Henry Jiménez: El día después

Henry Jiménez: El día después

El 2 de septiembre Venezuela será otra. La puerta que conduce a la libertad de los presos políticos, al rescate de la democracia, al regreso de los exiliados y al progreso, se abrirá de par en par.

Cómo reaccionará Maduro  la cúpula  que gobierna ilegítimamente el país, ante la avalancha de millones de venezolanos que en el territorio nacional y en particular en Caracas pedirán a gritos el revocatorio de Maduro? Eso está por verse hoy mismo y a partir de mañana 3 septiembre.

Pero nada debe sorprendernos. La represión y el miedo ya no detienen al bravo pueblo venezolano que decidió ponerle punto final a esta pesadilla. Su léxico militar y de guerra ya no asusta a nadie y sus verbos preferidos dejarán de conjugarse muy pronto: amenazar, amedrentar, hostigar, acosar, intimidar, perseguir, encarcelar, desaparecer, matar.

El secuestro practicado por la pseudo ideología grosera y abusivamente llamada “bolivarianismo” desde hace casi 18 anos, caerá como las estatuas de Lenin, Mao, Sadam Husein, Gadafi y otros dictadores y criminales de guerra. La obsesión de Chávez, de Maduro y todos los que conforman la cúpula cívico-militar corrupta de destruir nuestra querida patria Venezuela, ha fracasado.

Invirtieron miles de millones de bolívares y dólares en buscar modificar los valores tradicionales y las costumbres de los venezolanos. Quisieron convencer a todos de adorar falsos líderes y adoptar nuevos símbolos y hasta diabólicas “religiones”. Pretendieron prostituir al país y corromper todo a su paso, para que nadie quedase por fuera sin conocer el pecado. Un medio efectivo para asegurarse la impunidad.

La misma estrategia la implantaron en el ámbito internacional y regional. El ALBA  y UNASUR, por ejemplo, son la expresión  más clara de organizaciones a la medida del chavismo. Sin escrúpulo ni vergüenza gastaron indebidamente el dinero de los venezolanos para inventarse una protección que también se les derrumbó hace rato. Lo que queda de sus aliados será polvo muy pronto.

Están malditos, lo que tocan se destruye. Mataron la Comunidad Andina y entraron al Mercosur por la puerta de atrás, mediante trampas y sobornos para arrastrarlo a la peor de sus crisis desde que fue creado, para proteger entre muchos propósitos, a la democracia.

Destruyeron lo más sagrado y productivo de Venezuela, su empresa y símbolo PDVSA. Destruyeron el sistema eléctrico y la misma naturaleza les ayudó para que se secaran los grandes embalses.

Están malditos, en la historia se recordará a Chávez, Maduro,  Cilia Flores, Jaua, Jorge Rodríguez, Rafael Ramírez, Tibisay Lucena, Aristóbulo Isturiz, a los Escarrá, a los magistrados del tribunal supremo de justicia (en minúscula, es lo menos que merece esa oficina), a los militares corruptos que le apoyan y muchos más, como la malandrería que llegó al poder y se mantuvo en el por casi 18 anos, con el solo propósito de destruir al país y esclavizar a sus habitantes, para luego gobernarlos a su antojo por 50 o más anos, tal como lo anunció tantas veces el supremo estafador.

El día después anuncia cambios y transformaciones. Corresponde a cada venezolano ayudar a limpiar la casa, a desinfectarla y perfumarla. Hay que deshacerse de todo aquello que produce repugnancia y malos olores. Llegó el momento de pensar en un cambio profundo, en un cambio de mentalidad, en la unión de todos sin distingos políticos, ni religiosos.

Eso sí, para lograr ese cambio es importante hacer una profunda reflexión y estar conscientes, que de alguna manera todos hemos contribuido con este desastre, unos más, otros menos, pero es así.

Hay que dejar a un lado la echonería, la prepotencia, la arrogancia que una vez la riqueza petrolera nos sembró. Es la hora del trabajo duro y creativo, en eso somos buenos. Es la hora de emprender grandes proyectos, en eso somos mejores, es la hora de soñar con el mejor país, en eso somos conspicuos. Es la hora también de la transparencia, del control, de la verdad, de la rendición de cuentas, de pensar en el bien común y no solo el personal, es la hora de olvidar los mesianismos, o del líder que vendrá a salvarnos. Es la hora de la unidad, de la descentralización, del poder regional, de la sociedad civil organizada, de los líderes que se ocupen de sus comunidades, del control del poder. Es la hora del medio ambiente, de la naturaleza, de la educación, del rescate de nuestra dignidad, es la hora del trabajo y la reconstrucción de la gran Nación que somos y de superar el trauma de haber sido gobernados por delincuentes. No más lamentos, que el día después será bendito.

 

 

 

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