Este hecho podría representar claramente el viejo enunciado de Carlos Marx en su libro sobre el “18 brumario de Bonaparte”, la “historia siempre se repite dos veces, la primera vez como tragedia y la segunda como farsa.”
La llegada al poder de Evo Morales fue un largo recorrido de marchas y protestas callejeras, paros y bloqueos de carreteras, que en su momento pusieron en jaque a los respectivos gobiernos de Sánchez de Losada y Carlos Mesa, en las cuales los sindicalistas y obreros de la empresas mineras, de los agricultores y diversos grupos sociales amenazaban en sus marchas con la violencia y portando a la vista cartuchos de dinamita. Ahora, después de 10 años en la Presidencia, El Presidente Evo Morales, condenó el asesinato, decreto duelo nacional por tres días y acuso a los mineros que protestaban de querer desestabilizar el régimen. La historia se repite como dice Carlos Marx.
Pero en ese sentido, quiero llevar el análisis más adelante y recordar una frase atribuida a Teodoro Petkoff en su breve paso como Ministro de Planificación del Gobierno de Caldera en Venezuela en la década de los noventa: “no es lo mismo protestar por agua que tener que darla”. El Presidente Evo Morales, quien ya ha sido relector en tres sucesivas oportunidades y perdió un referéndum para la cuarta elección, comienza a encarnar los vicios que criticaba, en referencia a muchos de los vicios del llamado “gobierno anterior.”
Sin embargo, el caso que traemos en este artículo podría ser el mismo, mutatis mutandi, para otros regímenes del continente, pero con mayor fuerza para el caso de Venezuela o Nicaragua. Revoluciones que pretendieron cambiar todo lo malo a favor de las pobres, y han terminado en la encarnación de los vicios que pretendían luchar. En el caso de Venezuela, uno de los países mas prospero de la región se encuentra sumido en un crisis de alimentación de proporciones históricas o en el caso de Nicaragua, el otrora joven e idealista Comandante que lideró la cruzada sandinista para sacar a los Somozas del poder, ahora se perpetua en una dinastía personal.
Las revoluciones que usan la violencia, terminan siendo victimas de ellas, primero devorando a sus hijos y luego generando su propia contra revolución. La historia se repite.