Luis Alberto Buttó: No dejar para mañana

Luis Alberto Buttó: No dejar para mañana

thumbnailLuisAlbertoButtoEn estas horas contradictoriamente menguadas y estelares que vive la sociedad venezolana, el pensamiento y la acción no deben correr paralelos sin puntos de encuentro en el camino, sino estrechamente hermanados en cada paso dado, de forma tal que, sobre el terreno donde se teje el desenlace de los acontecimientos decisivos, aquél guíe a ésta y ésta permita reacomodar a aquél sobre la marcha. En función de ello, el liderazgo democrático no puede perder de vista insoslayables elementos conceptuales siempre presentes en la estructuración de toda crisis política, so pena de desaprovechar la oportunidad histórica configurada. Pasos dados en falso y devendrá una dolorosa derrota, ante la cual, como suele ocurrir, nadie tendrá la hombría de asumirse como padre.

Las rebeliones ciudadanas, los movimientos de resistencia civil, o como se les quiera llamar, lo son, única y exclusivamente, porque se echó a andar la participación decidida de la gente, dispuesta como está a jugarse el destino para generar el cambio desesperadamente buscado. El asunto es de abajo hacia arriba, no al revés. No deben olvidarlo aquellos líderes que asumen posturas de héroes predestinados sin cabida en estas coyunturas. Es desleal desoír el grito de la población pues es ella la que pone la mayor cuota de sacrificio: la que muere en los hospitales; la que hace colas infinitas por el pan; la que es salvajemente reprimida en calles y avenidas; la que desborda las autopistas pues no cabe en tarimas donde pulula la infeliz figuración. El descontento colectivo es la base de la rebeldía. No lo es el afán mediático de los dirigentes.

La movilización ciudadana debe mantenerse y canalizarse adecuadamente y ello sólo se logra si la estrategia desplegada convence en tanto y cuanto deja ver que con su aplicación la victoria es posible en lapsos que la gente puede soportar. Sin certeza en ese sentido, llegará el momento en que el fervor popular se desvanezca y la vertiginosa pérdida de autoridad experimentada por el gobierno revolucionario se desaprovechará al encontrar éste la opción de recuperarse de una crisis que por torpeza del bando opositor no alcanzó característica terminal. La emotividad no puede resolverlo todo, quizás ni siquiera deba ser elemento definitorio, pero sin su concurso no se cuenta con la gente y sin ésta no hay cambio alguno en el horizonte. El asunto no es dirimir cuál es la herramienta precisa, sino comprender a cabalidad lo perentorio de recurrir a todas las disponibles si de verdad se quiere desmontar la opresión y borrar la falta de futuro. Si luego de cada marcha, la gente sigue regresando a su casa con la mera sensación de haber hecho catarsis masiva y sin saborear reales triunfos parciales que sumen con contundencia al triunfo definitivo, terminará por cansarse y aceptará resignadamente lo que nunca debió prevalecer. No se debe equivocar el cálculo: los tramposos del socialismo bolivariano no necesitan del apoyo popular, sobreviven con el conformismo, la apatía y el desaliento de quienes les adversan.





Pendientes de la redes, a punta de llamadas angustiadas, transcurren las horas de estos días convulsos. Resuena lo advertido por Nikos Kazantzakis: …”Hoy, mañana no”…  

Historiador

Universidad Simón Bolívar

@luisbutto3