Ronald Portillo: La negación en la política venezolana

Ronald PortilloEn un muy interesante artículo de Ezio Serrano Páez, publicado en el portal Web “Konzapata”, analiza con bastante pertinencia la aplicación del concepto freudiano de “negación” a propósito de la calificación de “dictadura” aplicable al régimen que oprime a Venezuela desde hace 17 años.  Trataremos de hacer una contribución, desde la perspectiva psicoanalítica, a lo allí planteado.

En un texto llamado precisamente “La negación”, Freud dice que el procedimiento psíquico que el identifica con ese nombre está íntimamente ligado a la represión inconsciente. Precisa que el juicio adverso, el “no” propio de la negación constituye una suerte de certificado de origen de la subjetividad. Parafraseando a Freud pudiera entonces decirse que la negación de la característica dictatorial del gobierno de Chávez y luego el de Maduro, puede ser considerada como el certificado de origen de buena parte de lo que se  llama la oposición venezolana, su pecado original, para decirlo en términos religiosos.

Desde el inicio de su gobierno Chávez dejó ver a la luz pública su talante autoritario y militarista, baste recordar su predilección por el uso del uniforme militar en actos propios del Presidente de la República. Y es que nunca ocultó su desdén por la civilidad, jamás llegó a considerarse el civil inherente y necesario para desempeñarse en tan alto cargo.  Siempre se consideró un soldado, un militar.





Pero un soldado muy particular pues despreciaba el orden establecido, mostrando explícitamente una tendencia reiterada a violentar la norma, la regla. Múltiples son los ejemplos que pueden ilustrar este aspecto de no aceptación de la ley, un nítido rasgo de negación.

Quizás este tipo de tendencias del líder idealizado ha generado en su descendencia política diversas formas de identificación con ese objeto amado y perdido por la muerte, proceso propio de todo duelo.  Sus hijos políticos por una parte esgrimen la constitución, la Ley que nos rige como sociedad y como república, como lo más  digno y sagrado y por otro lado violan a voluntad, tantas veces como sea necesario a sus intereses políticos.  No hay razón alguna para descontextualizar el término “violación” del espacio que le es propio: la sexualidad. Pareciera que los descendientes del Padre de la creatura experimentan una suerte de satisfacción atávica en el acto de violar, de manera seriada,  la constitución que el mismo Chávez estableció.

La violación constituye una forma de negación de lo que esta afirmado en el texto constitucional, pues solo puede ser negado lo que ha sido objeto de afirmación.

Negar se ha constituido en el ejercicio de una praxis sostenida por  los políticos venezolanos contemporáneos. La oposición, salvo excepciones, negó de manera consuetudinaria durante todos estos largos años la condición de dictadura del régimen chavista. Por su parte los gobiernos de Chávez y Maduro han estado apegados a violentar, vale decir negar, sistemáticamente nuestra Ley fundamental.

Estas dos formas de presentación de negación inconsciente han conformado dos grandes afluentes que han participado en la desembocadura de esta crisis descomunal qua a todo nivel padece hoy nuestro país.