Así fue la noche en que nadadores estadounidenses fingieron ser asaltados en Río

El nadador estadounidense Ryan Lochte y tres de sus compañeros inventaron un rocambolesco asalto a punta de pistola en Río de Janeiro para justificar los excesos de una noche de juerga que terminó con destrozos en una gasolinera próxima a la Villa Olímpica. EFE/FABIO TEIXEIRA
El nadador estadounidense Ryan Lochte y tres de sus compañeros inventaron un rocambolesco asalto a punta de pistola en Río de Janeiro para justificar los excesos de una noche de juerga que terminó con destrozos en una gasolinera próxima a la Villa Olímpica. EFE/FABIO TEIXEIRA

 

Corría la noche del sábado en Río y el nadador Ryan Lochte, compañero de cuarto de la leyenda de la natación Michael Phelps, tenía una medalla de oro que celebrar. La Casa de Francia, uno de los lugares patrocinados por los países visitantes durante los Juegos, estaba de fiesta y el estadounidense, acompañado por los también nadadores Gunnar Bentz, Jack Conger, y Jimmy Feigen, decidió ir. Eran casi las dos de la madrugada del domingo y había una larga fila para entrar al evento, cuyas invitaciones rondaban los 600 reales (unos 186 dólares). Lotche y compañía esquivaron la cola y entraron con aire de vencedores. Al fin y al cabo, eran las estrellas de la noche.

María Martin / El País





Los nadadores bebieron y mucho, como reconocieron después. Lochte llegó a compartir en una red social un vídeo del lugar. La fiesta era enorme. Unas mujeres aparecieron, flirtearon y se besaron con los atletas. Después, se contaron los detalles en el taxi que las llevó de vuelta a casa. El taxista oyó la conversación y acabó siendo una de las piezas clave de la investigación al relatar a la policía los diálogos. “Eso indicaba que uno de los atletas tenía un motivo para no divulgar la historia verdadera”, afirmó el jefe de la Policía Civil, Fernando Veloso. Lochte mantiene una relación desde marzo pasado con la modelo Kayla Rae, según la prensa norteamericana.

Los nadadores dejaron la fiesta muy animados cuando faltaban 15 minutos para las seis de la mañana– y no a las cuatro, como inicialmente declararon – y pidieron un taxi. En el camino de cerca de 40 kilómetros que separaba el baile, en la turística Laguna Rodrigo de Freitas, de la Villa de los atletas, los nadadores hicieron una parada. Necesitaban ir al baño. El taxista entonces aparcó el coche en el lateral de una gasolinera de la avenida de las Américas, ya en Barra da Tijuca, cerca del Parque Olímpico. Lochte estaba exaltado, confirmó uno de los compañeros a la policía, y parte del grupo acabó haciendo pis en la calle. Arrancaron una placa del puesto y al llegar a los baños rompieron espejos, jaboneras y la propia puerta. La policía no aclaró si todos participaron o fue solo Lochte, el más agitado, pero confirmó que el medallista había consumido mucho alcohol.

La confusión llamó la atención de los trabajadores de seguridad de la gasolinera, dos agentes (no fue confirmado si son policías militares o agentes penitenciarios) que estaban trabajando. Ellos, en portugués, intentaron advertir a los nadadores sin mucho éxito. Querían evitar que se fueran antes de que la policía llegase y que pagaran los daños. Lochte y compañía no tenían ninguna intención de obedecer, según la policía, y pidieron al taxista que los sacase de allí, pero el conductor se negó.

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