Jesús Peñalver: Las boutades del exfiscal

Jesús Peñalver: Las boutades del exfiscal

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“En algunos círculos se enaltece a alguien

como poeta, no por la calidad de lo que escribe,





sino por la supina ignorancia del entorno”.

Jorge Gómez Jiménez

No sé cuántas neuronas habrá gastado Julián Isaías Rodríguez, actual embajador ante Italia (antes en España) y exconstituyente, en ese delirante desatino según el cual, el régimen venezolano no era parlamentario ni presidencial porque “en nuestro régimen todo el poder está en la Sala Constitucional del TSJ”. Sin miramiento ni desparpajo alguno, otra oda del exfiscal.

Este otro bate quebrado del régimen, el mismo que se hizo publicar  su Antología poética en la otrora gloriosa Biblioteca Ayacucho, que por cierto, no ha de ser casualidad que esta institución bibliográfica, que en el pasado marcó pauta en Latinoamérica, no mencione el libro de Isaías en su catálogo general, ni en el libro conmemorativo por sus treinta años, ni en su sitio de Internet, como lo registró oportunamente el portal Letralia.com, hoy nos sorprende con sus escandalosas aseveraciones y consejos inconstitucionales al aposentado en Miraflores, al punto de sugerirle disolver la  Asamblea Nacional”.

Es el mismo bardo guairiqueño, autoproclamado poeta Isaías Rodríguez, aquel que “sintió más dolor cuando mataron a Danilo Anderson que cuando se murió su mamá”. Bueno, ese personaje multidisciplinario, que sirve más que el limón o la sábila, durante la emisión de unas de las consabidas y fastidiosas cadenas de radio y televisión desde la tumba de Bolívar, ese sujeto que ocupó la Fiscalía General dijo, que el régimen venezolano no era presidencialista ni parlamentario, y agregó: “Pero no solamente que no es parlamentario. Yo me voy a atrever a decir una cosa más audaz: para mí tampoco es presidencialista. Es semipresidencialista porque en nuestro régimen todo el poder está en la Sala Constitucional. ¡Está en el poder judicial!”. Nada más per-judicial que esa perorata leguleya.

Yerra el juglar Julían Rodríguez, al pretender sustentar su desaguisado, con que la norma que le confiere al presidente la facultad de disolver a la Asamblea, la trajo de Francia, en fin, y con una serie de sandeces que no son del caso repetir.

Para redargüir al diligente poeta Julían, diré que para garantizar   la estabilidad institucional de Venezuela como Estado y República, como pueblo y Nación, según se mire, habría que desalojar del poder a toda esa caterva de golpistas, esa “caravana de inútiles” (Rafael Orihuela, dixit) que ha timado demasiado al erario y violado tanto la Constitución, que la pobre no puede parir más.

Y en esa dirección están trabajando, precisamente, los factores de la oposición democrática venezolana, vía referendo revocatorio del mandato de aquel funcionario de origen aún sin precisar.

La Constitución sólo reconoce un caso en el cual puede disolverse la Asamblea, conforme con la norma del numeral 21 del artículo 236 de su texto, en cuya presencia no se está actualmente.  Y en cuanto a si la Sala Constitucional puede disolver, que no “destituir” ni “abolir” a la Asamblea Nacional, es evidente que no, por la única razón antes invocada.

El exfiscal, trocado en bate, es de los mismos que atacaron a la democracia venezolana, insurgiendo contra el gobierno legítimo en 1992, dizque para acabar con la corrupción, la falla en los servicios públicos, y con una carga de nacionalismo-bolivariano a rabiar. Esos que hoy no hallan qué hacer para justificar tanta ineficiencia, incapacidad e incompetencia para resolver los ingentes y muy graves problemas que aquejan a Venezuela.

No hay lugar para una inyección. La patria sufre las punzantes agujas de la gente mala, aves de rapiña, babosas, incansables de gozar lo ajeno. Sátrapas, pillos de miles caras, con manos llenas y de corazón vacío han colmado el cuerpo público, saqueado las arcas, negociado los valores Urge reparar el daño a la tierra y a su gente ambulancias de la dignidad vayan por ella en su rescate.
Jesús Peñalver