Juan Guerrero: Falsa noticia

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Mi apreciado amigo, Freddy, cineasta y pintor, me envía una información sobre un tema que por estos días forma parte de las reflexiones que se agregan al triunfo de Donald Trump.

La información en referencia trata sobre las denominadas Noticias falsas o Fake news, término empleado de manera común en las redes sociales, cuando se trata de falsa información.





Lo curioso de esto es que uno de sus iniciadores, Paul Horner, quien por años trabajó como escritor fantasma o escritor de negros –en referencia al uso de personas quienes, generalmente, escriben las biografías a terceros, cobran pero su nombre nunca aparece en la portada del libro. Horner, en cuestión, le confiesa al periodista que lo entrevista, para The Washington Post, que muy probablemente el candidato Trump ganó por sus falsas noticias.

Y esto es bien interesante y dramático, porque, si reflexionamos sobre el asunto, nos daremos cuenta que una inmensa mayoría de personas en el mundo, no leen o leen apenas titulares o simplemente se dejan llevar por otros, quienes suben a las redes información sin confirmación y sencillamente las hacen rebotar en el ciberespacio, haciendo que estas alcancen su máximo de “falsos lectores” convirtiéndose en “noticia viral” en las populares páginas virtuales, como Facebook, Twitter, Instagram, WhatsApp, entre otras.

La proliferación de fake news cada vez es más abundante y su presentación incorpora en su información, tanto mensajes como títulos que ciertamente “enganchan” al ingenuo lector.

Quienes frecuentan las redes sociales saben que de un tiempo para acá han aparecido mensajes, inicialmente vinculados al tema de la Ufología y los misterios religiosos. Posteriormente los temas han tratado sobre ecología y remedios caseros. Mientras por estos días, ya las informaciones comienzan a vincularse con ciencia, economía y política.

El sexo es un tema aparte. Lo considero primordial por cuanto siempre ha sido el impulso inicial que dio sentido y justificó el desarrollo y la sobrevivencia de la Internet completa. Quien desee verifique los orígenes de los medios cibernéticos (Intranet y la Marina de Guerra Norteamericana) para conocer sobre este asunto.

Como indicamos en líneas precedentes, así como surgen las falsas noticias también están apareciendo lo que llamo “falsos lectores”. Lo verifico cada semana cuando coloco mis escritos en la red y de inmediato salta un ciberlector, quien me felicita por mi artículo. Y ni han pasado dos o tres minutos del envío.

Creo, adelantando inferencias, conjeturas e hipótesis, que el ciberlector no tiene mayor relación con el lector tradicional, tanto de libros como de revistas especializadas. Además, una de sus características es que se ha instalado en la cortedad de las lecturas. Por otra parte, es mucho más visual (memes) que aquel que se dedicaba a la hoja llena de letras en blanco y negro.

Por otra parte, su razonamiento está “colectivizado” por el mensaje que se hace viral y por tanto, lo asume como veraz. Mientras más rebotes tiene el mensaje la carga de veracidad aumenta.

La baja lecturabilidad que presenta el ciberlector, no está solamente en países tradicionalmente considerados de segunda o tercera categorías, en cuanto a lectura por las organizaciones internacionales, como la Unesco. Lo podemos apreciar, empíricamente, en el ciberlector italiano, español, inglés, entre otros.

En nuestro país no existen estadísticas actualizadas y menos oficialmente confiables que nos muestren el rostro, ni del lector clásico ni del ciberlector. Hasta los años 80-90’s. del siglo pasado, Venezuela estaba en un lugar intermedio, precedido por México, Costa Rica, Brasil, y por encima de Haití, Bolivia, Honduras, en los procesos lectoescriturales. Una de las características que permiten la penetración de las falsas noticias en las redes sociales, se debe a la baja capacidad del lector para realizar, tanto lecturas comprensivas como aquellas críticas, que permitan generar opinión certera y que puedan incidir significativamente en los ciudadanos.

Desgraciadamente la proliferación, tanto de falsas noticias como, incluso, “agencias”, portales y páginas dedicadas exclusivamente a la redacción de información calculadamente falsa y tendenciosa, es cada vez más masiva. Sobre todo, porque en sus titulares recurre al uso de palabras atrevidas, que fácilmente generan escándalo y que sirven inmediatamente para que terceras personas se nutran de noticias “basura” que ciertamente, no generan mayor cambio de actitud, salvo la reacción emocional del momento, que dura horas y que en modo alguno es trascendente.

Los especialistas ya hablan de un tipo de ciberlector estúpido y quien además, le tiene sin cuidado serlo. Se sabe estúpido y disfruta sintiendo que las noticias le generan sobresaltos, estados anímicos específicos. Llora, ríe, grita y además, se siente acompañado por terceras personas a quienes, muy posiblemente, jamás ha visto personalmente y no le interesa si es una persona de carne y hueso o una falsa imagen (avatar).

Estos tiempos de la postmodernidad ya traen los trazos de lo posthumano. Y quizá también el inicio de nuevos pensamientos tratados de manera  directa, escueta y con la presencia de mucha cotidianidad. Una especie de vida a lo “realiti chou”. Ciertamente la nueva novela de estos tiempos.

(*)  [email protected]   TW @camilodeasis   IG @camilodeasis1