“Mis hijos comen aire o sopa de mentira”

“Mis hijos comen aire o sopa de mentira”

(foto José Nava)
(foto José Nava)

 

Un pedazo de almohada curtida y un bojote de sábanas viejas sostienen el cuerpo de Jhan Marcos. Tiene tres años y pesa cuatro kilos. Lejos de reposar gime a ciegas; las cataratas en segundo grado que le quitaron la vista. Así lo reseña laverdad.com / Mariela Nava

El niño, de extremidades largas, hinchadas, pálidas y finas, no tiene fuerzas ni para expresar con llanto el dolor que le producen las escaras en su pelvis. La desnutrición acentúa sus huesos. Él y sus cinco hermanos, incluyendo “el que viene en camino”, comen arroz con mantequilla en “los días buenos” y en los peores “aire o sopa de mentira”.





A los 12 días de nacido, el pequeño sufrió meningitis. Hace más de un año le diagnosticaron epilepsia, encefalopatía estática, tetraplejia espástica y demora motora. A su enfermedad se suma la situación económica de su familia, quien no lo puede proveer ni de las medicinas.

Karelys Lozano, de 30 años, es su madre. Cría, además de Jhan Marcos, a cuatro hembras y otros tres varones, entre ellos cuenta su embarazo de seis meses de gestación. Todos viven en el sector 5 de Las Trinitarias. Ayer abrió la puerta de su casa a La Verdad para contar lo “duro” de hundirse en tanta pobreza y desidia. Jura que se desespera cuando no tiene nada para darles de comer. “Eso no se lo deseo a nadie”.

El ama de casa se separó porque él le pegaba. Desde entonces le llena el estómago a sus hijos con “un invento o sopa de mentira”, harina de maíz sola cocida. A Jhan Marco, explica, le da un trato “especial, agua de sopa o fororo sin leche, cuando lo consigo”.

La familia hace un año se alimenta mejor. Ahora, una o dos veces al mes, comen dos veces al día cuando les vende la bolsa de Mercal. El dinero lo adquiere con la venta al fiado de ropa íntima. Apenas le alcanza para sobrevivir a los siete, la mujer y sus seis hijos.

Acorralada

Hace más de un año que al pequeño Jhan no lo valora un médico. “Me da miedo salir con él de este barrio, es muy difícil por la zona y por los pasajes”. Contó que no tiene dinero para costear una hospitalización “y menos como están las cosas, que en el hospital piden de todo”. Aunque nadie le ha dado un lapso de vida para la condición de su hijo, asegura que para todos los momentos difíciles que le ha tocado pasar, “solo Dios es su fortaleza”.

Karelys explicó que la juzgan porque volvió a embarazarse y ella se justifica argumentando la falta de anticonceptivos. Ahora desea cortarse las trompas para evitar quedar embarazada de nuevo. “Ni en el Hospital Universitario o el Chiquinquirá me quieren cortar porque no hay cesárea planificada”. Aseguró que no quiere tener más niños. “Me siento muy triste porque sé que mi situación es grave. Uno quiere para los hijos lo mejor posible y ahorita incluso, verlos así cuando no tengo aquí nada, no se lo deseo a nadie. Pedirle a Dios es lo que hago”.

Una ayuda

Kautibil, vitaminas, ácido valproico, alimento, leche, pañales y un colchón antiescaras es lo que le urge a Jhan Marco.

Los niños abandonaron la escuela por falta de ropa, útiles y alimentos.