Antonio de la Cruz: Trump: “Construyamos la gran América otra vez”

thumbnailantoniodelacruz

El triunfo de Donald Trump en la elección presidencial de los Estados Unidos anteayer obedece a la gran insatisfacción en la clase media por la pérdida de identidad de la nación americana, al dejar de ser el país de las oportunidades o del sueño americano. Además, esa clase trabajadora siente que se queda financieramente rezagada, que sus creencias y valores están amenazados y que sus necesidades no son tomadas en cuenta por la Administración.

Ante esta realidad Trump propuso durante la campaña electoral una agenda económica  proteccionista, nacionalista, orientada a preservar y restaurar el empleo de la clase trabajadora estadunidense.





Con respecto a la política exterior, Trump señaló durante la carrera presidencial que “Estados Unidos no puede seguir siendo el gendarme del mundo”. Lo precisó cuando se  refirió a la Organización del Tratado del Atlántico Norte -una alianza político-militar creada en 1949 para evitar la expansión del comunismo soviético hacia las democracias occidentales durante la Guerra Fría- (OTAN): los estados miembros “…deberían estar pagándonos (EE.UU) lo que se supone que están pagando por tratado y contrato. Pagamos (EE.UU) aproximadamente el 73% del costo de la OTAN. Es mucho dinero para proteger a otras personas. Estoy a favor de la OTAN. Tienen que centrarse en el terrorismo, también”. 

Para Trump la toma de decisiones en política se basa en una racionalidad de negocios que incluye el uso de los recursos en función de costos-beneficios, objetivos tangibles, medibles y claros, entre otros. Por lo que sus políticas tanto a nivel nacional como en el área internacional tendrán el sesgo de la rentabilidad versus el bien común.

En cuanto a las Américas, Trump impulsaría una agenda de negocios que le permita expandir y regresar las industrias americanas de bienes y servicios. En los cuales, los países de la Región volverían a tener relaciones de dependencia con los Estados Unidos. En ese sentido el sector productivo de EE.UU importaría las materias primas o insumos desde los países periféricos [Teoría de la Dependencia, CEPAL]. Para luego manufacturar y vender los productos acabados en los distintos mercados.

Una relación de dependencia similar a la que China tiene actualmente con Región. La diferencia está en que China recibe la materia prima de los países de la periferia como forma de pago de un empréstito otorgado a alguna institución estatal de país exportador. Luego, el dinero prestado por China es utilizado para pagar a las empresas chinas que ejecutan las obras públicas, que a la vez emplean productos acabados chinos.

Un área en la que Trump va impulsar un fuerte desarrollo es la del sector energético americano. Quiere aumentar todo el potencial de los combustibles fósiles en EE.UU para convertirlo en el nuevo “swing producer” de petróleo, desplazando a la OPEP. Lo que amenazaría el desarrollo de la industria petrolera venezolana, ya que ésta tendrá que competir con los crudos de las formaciones de esquistos -de mejor calidad- en el mayor mercado energético mundial.

En cuanto al régimen de Maduro, Trump dijo en un mitin en Miami el 19 de Septiembre, que luchará contra la opresión que viven países como Venezuela y Cuba. “Venezuela es un país rico en recursos, vibrante y bello, lleno de gente trabajadora e increíble. Pero Venezuela ha sido llevada a la ruina por los socialistas”. Una afirmación que al hacerla en el calor de la campaña electoral tiene el significado de ganar Florida. Sin embargo, deja ver su rechazo al modelo socialista.

Con el nuevo gobierno en Estados Unidos habrá cambios en el Departamento de Estado. Sobre todo el de Thomas Shannon, quien ha jugado un rol importante en la sostenibilidad de Maduro en el poder. Lo que dejaría el entramado del diálogo sin anclaje.

Trump no tendrá inicialmente el tiempo para atender la crisis de gobernabilidad y humanitaria en Venezuela al tener que tomar inminentes decisiones sobre la crisis en Siria, el estado Islámico, el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica, China, Japón, Corea del Sur, la OTAN, entre otros. Por lo que la conflictividad político-social en Venezuela tendrá que discutirse en los organismos como Mercosur y la Organización de Estados Americanos (OEA).

Además existe una amenaza sobre la OEA, si Trump evalúa su rol en la Región desde el punto de vista costos-beneficios como lo hizo con la OTAN -EE.UU aporta más del 50% del presupuesto. Podría cuestionar sus resultados y replantear su participación, generando graves consecuencias en la defensa de los derechos humanos (CIDH).

El triunfo de Trump plantea una revisión de la praxis de los partidos políticos contemporáneos. La reflexión y acciones para reducir la desigualdad social local con la globalización de los mercados permitirán evolucionar a un estado del bienestar superior. De lo contrario regresaremos a formas del estado-nación con fronteras cerradas (1789). Por lo que la construcción de la gran América requiere de una nueva arquitectura social dentro de la globalización.

Antonio de la Cruz

Director Ejecutivo de Inter American Trends   @iatrends