Resistencia democrática, por Leonardo Fernández

Resistencia democrática, por Leonardo Fernández

thumbnailLeonardoFernandezClasificar el modelo político venezolano ha sido un dolor de cabeza para analistas políticos y estudiosos de las ciencias sociales, desde hace 17 años. Venezuela no encajaba en ninguna de las categorías clásicas de las ciencias políticas (dictadura, democracia, monarquía), porque a pesar de los atropellos contra los derechos individuales, las elecciones que se realizaban periódicamente limpiaban la cara del gobierno.

En nuestro país se desarrolló lo que Vargas Llosa llamó (en referencia al México del PRI) la dictadura perfecta, un gobierno autoritario donde las leyes y las instituciones se adaptaban a los caprichos del tirano, pero con el respaldo de la población, que al momento de votar ratificaban su confianza en el líder.

Los factores de la oposición intentaron enfrentar, de manera infructuosa, esa dictadura moderna por numerosas vías: paros, golpes de Estado, y retirarse de elecciones. No fue hasta 2006 cuando la Alternativa democrática inició el camino electoral como forma de lucha, y descubrió que para trabajar en nombre de Venezuela, primero había que conquistar el corazón de los venezolanos, empresa promovida por Manuel Rosales.





El gobierno siempre respetó los calendarios electorales y se sometió al mayor número de comicios en Latinoamérica, pero esa creencia del chavismo en la democracia era solo mientras le fuera útil. Luego de perder el apoyo de la población y de constatar en diciembre que ni siquiera mediante las trampas podía mantener su caudal electoral, el madurismo (donde sobreviven las figuras más reprochables del chavismo) se ha negado a permitir la realización de elecciones, en especial la que pone en riesgo su permanencia en el poder: El revocatorio.

Ante este nuevo panorama la Unidad debe estar clara en que las formas tradicionales de proselitismo político ya no son suficientes, el madurismo está hoy más cercano a una dictadura clásica, pues su negativa a que se exprese el soberano es definitiva. La estrategia entonces debe cambiar, y adoptar la resistencia, la movilización popular, y el acompañamiento a las protestas sociales como principales armas; solo así podremos forzar la realización de una consulta donde los venezolanos decidan el rumbo del país.

La movilización del primero del septiembre apunta en la dirección correcta, está claro que la mayoría de la población desea un cambio y que está dispuesta a votar por él, pero si no presionamos en la calle los ciudadanos no tendrán la oportunidad de expresarse.