Dámaso Jiménez: Lento, pero seguro

Dámaso Jiménez: Lento, pero seguro

El 1S marcó un antes y un después de la falsa comedia socialista que gobierna esta idea errada de país.

Algo se quebró tras los bastidores que sostienen la escena bufa revolucionaria que ha engañado al país durante 18 años. Su actor principal murió intempestivamente para luego ser sustituido por un torpe coro que se niega a asumir la realidad del país y que confunde el acto de gobernar con el abuso descarado del poder propio de saqueadores, dictadores  y otros filibusteros.

La dupla Maduro-Cabello muestra un desprecio súbito por el diálogo, las reglas de juego claras y las exigencias de cambio que pide a gritos un país entero. Nadie se ha tragado el cuento de los campamentos paramilitares a media cuadra de Miraflores ni de una invasión extranjera que por cierto hace tiempo se apoderó del país con la destrucción del aparato productivo y la importación de productos que arrecieron la escasez, así como el control de nuestros puertos y aeropuertos a la conveniencia cubana.

Los venezolanos están invocando una salida de paz con el revocatorio para salir de este desparpajo de ingobernabilidad que no tiene salida ni convivencia posible y que está hundiendo cada vez más en el caos y la miseria a 30 millones de venezolanos, adversarios y simpatizantes del chavismo, izquierda y derecha, arriba y abajo, militares y enchufados inclusive.

Ese poder sordo prefiere “enconcharse” en el punto de no retorno y exponer al país a un radicalismo torpe de persecuciones, secuestros, encarcelamientos sin fundamento, amenazas, muertes y violencia. ¿Cuánto puede durar todo esto?

La irrupción violenta de unos militares aventureros que dieron dos golpes de Estado en 1992 demostró que el rompimiento del hilo constitucional es un abismo difícil de normalizar.

Luego el golpe con puesta en escena y recovecos aún oscuros del 2002, así como todos los episodios subsiguientes de patria socialista o muerte, dejaron sendas heridas en el espíritu democrático y dialectico del ciudadano común con conocimiento y respeto por las leyes.

Es lamentable y quedará en los anales de la historia como el hombre nuevo del socialismo del siglo XXI terminó convertido en un indigente soplón y pedigüeño, con alto desprecio por el trabajo productivo, formado bajo la idea de que su papel en la sociedad es la de un miliciano, un colaborador del gobierno al que sirve como un devoto porque su nación fue convertida en un cuartel.

El hombre nuevo ha sido capaz de soportar todo tipo de humillaciones por unas bolsas de comida, algunos con la esperanza de formar parte alguna vez de ese ejército de víveres que es el tráfico de influencias de quienes las reparten.

Convertido en cómplice y sirviente bajo la promesa alguna vez de un apartamentico del gobierno o un carrito chino regalado. Su único futuro es la corrupción con participaciones mínimas en el botín del tesoro nacional, pasando por personal de confianza con derecho a negocito callado a medianoche con chapa de beneficiario del departamento de la vista gorda. Lo contrario es recibir palo parejo. El régimen criminalizó ante los ojos del gran hermano Chávez a todo aquel que intentase rescatar la dignidad venezolana.

Por eso el cambio es quirúrgico. Quienes esperan sacar a Maduro intempestivamente no han entendido nada. Este lamentable capítulo de nuestra historia comenzó con ideas similares de irresponsables que aún gobiernan y llevaron al país a esta época de barbarie.

El golpe, la salida inmediata, la llegada del salvador verde oliva, son fantasías de saqueadores y piratas que buscan solo un cambio de manos en el botín en vez de trabajar por un cambio de mentalidad ciudadana.

El Plan A y B es recuperarnos como país, volver a ser una nación de ciudadanos, no un cuartel ni una marabunta roja llamada pueblo, que tiembla con el mazo y los gritos de un sargento de segunda que lleva una exclusiva vida de primera y goza del poder que otorgan los miedos y la falta absoluta de controles.

El demócrata sabe que el camino es largo y lleno de peligros insensatos de parte de un régimen que se sabe acorralado. Maduro busca la violencia para reinventarse un 13 y 14 de abril, pero a pesar del desespero no lo consigue. El 1S, el 7S y el resto de las fechas para las protestas pacíficas son pasos hacia adelante pero también marcas que recuerdan que no es posible la convivencia bajo amenazas ni bajo sospecha. De allí la importancia de revocar no solo al gobierno sino todas las instituciones y poderes. Es el sentimiento popular que se escuchó en Villa Rosa, en el Táchira, en Caracas y que se extiende por todo el país. Lento, pero seguro.

En su afán por acallar las voces democráticas el gobierno intensificará los allanamientos y las acusaciones sin argumento contra líderes políticos, el tuitero que avisa, el ama de casa que cacerolea, el que sobrevuela un drone para dejar constancia de una imagen real, cada periodista que reporta.  Son los tres delitos más perseguidos por el gobierno. Informar, cacerolear, protestar. Es la vía, nadie puede esperar nada de los errores del pasado.

La vía es con todos y debe ser invocada a través del revocatorio, única salida hacia la verdadera gobernabilidad que da acceso a las prioridades de la gente, como son alimentos, medicinas, seguridad, niveles de convivencia y control de la inflación en un país agobiado por la crisis política y económica. Con el revocatorio estamos recuperando el poder ciudadano.

@damasojimenez

 

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