El milagro de la vida, por Cristina Carbonell

El milagro de la vida, por Cristina Carbonell

thumbnailCristinaCarbonellLa abuela transmitió toda nuestra información genética a mamá. Esto ocurrió, cuando durante el embarazo, le dio lo necesario para la creación de dos millones de óvulos, uno de ellos llevaba nuestro nombre. Por su parte, papá liberó 250 millones de espermatozoides que iniciaron una carrera hasta ese óvulo de mamá, la meta estaría ubicada a 25 centimetros, parece sencillo, pero el espermatozoide mide 0.09 ml y su capacidad de avance es de 3ml por minuto. Pero aun así un solo espermatozoide impulsado por una fuerza milagrosa, fecundó al ovulo y este inició a su vez un proceso milagroso; de una sola célula empezó a dividirse y multiplicarse hasta formar un bebé completo, a los 9 meses nacimos. Pero ya se habían dado una serie de milagros que nos demuestran que la vida conspiró para que estemos aquí.

Y así como la vida se abre paso en la madre, lo hace en la naturaleza con tal perfección y belleza; crece un tomate, una flor o un árbol. O como los mares responden a los ciclos de la luna, o el sol continua desde hace millones de años, dando el calor perfecto a la tierra, a la distancia perfecta. Si fuese más lejos nos enfriaríamos y más cerca nos quemaría. Así en esa perfección venimos a la vida.

Pero que nos pasa por qué no nos sentimos, tan perfectos e impulsados por todo ese amor que sostiene el universo. Por qué nos deprimimos y nos encontramos en crisis existencial. La respuesta está en que en algún momento nuestra mente nos separó de ese amor incondicional, con falsas creencias, culpas, tabúes, baja autoestima, violencia, auto exigencias, pensamientos de sufrimiento. Estamos en una sociedad orientada al consumo y a la realización de metas materiales, y nos enseñan que eso está por encima de ser feliz.





Entonces dejamos de ser felices para después, cuando compremos el carro o la casa. O cuando me asciendan de cargo. O Logre mi meta en mi cuenta bancaria. O consiga la pareja ideal. Sin darnos cuenta que perdemos un tiempo valioso y que lo verdaderamente importante es ser feliz aquí y ahora. Nos separamos de la felicidad en el momento que pensamos que estamos incompletos, y que necesitamos de algo más, generalmente externo, para ser feliz.

Durante un retiro espiritual elegí compartir mi  cuarto con dos grandes amigas, una de ellas estaba viviendo una crisis física debido a un cáncer, que los médicos daban como terminal. Esa noche estábamos pendiente de su estado físico. Cuando no percatamos que nuestra amiga había dejado de respirar, miré a los ojos de mi otra compañera y sin decirnos palabras entendí la gravedad de la situación. Mi instinto me llevó a darle respiración boca a boca, lo hice dos veces y mi amiga reaccionó. Pude ver como mi amiga con cada aliento se conecto de nuevo, con ese maravilloso regalo la respiración y la vida. Ese día algo cambió en mi, entendí la importancia hasta de un respiro y el milagro que encierra.

Evitaríamos muchas enfermedades y males que están causando mucho sufrimiento  conectándonos con ese amor y con ese milagro de la vida. También nos mostraría el camino para abandonar por fin las guerras, todas ellas son una proyección de las guerras internas y la falta de amor propio. Promover el odio, es la mejor herramienta para separar y ganar. Un ser que ama la vida, no genera la guerra.

La buena noticia es que el camino de vuelta a la reconciliación con ese milagro que somos, podemos iniciarlo en cualquier momento, solo hace falta tomar la responsabilidad de nuestras emociones y tomar conciencia de ese milagro de amor y de vida que somos.

Existen millones de caminos para lograrlo, durante una sesión de rebirthing respiración consciente, tuve una epifania. Buda sentado debajo del árbol, en su momento de iluminarse me decía. Hay tantos caminos a la iluminación, como seres vivos. No todos necesitan sentarse a meditar bajo un árbol y practicar mudras como lo hice yo; era lo que sabía hacer según mi cultura y mis tiempos.

Cualquier persona se ilumina, cuando reconoce el amor incondicional que hay en ella y lo practica por medio de su misión de vida, que puede ser; nadando, siendo madre, conociendo el amor, teniendo relaciones sexuales, sembrando en el campo, siendo un líder o escribiendo.

Creo que esto es cierto y para reconocer nuestra misión solo hay que escuchar al corazón, allí está el centro de la espiritualidad. El nos indica cuál es el camino para volver a amarnos a nosotros y así amar la vida y a otros.

En Venezuela estamos ante una gran crisis política, la escasez y la violencia se han vuelto el día día del ciudadano. Pero podría asegurar que la crisis más profunda esta en el corazón del que lidera las masas hacia al odio, del que ensucia las playas, del que empuja en el metro, del que ya no le cede el asiento a una embarazada o a un anciano, del que vive en desconfianza y miedo, del que insulta y excluye al rojo, azul o amarillo. Empecemos por ser amables con nosotros mismos, con la familia y con los vecinos. Era parte de nuestra idiosincrasia ser amorosos, dar, reír, incluir y ayudar. Venezuela es un país lleno de milagros de vida; llanos, médanos, selva, montañas hermosas. Somos un pueblo, con juegos como el trompo, las metras, el gurrufio, con sonidos como el arpa, el cuatro, las maracas y los tambores. Todo eso está allí latente y es parte del milagro de la vida que viajo hasta nosotros. Ahora hagamos algo bueno con ella.

Cristina Carbonell

Directora Escuela Inteligencia Espiritual

Brújula Interna

@brujulainterna