Braulio Jatar Martínez: ¿Se puede revertir tanta injusticia? Los 66 días de mi padre, Braulio Jatar Alonso

Braulio Jatar Martínez: ¿Se puede revertir tanta injusticia? Los 66 días de mi padre, Braulio Jatar Alonso

thumbnailBraulioJatarMartinezBraulio Jatar Martínez: ¿Se puede revertir tanta injusticia? Los 66 días de mi padre, Braulio Jatar AlonsoBraulio Jatar Martínez: ¿Se puede revertir tanta injusticia? Los 66 días de mi padre, Braulio Jatar AlonsoA continuación van a leer algunos de los detalles de lo que han sido estos últimos dos meses para mi papá, Braulio Jatar Alonso. La información la obtuve tras hacerle una serie de preguntas a mi mamá, Silvia Martinez, ya que es ella quien finalmente lo ha podido ver. En ánimos de mantener la informaciónclara y directa, me referiré a mis padres como Silvia y Braulio respectivamente.

Habían pasado 56 días desde la última vez que se vieron. En esa visita Braulio Jatar aún se encontraba recluído en la sede del Sebin en Porlamar. Ahora, viernes 4 de Noviembre, en horas del mediodía, finalmente Silvia Martinez podría ver y constatar por sí misma el estado físico y de salud de su esposo.

Haciendo la cola para entrar al Internado Judicial de Cumaná llegó un muchacho que venía del hospital con tapabocas. “Le diagnosticaron tuberculosis”. La familia aguardaba en la entrada para verlo bajar de la camioneta que lo trasladaba y manifestaron con mucha tristeza que la enfermedad la había contraído en la cárcel de Puente Ayala del Estado Anzoategui. Después de ese encuentro lógicamente el nivel de preocupación de Silvia fue mucho mayor. Después de 56 días y de tantos cuentos de horror de las cárceles venezolanas, no sabía con que se encontraría.





Cuando fue su turno de entrar, a Silvia la requisaron de la misma manera que lo hacen con cualquier familiar que visita a un interno, un procedimiento que, por decir lo menos, hiere la dignidad de las personas. Adicionalmente “no me dejaron pasar los libros ni nada escrito” dice Silvia. Los funcionarios le informaron que eran “ordenes de arriba”. Una vez adentro, lo primero que notó al verlo fué su delgadéz y color de piel. “Debe haber bajado al menos 15 kilos, esta bastante flaco y pálido”, dice Silvia. Lo otro que le preocupó fue que Braulio le comentó que últimamente estaba sintiendo fallas en su vista, lo cual acredita al hecho de que pasa 23 horas al día bajo una iluminación artificial y mortesina que le fuerza muchos los ojos.

En estos momentos Braulio se encuentra en una celda solo y separado del resto de los reos porque cumple con un “período de adaptación” que según este nuevo “Régimen Penitenciario” significa que debe “conocer su nueva realidad”. Por otro lado, el Internado Judicial de Cumaná es una cárcel de máxima seguridad, es decir, allí ingresan en su mayoría delincuentes de alta peligrosidad. La razón por la que está allí, según el Defensor del Pueblo Tarek William Saab, es que está mas cerca de los tribunales que llevan el caso del periodista. Desde febrero del 2016 el Estado Nueva Esparta se encuentra desprovisto de centro de reclusión para sus detenidos y el 10 de septiembre en víspera de la Cumbre de Países No Alineados a celebrarse en Margarita, Braulio fue trasladado intempestivamente de la Sede del Sebín, donde había a acordado la juez que fuera su sitio de reclusión, a la cárcel 26 de Julio en el Estado Guárico.

Hablando de Guárico, Silvia pudo por fín enterarse de la realidad de la situación de su esposo mientras estuvo en la cárcel 26 de Julio en San Juan de los Morros, dado que nunca se le permitió la visita mientras estuvo recluido ahí. “Me dijo que en Guárico estaba mucho peor. Que cuando llegó nadie parecía estar enterado de su traslado. Tanto así que después de raparle el pelo, tuvieron que darle un uniforme usado, que tenía manchas de sangre, ya que no había otra cosa disponible” Uniforme con el cual tuvo que pasar 4 días, hasta que uno de sus abogados pudo por fin conseguirle uno propio. “La primera celda que tuvo, la compartió por poco tiempo con unos reos que padecían el virus del Sida”. Resaltó el hecho de que al poco tiempo los sacaron a ellos de la celda y lo dejaron solo.

“Dijo que la celda era sucia y que el olor era insoportable” Lo segundo debido a que en ese penal existe un sistema de letrinas, lo cual yo personalmente asocio al hecho de que es una cárcel improvisada. Improvisada, porque las instalaciones son unos galpones expropiados de alguna cadena de supermercados. “Los ratones eran ya compañeros de celda y por las noches se acostaba con un paño en la cara para aplacar el fétido olor y unos lentes para cubrirse los ojos, ya que le llovían cucarachas del techo.”

Al poco tiempo de haber llegado al recinto, empezaron a enfermarse muchos de los presos. Una epidemia de Amibiasis. “Según me cuenta él, en la 26 de Julio el agua que toman los presos es la misma que usan para bañarse, es decir, proviene de la misma tubería.” Conociendo cómo llega el agua a las casas en Venezuela, no me quiero ni imaginar como será la que llega a esa cárcel. Lo más grave es que por la epidemia, les cortaron el agua por 3 días “Esto hizo que se le presentara un cuadro de deshidratación. Lo tuvieron que llevar a enfermería para aplicarle suero intravenoso”. Pensar que ésta es una de las cárceles “modelo” en nuestro país…

Es en esta cárcel donde a Braulio se le deteriora drásticamente su salud. Expuesto a condiciones tan extremas sufrió mas de un episodio de hipertensión grave, tanto así que el director del penal jamás ha revelado el informe médico del periodista a pesar de ser solicitado en varias ocasiones por su defensa.

2 semanas después Braulio Jatar Alonso es trasladado una segunda vez.

“Detesta los traslados, porque irrumpen en la celda un grupo de funcionarios armados sin aviso alguno y a la fuerza lo esposan y obligan a irse con ellos, sin saber a dónde es que lo llevan”. Así le contó sobre su más reciente traslado, el que lo terminó llevando donde está ahora. Al igual que la vez anterior, tampoco parecía que estuvieran preparados para su llegada en Cumaná, ya que apenas llegó fue ubicado en una celda con presos comunes. Entre ellos se encontraba el asesino de un cura. El mismo interno se le presentó de esa manera “Yo soy el que mató al padre, mucho gusto”. A media noche dos custodios se acercaron a la celda buscando a Braulio para llevarlo donde se encuentra actualmente. En un espacio pequeño, con poca ventilación, aislado e incomunicado del resto del mundo.

Para mi, Braulio Jatar hijo, es fundamental recalcar el hecho de que mi papá ni siquiera ha ido a juicio. Sin embargo, ya es tratado como un delincuente. Sabemos que no existe separación de poderes en Venezuela por lo tanto la presunción de inocencia de un preso político tampoco existe. Pero la maldad con la que actúan? La saña? La conocen los demás países del hemisferio? La conoce el Vaticano? No hay un solo elemento probatorio en su contra, no se comprobó delito mucho menos culpabilidad y de los dos testigos que presentó el Sebín, el Ministerio Público no logró ni una declaración. Uno exhibe un prontuario por delitos tan graves como el homicidio y el otro es una persona que sufre de trastornos mentales y se encuentra en situación de calle, según informaron sus familiares. Sin embargo, ahí sigue mi papá. En una celda. Por informar. En los países democráticos, informar no es delito.

Culmino con palabras de Braulio Jatar Alonso: “Las esposas que hoy me colocan, no se las colocan a Braulio Jatar, se las colocan a la democracia y libertad de expresión en Venezuela. Nunca nos podrán arrebatar nuestro derecho de decir con todas nuestras fuerzas LIBERTAD!