Lo dice la Constitución, lo exige el pueblo, lo recomienda la comunidad internacional y lo reflexiona la Iglesia Católica. Venezuela necesita con urgencia una salida democrática a la crisis política, económica y social en la que está sumergida; y esa salida pasa por un Referendo Revocatorio Presidencial.
Muchas han sido las trabas impuestas por el Consejo Nacional Electoral para intentar frenar la consulta popular que abrirá las puertas del progreso a nuestra Patria. Se han burlado del 80 % de los venezolanos que implora un cambio de gobierno este año; y peor aún, han pisoteado la Constitución y las leyes de la República.
Es insólito, pero en Venezuela son menos los requisitos que pide el Poder Electoral para la postulación al cargo de Presidente de la República, que los exigidos para la solicitud de su revocatoria. Lo que resulta una verdadera ofensa, señora Tibisay Lucena, de esas grotescas que usted denuncia a través de las cámaras de televisión.
Sólo en la Venezuela de Nicolás Maduro los caprichos de una pequeña cúpula valen más que los preceptos de la Carta Magna. Evidencia de ello, las últimas sentencias del Tribunal Supremo de Justicia contra las decisiones de la Asamblea Nacional, si no me equivoco van 17, y el saboteo del CNE a la solicitud del revocatorio presidencial.
Muchos se preguntarán por qué hablamos tanto de trabas y de saboteo. La realidad es que según el artículo 72 de nuestra Constitución para revocar a un funcionario de elección popular solo se necesita:
1. Que el cargo a revocar sea de elección popular.
2. Que haya transcurrido la mitad del período para el cual fue elegido el funcionario o funcionaria.
3. Que un número no menor del veinte por ciento de los electores inscritos en el registro electoral solicite la convocatoria de un referendo para revocar su mandato.
4. Que durante el acto de referendo revocatorio concurra un número de electores igual o superior al 25 % de los electores inscritos en el registro electoral.
5. Que el voto total de los electores sea igual o mayor al número de votos que obtuvo cuando fue elegido.
Los requisitos son claros y las ganas de cambiar a este gobierno se mantienen firmes.
La letra de nuestra Carta Magna está viva y se respeta. La perfecta redacción de cada uno de sus artículos desmonta la mentira de quienes insisten en destruir a la Patria de Bolívar; esos 916.445 km² de tierra fértil y de progreso que se niegan a morir de mengua.
No es la primera vez que superamos contratiempos. Entre los años 2003 y 2004, cuando solicitamos un referendo revocatorio contra el presidente Chávez, también se nos hizo largo el camino. ¡Y lo superamos!
Aunque no se impuso la etapa de legitimación del grupo promotor de la iniciativa, lo que en este proceso fue la recolección del 1 % de las firmas que acabamos de superar, sí se nos colocaron muchas barreras. Pero pese a las rigurosas regulaciones del CNE, al firmazo y al reafirmazo, salimos adelante, y luego de transitar un intrincado camino, finalmente se llamó a realizar la consulta popular. Se convocó un 8 de junio y se llevó a cabo un 15 de agosto, lo que nos hace deducir que el proceso electoral pudiera perfectamente organizarse en 2 meses, y que aún el tiempo corre a favor de un CAMBIO de gobierno en Venezuela. No en vano nuestro líder, Henrique Capriles, habla del mes de Octubre.
Lo cierto es que hoy más que nunca estamos UNIDOS por Venezuela y por el progreso que deseamos. Más de 80% de quienes hacemos vida en esta hermosa nación decidimos cambiar y por eso estamos dispuestos a revocar a Maduro, superando las trabas que sean necesarias, las agresiones, las injusticias y las “ofensas grotescas”.
Atravesaremos ríos si es necesario, ya lo hemos demostrado. Pero este año cambiamos de gobierno de manera constitucional. Por eso exigimos una vez más que se llame a iniciar el proceso de recolección del 20% de las firmas. El país lo necesita. Venezuela está lista para la segunda fase de la activación del Revocatorio.
¡Vamos por el 20%!
“Aquellos que han construido su libertad a través de la dominación de los demás han sido condenados finalmente a un fracaso innoble”, Nelson Mandela.