Una pequeña Latinoamérica en la misa del Papa en Malmoe, en Suecia

(foto Reuters)
(foto Reuters)

Los inmigrantes latinoamericanos y españoles que hoy asistieron emocionados a la misa del papa Francisco, en el estadio de fútbol del Malmoe, llegaron a la fría Suecia hace ya varios años en busca de trabajo, huyendo de las dictaduras de su países o simplemente por amor.

Francisco no había previsto celebrar misa durante su viaje a Suecia para la conmemoración de los 500 años de la Reforma protestante, pero la insistencia de las comunidades católicas, formadas sobre todo por inmigrantes, le hicieron cambiar de idea.

Por ello, y a pesar de que hoy día de Todos los Santos el papa siempre ha estado en Roma, Francisco alargó su viaje a Suecia y dedicó la mañana al 1,15 % de católicos que viven en este país.





El estadio del club de fútbol del Malmö FF, ciudad del campeón Zlatan Ibrahiamovic y donde jugó en sus primeros años, se convirtió así en un coro de voces latinas que aclamaron al pontífice.

El estadio con capacidad para 18.000 personas no se llenó, pero fueron miles de personas las que asistieron desde las gradas a la misa de Francisco, la mayoría latinoamericanos y muchos españoles además de inmigrantes procedentes de Filipinas, India,Turquía y otras partes del mundo y también varios grupos de refugiados como una familia procedente de Eritrea.

“Qué viva el papa” y “Viva el papa Francisco” se coreó en español mientras Francisco recorrió una parte del estadio en papamóvil.

José Hernando vive en Estocolmo desde hace 30 años y llegó al estadio de Malmoe con una bandera de Chile que no dejó de enarbolar para que Francisco sintiera la presencia de los chilenos.

Explicó a Efe que vino a Suecia hace tres décadas para casarse con la que es ahora su mujer, Adela, que había huido de la dictadura.

Durante la dictadura llegaron cerca 40.000 chilenos y actualmente se cifran en unos 60.000 los que viven en el país nórdico.

Cuando Sandra, sentada en las gradas en primera fila con otro grupo de chilenos, se dio cuenta que el papa Francisco iba a pasar con el papamóvil justo delante de ella se echó a llorar.

“No me lo puedo creer. Es una emoción fortísima. Yo pude asistir muy pequeña a una ceremonia de Juan Pablo II (cuando visitó Santiago en 1987) pero estaba muy lejos”, explicó Sandra.

Ninguno de ellos se podía imaginar que viviría una visita a la Suecia luterana de un papa, después de la de Juan Pablo II hace 27 años.

Para Elda, de El Salvador, “es una emoción increíble y algo que nadie se podía imaginar”.

Elda forma parte de un nutrido grupo de hispanohablantes de la periferia de Estocolmo que pertenecen a la parroquia de Nuestra Señora María Reina. El templo es una pequeña Latinoamérica con inmigrantes procedentes de El Salvador, Colombia, Nicaragua y Chile y también de España.

Explicaron que la misa la da un cura polaco en sueco y que sólo una vez al mes se oficia en español, aunque aseguraron que no les importa el idioma ya que lo importante es tener “la oportunidad de estar cerca del Santísimo”.

Comentaron que a diferencia de las parroquias en países católicos, en la suya cuando se termina la misa dominical se desayuna juntos y la ocasión se convierte en un momento para charlar o ayudarse entre ellos.

“Nos trajo el Señor hasta aquí para que en Suecia se hablase un poco de español y hubiese algún católico”, bromeó esta salvadoreña que ha pasado sus últimos 15 años trabajando en una lavandería sueca y “pasando mucho frío”.

“Pasamos de los 35 grados de El Salvador a temperaturas bajo cero”, explicó Eda que asegura que han sido muy bien acogidos en este país.

Una española de Granada, casada con un sueco, vive en este país desde hace 50 años y dijo que su hijo hizo de monaguillo a Juan Pablo II en la misa que celebró en Upsala, y expresó toda su emoción por haber tenido la oportunidad en su vida de haber vuelto a ver a un papa.

Cuándo se les preguntó que pedirán al papa cuando pasase por su lado saludando en el papamóvil, lo tuvieron claro: “Solo bendiciones”. EFE