En medio de insultos y escándalos, Donald Trump quiere llegar a la Casa Blanca

En medio de insultos y escándalos, Donald Trump quiere llegar a la Casa Blanca

Foto REUTERS / Carlo Allegri
Foto REUTERS / Carlo Allegri

Tras una campaña de 17 meses, Donald Trump espera llegar este martes a la Casa Blanca, gracias a su dominio escénico, las hipérboles y las bravuconadas que lo convirtieron en uno de los empresarios más famosos del mundo. Reuters

Desde una escalera mecánica en la Torre Trump de Nueva York, el magnate ingresó a la carrera presidencial republicana el 16 de junio del 2015 y se las arregló para ser simultáneamente carismático y combativo, elitista y populista, escatológico y santurrón para atraer el voto de estadounidenses cansados de la política partidista de Washington.

La elección del martes, frente a la demócrata Hillary Clinton, es su primer intento de conseguir un cargo público, algo que Trump considera un movimiento más que una campaña.





El multimillonario atrajo a un público entusiasta a mítines donde las personas lo celebraron por “decir lo que todos piensan”. Pero sus críticos lo tildaron de misógino, mal informado, burdo, sin porte presidencial, racista, hipócrita, demagogo y acosador sexual, acusaciones que Trump niega.

A Trump, de 70 años, le llevó poco más de 10 meses eliminar a otros 16 candidatos y convertirse en el primer aspirante de uno de los grandes partidos que no ha tenido experiencia en el Gobierno desde el general Dwight Eisenhower en la década de 1950.

Trump obtuvo un récord de votos en las elecciones primarias, pero al mismo tiempo dividió al Partido Republicano.

Luego se enfrentó a la demócrata Hillary Clinton, de 69 años, en una carrera marcada por polémicas que incluyó cambios de colaboradores, acusaciones de que manoseó a mujeres, y su afirmación, sin pruebas, de que la ex secretaria de Estado y los medios amañaron la elección en su contra.

Trump sorprendió a muchos al decir que tal vez no aceptaría el resultado de la elección si llega a perder, repudiando una larga tradición estadounidense de transiciones pacíficas. También sostuvo que como presidente investigaría a Clinton por su uso de un servidor privado cuando era secretaria de Estado y prometió enviarla a la cárcel.

Su campaña tomó un escandaloso giro el mes pasado con la divulgación de un video del 2005 en el que Trump, que no sabía que lo estaban grabando, dijo a un periodista de espectáculos que le gustaba besar a mujeres sin permiso y que, debido a que era rico y famoso, podría “agarrarlas” de los genitales sin recriminaciones.

Trump, que nació en 1946 en el seno de una familia rica, restó importancia a sus comentarios calificándolos de “conversación de camarín” y negó las acusaciones de más de 10 mujeres que dijeron que las había manoseado o les había hecho proposiciones sexuales no deseadas.

Durante su campaña, y especialmente en su discurso en la convención republicana de julio, Trump describió un Estados Unidos oscuro que ha sido puesto de rodillas por China, México, Rusia y el Estado Islámico. El “sueño americano” está muerto, dijo, ahogado por intereses empresariales malignos y políticos corruptos, y afirmó que solo él podría revivirlo.

Trump dijo que hará que Estados Unidos sea grandioso de nuevo a través de la fuerza de su personalidad y sus habilidades negociadoras.

Ofreció planes vagos para obtener concesiones económicas de China, construir un muro en la frontera sur para evitar el ingreso de inmigrantes indocumentados y hacer que México lo pague.

Prometió anular la reforma de salud y negar la entrada a personas de países de Oriente Medio arrasados por la guerra, una versión modificada de su propuesta anterior de una prohibición contra los musulmanes.

Trump se promociona a sí mismo como el mayor caso de éxito. Salió con mujeres hermosas, se casó con tres de ellas, tuvo su propio reality show y levantó rascacielos que llevan su nombre en grandes letras.