Pánico o resistencia, por Carlos Márquez

Pánico o resistencia, por Carlos Márquez

Al final de la Guerra del Anillo la unidad de Gondor, Rohan y el ejército de los muertos logra derrotar en la batalla de los Campos de Pelennor a los ejércitos de Sauron, pero éste todavía tenía una fuerza formidable en su territorio y se estaba reagrupando. Mientras tanto la única posibilidad de éxito de Sam y Frodo en su camino hacia el Monte del Destino para cumplir con su tarea de destruir el Anillo Único, es que esas fuerzas ingentes que se reagrupan en el interior Mordor fueran distraídas. Entonces el conjunto de los principales, con Aragorn, próximo rey de Gondor a la cabeza, decide provocar una batalla en la Puerta Negra para quitarle la atención que el Gran Ojo tiene puesto sobre Frodo y facilitar su cometido.

Están rodeados, superados en número, es imposible que ganen. Cuando parece que finalmente la era de El Hombre está por terminar, cae el anillo al fuego y así es destruido. Entonces sucede algo formidable. Literalmente se abre el piso debajo del enemigo y toda su fuerza y organización se convierten en una estampida. Con la caída de la Torre Oscura cae todo su ejército. Es una imagen muy precisa de lo que constituye la esencia del pánico.

Pero Tolkien había establecido que Sauron gobernaba a sus huestes por medio del terror, quienes más que amarlo lo despreciaban y le temían. Ese pánico desencadenado era la continuación del pánico contenido que funcionaba como un dispositivo de control.

En la base de este funcionamiento está lo que ese maestro del disimulo, de la teatralidad y del doblepensar llamado Nikita Kruschev consagró con el eufemismo de “culto a la personalidad”. Cuando el Uno cae, sea que esté encarnado en alguien, sea que exista en su forma más abstracta como un ideal, como una idea fuerza, la masa que se ha organizado alrededor de él se desagrega. La energía libidinal puesta en construir las sofisticadas relaciones entre los diferentes componentes de la organización se transforma en una sopa de entropía. Llega el momento del “sálvese quien pueda” y del “cada quien agarre por su lado”.

Freud, quien abordó el problema del pánico en su obra “Psicología de las Masas y análisis del yo”, subraya cómo los soldados que se comportan tan valientemente en la batalla mientras el Uno está en su lugar, pierden el coraje en el momento de la emergencia de este fenómeno. Si la gente amparada por la fuerza de pertenecer a una masa se atreve a cosas terribles, éstas palidecen frente a lo que es capaz de hacer cuando se desata el pánico.

En este momento estamos experimentando el “rally” del dólar paralelo, la agudización de la migración y la irrupción de las masacres, las torturas y las fosas comunes de la “Operación para la Liberación del Pueblo” (OLP); en el nivel de lo singular, en la consulta, escuchamos la desesperanza, la tristeza y la angustia que abaten a muchos sujetos. Ambos conjuntos de fenómenos en sus diferentes niveles muestran que estamos en medio de una sociedad que está por romperse en sus referentes más fundamentales, y a la cual el piso se le está abriendo debajo de los pies.

Frente a este momento de agudización de la crisis nos puede orientar la entrevista que el diario “La Razón” hizo recientemente a Germán Carrera Damas. La diferencia entre el tiempo que hace falta para recomponer las cosas y la urgencia que nos imprime la situación exige un apego estricto al más descarnado realismo. Sin ceder al optimismo ni al pesimismo, constituye un llamado a rechazar el desencadenamiento del pánico que el gobierno ejecuta con pasmosa eficiencia.

Esa es la resistencia que se plantea en este momento. El realismo implica hacer pagar desde el punto de vista político a quien está causando el estrago, al menos mientras llega la justicia, si es que llega. Cosa que la MUD está haciendo relativamente bien. Pero también ese realismo debe ayudar a desarmar la lógica del desespero que nos hace ilusionarnos una y otra vez con una salida rápida a este desbarajuste, ilusión que contribuye a que las victorias sean leídas como derrotas. Nos estamos tardando en concluir que no se pudo llegar a una crisis como esta simplemente por las malas intenciones de un gobierno y que no se podrá salir de ella con la rapidez que anhelamos.

@un_analista

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