían incontenibles hacia las arcas venezolanas.

En otras palabras que, poco antes de morir, Chávez bien pudo pensar y decir que había logrado reducir en un 95 por ciento la libertad de expresión en Venezuela, porque, ciertamente, ya los grandes medios, ni Venevisión, ni Televen, ni Globovisión, ni “Ultimas Noticias”, ni “El Universal”, existían para contar la tragedia que se avecinaba con la crisis humanitaria que hoy vivimos, ni las violaciones de los derechos humanos que se han recrudecido desde que Maduro y los cubanos culminaron su asalto al poder.

Es cierto que, aun en estos pavorosos momentos, se mantienen ventanas abiertas, como El Nacional, Tal Cual, 2001, La Verdad, Versión Final, El Carabobeño, el semanario “La Razón”, y unas pocas emisoras y televisoras, pero siempre bajo el acoso de la dictadura que mantiene perseguidos y exilados a no pocos de sus dueños, editores y periódicos.

La gran pregunta es ¿cómo a pesar de 10 años de intensos esfuerzos y gigantescos gastos para imponer la “Hegemonía Comunicacional”, de cerrar unos medios y comprar otros, del boicot con el papel y la publicidad, de la persecución, encarcelamiento, y exilio de dueños, editores y periodistas, del block out informativo que desde hace una década impera en el país, de la asesoría de “teóricos” de la información como Ramonet, Pablo Iglesias y Juan Carlos Monedero, Brito García y los expertos cubanos, Maduro anunció hace una semana que “la revolución y el socialismo” habían perdido la batalla de la opinión, que no se conocían sus logros sino sus desastres y decretaba la guerra de la toma de la Internet, el Ciberespacio y las redes sociales?

Bueno, pues, precisamente por eso, por que mientras durante 10 años el gobierno perdió tiempo y recursos en medios que ya eran convencionales, obsoletos, que habían perdido lectores y teleaudiencia de manera exponencial, los ciudadanos empezaron a invertir en computadoras, laptops, tabletas y teléfonos inteligentes que pasaban a ser los nuevos medios en los cuales se encontraban para escribir, pensar, hablar e interactuar los habitantes del siglo XXI.
En otros palabras que, el castrochavismo y el resto de los socialismos residuales se encontraron de repente hablando solos, ya que la nueva corriente comunicacional estaba creando otro mundo, otra cultura y otra civilización.

Es una realidad que sale del pensamiento, de las manos y el tiempo de nuevos comunicadores, que operan con los sucesos, los transmiten instantáneamente, on line y crean, tal como lo profetizó Mc Luhan, un vecindario entre Caracas, Ciudad México, Nueva York, Varsovia, Tokio, Shangai, Lhasa y Delhi.

Y frente al cual, hubieran fracasado dictadores feroces como Stalin, Hitler, Mussolini, Mao, Pinochet, Franco, y Videla y que, si se permite sobrevivientes como la dinastía Sung de Corea del Norte y los hermanos Castro de Cuba, es porque pasaron más de medio siglo instaurando el terror y empobreciendo sus países a unos niveles prehístóricos como para que no tengan acceso a la Internet, ni a las redes sociales.

No es el caso de Maduro, Ortega, Correa y Evo Morales, ahogados por la información libre que paso a paso y día a día ha ido carcomiendo sus dictaduras.

Y sin que haya posibilidades, como pretende Maduro, de que ocurra una retoma de la Internet y las redes sociales, pues las mentiras no tienen pasaportes para que puedan circular en áreas de información abierta, donde permanentemente pueden ser contradichas y desmentidas, ya que basta con que los usuarios hagan clic en “bloquear” o comparen sus sesgos intolerantes con la información libre y plural, para que desaparezcan en las naderías para lo que quedaron estos totalitarios venezolanos y sus criminales que solo conocen el lenguaje de las armas, los cañones y las balas.