La delincuencia juvenil en Venezuela, por Pedro Vargas

La delincuencia juvenil en Venezuela, por Pedro Vargas

thumbnailpedrovargasLos delitos cometidos por jóvenes sirven de indicadores para determinar el estado de la moral y el orden público de un país. Los criminales adultos de hoy probablemente se iniciaron en el mundo delictual cuando eran jóvenes.

En Venezuela, actualmente se ha venido produciendo un crecimiento explosivo de la delincuencia juvenil, a consecuencia de la gran descomposición social que se está viviendo, el consumo de sustancias alcohólicas, drogas, la desintegración familiar, la deserción escolar, factores estos que actúan como aceleradores del delito.

Tales circunstancias se reflejan a través de los medios de comunicación, los cuales reseñan la creciente participación juvenil en la comisión de delitos graves, tales como: homicidio, robo agravado, violación, secuestro, tráfico de drogas, etc. La Ley Orgánica para la Protección del Niño y del Adolescente (L.O.P.N.A.) en su artículo 2 define como adolescente a toda persona con doce años o más y menos de dieciocho años de edad.





Si esos delitos anteriormente señalados son cometidos por adolescentes, estos serán sancionados de acuerdo a lo previsto en el artículo 628 de la ley in comento, con una pena privativa de libertad no mayor de cinco años en caso de adolescentes que tengan catorce años o más, y en caso de que el adolescente sea menor de catorce años su duración no podrá ser mayor de dos años.

Estas penas aplicables al adolescente que ha participando en la comisión de delitos tan graves son insignificantes si lo comparamos con el daño ocasionado a la víctima, dando lugar a una gran impunidad. En este sentido, son muchos los que comparten la idea de disminuir la edad de la imputabilidad a 16 años, tal como se aplica en algunos estados de Norteamérica y el Continente Europeo.

Ahora bien, se debe tener en cuenta que, el Estado para lograr controlar el flagelo de la delincuencia juvenil, no puede seguir diseñando planes de seguridad sin tomar en consideración las causas estructurales que lo originan.

Por ello, se hace necesario diseñar políticas sociales que involucren el aspecto educativo, familiar, el deporte, fuentes de empleo, el ocio, la educación sexual, y la participación activa de la comunidad. El nuevo enfoque que se debe desarrollar, es que la sociedad a través de la comunidad organizada juegue un papel fundamental en la solución de los problemas públicos, logrando de esta manera reducir la dependencia del Estado.

Asimismo, la familia juega un importante rol en la prevención del incremento de la delincuencia juvenil, ya que, por ser la célula fundamental de la sociedad, es allí donde tiene inicio la formación principal de los niños y jóvenes. De tal manera pues, cuando existe una familia bien estructurada en la cual, se enseñe a los hijos el respeto a los demás, los valores de honestidad, trabajo, afecto, solidaridad, educación, etc., estos jóvenes así formados muy rara vez serían proclives a cometer hechos ilícitos. Por otra parte, la escuela es otro factor importante para fortalecer los valores en los niños y adolescentes, y evita que los mismos se inclinen a incurrir en la comisión de delitos.

Pero hay que entender que, el educador sin el apoyo del núcleo familiar del menor, no puede lograr alejarlo de conductas irregulares, por ello, es imprescindible involucrar a los padres con las enseñanzas inculcadas en la escuela, a los fines de que afiancen dichas enseñanzas a sus hijos en el hogar.

El drama social que vive actualmente Venezuela envuelve la problemática de la delincuencia juvenil, tal circunstancia exige urgentemente arrancar con un plan de seguridad que involucre todas las instancias de gobierno y la sociedad en general, a los fines de que permita devolverle la confianza y la tranquilidad que añoramos todos los venezolanos.

Tal vez los resultados de los programas y políticas que se emprendan deberán esperar un tiempo prudencial para percibir los resultados inmediatos, pero quedarse de brazos cruzados esperando soluciones fortuitas o mágicas, pueden desencadenar en una generalización de la delincuencia juvenil a extremos incontrolables, dando lugar a una sociedad anárquica y muy peligrosa.