El número de oficiales dentro de la Administración Pública ha sido tan elevado, más de 2.400 a lo largo de 17 años, que en diciembre de 2015 Maduro les ordenó a los militares “regresar a los cuarteles”. Siete meses después revertió el mandato: les entregó al general Padrino López y a la cúpula castrense el control total de la economía, movido por la desconfianza en sus colaboradores civiles, en la quimera de la “guerra económica” y en la vana idea de que con vigilancia severa y disciplina férrea pueden resolverse los entuertos creados por la destrucción socialista del aparato productivo nacional y el derroche de la riqueza petrolera. El fracaso de este nuevo ensayo de ingeniería social está escrito en la historianacional y mundial.
El modelo aplicado por Maduro sigue la pauta trazada por los cubanos durante décadas. La economía de la isla ha sido manejada durante seis décadas por cuadros del Partido Comunista y del Ejército. La miseria y dependencia de esa “República”es tan severa, que Raúl Castro advirtió a finales de junio pasado que los cubanos tendrían que ajustarse aúnmás el cinturón porque la ayuda venezolana había disminuido. Luego de 60 años de revolución los viejos tiranos no se han independizado ni siquiera de un país arruinado como la Venezuela chavista. Los únicos privilegiados son los miembros de la nomenclatura: PCC y Ejército. El esquema cubano fue importado de la Rusia soviética, donde la omnipresencia del PCUS y del Ejército Rojo asfixió la economía. La URSS se desplomó sin que ninguna potencia capitalista le lanzara ni un triqui traqui. Tal era su ineficiencia. La epidemia se extendió a sus satélites de Europa Oriental y la China de Mao. En todos los países socialistas la presencia del Partido Comunista y del Ejército en la economía fue nefasta.
El sello del fracaso castrense no es exclusivo del comunismo. En las naciones capitalistas los militares también han producido daños cuando se adueñan de la economía. En la Chile de Pinochet, sus errores tácticos y estratégicos fueron proverbiales. El dictador sureño tuvo que llamar a Milton Friedman y sus muchachos para que diseñaran y aplicaran un programa de reformas que enderezara los entuertos provocados por los rígidos e ignorantes uniformados. A partir de lareorientaciónde las políticas y la exclusión de los militares del control gerencial, la economía comenzó a crecer, sin preocuparse mucho por la distribución del ingreso y la construcción de una sociedad equitativa. El “milagro” chileno no tuvo nada que ver nada con la planificación o la férula militar, sino con cambios concebidos por expertos civiles.
En contrapartida, ningún país desarrollado donde la equidad es característica dominante, ha alcanzado ese estatus teniendo como conductor de la economía al cuerpo militar. Si al general Padrino López le interesa más contribuir a que Venezuela salga del abismo, que apoyar a Maduro a continuar atornillado al poder, tendrá que utilizar el inmenso poder que detenta para iniciar un proceso de consulta e inclusión de los sectores productivos e intelectuales: empresarios, trabajadores y especialistas. Una decisión desacertada puede convertirla en un inmenso logro para él y la nación.
@trinomarquezc