El secuestro de mi país, por Daniel Merchán

El secuestro de mi país, por Daniel Merchán

thumbnaildanielmerchanEl secuestro en su definición clásica tiene que ver con la privación de libertad, de manera ilícita evidentemente y con fin de obtener algún tipo de beneficio para quien ejerce semejante asalto a la legalidad, sin embargo, hay fenómenos que abordan el secuestro de todo un país, lo cual parece imposible de perpetrar, pero no esta tan lejos de la realidad, es el caso de mi país, el del norte de sudamérica, la puerta de entrada irónicamente según nuestra historia de la llegada de la civilización, y también precursora de los movimientos independentistas, pero hoy Venezuela tiene otra versión que contar, un relato muy cercano a la de la victima de un secuestro, pues siente y padece unas instituciones que no sirven a la libre elección del pueblo sino a la voluntad de unos pocos, que se apropiaron del gobierno sin dejar la más mínima rendija abierta a la pluralidad y el disenso.

La Venezuela secuestrada tuvo durante años lo que se conoce como el síndrome de Estocolmo, pues llego a establecer un vinculo afectivo con sus victimarios, incluso aplaudió en masa muchas medidas que fueron menoscabando las libertades publicas, celebró expropiaciones y controles de precios que diluyeron el aparato productivo, asintió al pedido de su secuestrador cuando le pidió varias veces por “amor” alargar su agonía, y vio estupefacta pero apacible como cercenaban sus canales de comunicación, repartían sus bienes por el mundo, regocijándose en una supuesta revolución que la haría mas igualitaria, pero que a fin de cuentas solo perseguía equipararnos en la miseria; Es así, como llegamos al llegadero, dirían muchos en el mejor lenguaje criollo, un país petrolero con sus empresa de petróleo quebrada, universidades cayéndose a pedazos y cada vez más desiertas ante el afluente de la deserción y la migración de jóvenes al extranjero, mercados con anaqueles desiertos, pero con colas kilométricas, es así como entras a un centro comercial y no dejas de ser abordado por gente pidiendo para comer, es así que aún con la gasolina más barata del mundo a veces también hay problemas para conseguirla, es así como los hospitales y farmacias no tienen ningún tipo de medicinas o insumos, e incluso los donativos son robados por agentes del estado, es así como salir a la calle es una ruleta rusa que te puede dejar sin vida de un momento a otro dados los altísimos indicadores de inseguridad, y  si de insitucionalidad se trata, un TSJ ilegitimo invalida a una AN electa por los ciudadanos, y una petición constitucional como el revocatorio es bloqueada con artimañas por el CNE, además la revisión de la nacionalidad del presidente que esta en tela de juicio, se ignora dándole la espalda a la soberanía nacional.

Por todo lo antes descrito la enferma Venezuela comenzó a despertar de su diagnostico de Estocolmo, y comenzó a ver con ojos de rechazo a su secuestrador, vio su naturaleza indolente, opresora, corrupta y errática, por lo que termino rebelándose, e intento escapar de su secuestro, aviso a sus vecinos y tomo herramientas para defenderse, a lo que el secuestrador iracundo ya viéndose descubierto, optó por medidas más drásticas, y al mejor estilo de una escena de suspenso y acción transformo la situación en una toma de rehenes, desnudando al régimen secuestrador, rodeado por el mundo entero acusándole de violar derechos humanos, con una población mayoritariamente adversa y enardecida, y adicionalmente con una crisis sin precedentes, y allí estamos, imaginándonos en un banco acordonado por la policía, bajo el control de un grupo fuertemente armado pero también dividido entre quienes quieren acordar entregarse con garantías, quienes exigen un plan de escape y quienes están dispuestos a inmolarse y eliminar a los rehenes, porque ni se entregaran ni perderán todo lo robado, el secuestro ha sido prolongado y esta a punto de finalizar, ya no tiene punto de retorno, y el desenlace requiere de una estrategia que ayude a preservar bajo toda premisa la vida y futuro de los secuestrados.





Daniel Merchán

@Daniel_Merchan en Twitter.